Más Duartes corruptos
Freddy Sánchez martes 10, Ene 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La hora de la verdad ha llegado: qué pasará, qué misterio habrá (tal como lo dice la letra de una canción), en torno a la futura relación de México y Estados Unidos.
Los atisbos de tormenta están a la vista. Porque mister Trump sigue empeñado en adoptar cambios en las políticas migratorias y de comercio.
De modo que sumando el tétrico panorama con el mercado de cambios respecto a la cotización del dólar frente al peso, una inminente fluctuación al alza en las tasas de interés (dos amagos que han sacado los dientes como inevitables acompañantes el 2017), el caso Trump podría ser la gota que “derrame el vaso” en detrimento de la economía familiar en nuestra nación.
Los pronósticos no son nada alentadores: poco crecimiento económico, incrementos en los precios de diversos bienes y servicios por el encarecimiento de la gasolina, mayor devaluación de nuestra moneda, la renuncia anunciada para el mes de julio del gobernador del Banco de México, sin conocer hasta ahora un sustituto confiable, en fin, muchos factores parecen pintar un entorno futuro para México sumamente difícil.
Así que tanto el gobierno federal como las administraciones estatales tendrán que esmerarse en un desempeño eficiente y creativo, estando atentos a las necesidades más apremiantes, a efecto de crear opciones emergentes que permitan mitigar los estragos contra la economía en los bolsillos de la gente común, especialmente, los que menos tienen.
Además, ante todo y por encima de todo, abatir al máximo posible cualquier acto de corrupción en el ejercicio de la función pública, no sólo al más alto nivel, sino en las estructuras burocráticas medias y menores, abarcando naturalmente a los cuerpos de policía. Nunca como ahora se impone la obligación institucional de cuidar el buen uso de los dineros de las contribuciones para afrontar los avatares del 2017.
Porque sería imperdonable que en estos momentos críticos para el país, algún funcionario del partido político que provenga, en vez de asumir una conducta irreprochablemente ética, pretenda y consiga incurrir en pillerías de cualquier índole.
El “brazo de la ley” no puede quedarse corto ni doblarse para encubrir intereses políticos entre mafiosos de la administración pública. Ante lo que pueda llegar de fuera, con las nuevas políticas que adopte el gobierno de los Estados Unidos, un manejo inteligente y conciliador es de desear que se ponga en práctica, antes de que “la caja de Pandora” se abra como tantos temen, desatando uno y mil contratiempos contra México, a causa de decisiones desconsideradas y prepotentes del señor Trump.
Pero, más allá de lo que se haga con la política exterior, internamente, en los tres niveles de gobierno, no cabe duda que es fundamental adoptar acciones de ajuste que salvaguarden el interés de la mayoría, poniéndole coto a la voracidad y desfachatez de bribones de toda laya con encomiendas institucionales.
Y para que esto se logre es indispensable la aplicación una política de escrupulosa honestidad en las tareas gubernamentales con un manejo trasparente de los fondos públicos para evitar desviaciones y abusos que se traduzcan en mermas contra el bienestar colectivo.
Una cosa está clara: los mexicanos no tememos por qué padecer más Duartes corruptos.