La anexión de México a EU
Alberto Vieyra G. martes 10, Ene 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En junio de 1990, Carlos Salinas de Gortari propondría a George Bush padre firmar un tratado de libre comercio con México, con lo cual daba el primer paso para anexar económica y políticamente a México al Tío Sam.
Para el primero de octubre de ese mismo año, el Congreso norteamericano, a través de la resolución 337, le pedía a CSG que si quería firmar un tratado comercial con los yunaites tendría que darles una demostración de su voluntad política cerrando la refinería de Azcapotzalco, que producía en ese entonces 105 mil barriles de gasolina diariamente, pues según los gringos era la principal fuente de contaminación en la Ciudad de México.
Era un embuste, Salinas de Gortari consultaría el tema con el entonces titular de Ecología, Patricio Chirinos, quien le informó que tal contaminación a la que aludían los yanquis no era tal, pero más tarde el titular de Pemex, Francisco Rojas, le decía a Salinas que no había alternativa.
Había que cerrar la refinería de Azcapotzalco.
Se cerró y la contaminación siguió imperando. Chirinos tenía razón, pero Salinas prefirió convertirse en un traidor a la patria cumpliendo los caprichos de los halcones de Washington y de pilón promovería un total de 118 reformas a la Constitución mexicana para desregular al Estado y ponerlo a los pies de EU.
De este hecho histórico da cuenta el empresario nacionalista jalisciense Manuel Villagómez Rodríguez, quien sin ambages exige hoy echar del poder a esos traidores de la patria, quienes con la reforma energética entregó al imperio capitalista del mal el petróleo mexicano dejando a los vonnacionales a merced de los grandes especuladores de los energéticos en el mundo.
El también presidente de la Fundación para la Cuenca Lerma-Chapala nos refresca la memoria recordando que el artículo 39 de la Carta Magna reza: “La soberanía nacional reside esencial y orgánicamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.
¿Estará lejos el día en que los mexicanos hagan valer el 39 constitucional? ¿Estamos los mexicanos a tiempo de echar del poder a esos tecnofondomonetaristas vendepatrias, entre los que también figura el panista Felipe Calderón, quien prometió construir en Hidalgo la refinería Bicentenario que sería la joya de la corona de su etílico gobierno y en la cual se producirían diariamente más de 250 mil barriles de gasolina?
No lo hizo porque el imperio capitalista del mal se lo prohibió. Si el general Lázaro Cárdenas viviese no bajaría a esos gobernantes de “traidores a la patria”. “Gobierno o individuo que entrega los recursos naturales a los extranjeros, traiciona a la patria”, decía el Tata.
¿Quién gana en este negociazo de la especulación con las gasolinas, pues como dice Peña Nieto que el Estado no recibe ni un centavo de impuestos por esos aumentos? ¿Ya adivinó usted? Claro que los buitres del petróleo, pero el gobierno peñista justifica su traición a la patria aduciendo que hay que estar a tono con los precios internacionales del petróleo y que los aumentos son ajenos a su graciosa entrega del crudo mexicano al imperio capitalista del mal.