El regreso de Luis Videgaray
Roberto Vizcaíno jueves 5, Ene 2017Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Lo más interesante de este oficio del periodismo es que, por más que uno vive los acontecimientos más insospechados, éstos nunca superan a nuestra capacidad de asombro.
En este oficio, quien ya no se asombra, es porque simplemente está muerto, o catatónico.
En este sube y baja de nuestra realidad nacional, el asombro es la constante. Sin duda alguna el caso del doctor Luis Videgaray es hoy una muestra de ello.
Y el asombro hoy es que, luego de 3 meses de haber renunciado a la titularidad de la Secretaría de Hacienda y de salirse de la contienda presidencial del 2018, hoy Videgaray es el puntero de nuevo para colarse al cargo principal en Los Pinos.
Primero nos sorprendió con su renuncia hecha efectiva por el presidente Enrique Peña Nieto el jueves 8 de septiembre pasado.
Hasta ese momento Videgaray era junto con Miguel Ángel Osorio Chong uno de los dos más sólidos prospectos del PRI y de Peña Nieto para obtener la candidatura presidencial en la contienda de 2018.
Personaje excepcional por su capacidad académica, política y profesional, el doctor Videgaray mostró entonces una faceta más de su estructura personal: la del temple a toda prueba.
Y es que no cualquiera en su posición hubiera renunciado ni al cargo ni a las posibilidades de ir por la Presidencia de su país.
Pero él se fue. Y al hacerlo puso a prueba además el temple de su amigo, cómplice y jefe, el del Presidente Enrique Peña Nieto.
No era tampoco nada fácil aceptar que el colaborador más cercano, el de más confianza, el alter ego del Jefe del Ejecutivo, fuese prescindible.
Todo eso ocurrió aquel 8 de septiembre pasado. Ninguno de los dos mostró ni arrepentimiento ni pesar por la decisión asumida.
Nadie sabía cuál sería el destino de aquella medida. Videgaray en ese momento estaba fuera de la carrera presidencial de México.
En aquel 8 de septiembre todo estaba en su contra: había aceptado ser el promotor de la sorpresiva visita de Donald Trump a Los Pinos, y prácticamente todo indicaba que ello había sido no sólo un error sin perdón, porque además todo indicaba que el republicano iba a perder ante la demócrata Hillary Clinton.
El propio Peña Nieto reconocería semanas después que esa visita había sido producto de una decisión apresurada.
El comentario era un reproche para Viegaray.
Mucho se habló de que el ex secretario de Hacienda visitaba mucho Los Pinos, y que se había convertido en algo así como un asesor de lujo de Peña Nieto pero en las sombras.
La verdad es que nada de eso pudo ser comprobado.
Videgaray en cambio se dejó crecer la barba, y se mantuvo al margen de actividades públicas o lugares abiertos, pero no escondido.
Y entonces el martes 8 de noviembre en EU ganó Trump.
No pocos comenzaron a reivindicar dentro de México a Videgaray. Al parejo lo comenzaron a ubicar en la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Sin serlo, se habló de él como el interlocutor de México con Trump.
GRANDES RETOS
En estos dos últimos meses, desde el triunfo de Trump a la fecha, todos hemos sido testigos de que las advertencias y amenazas del candidato republicano contra México y los mexicanos, no eran simple retórica.
En este tiempo Trump ha detenido inversiones norteamericanas destinadas para ampliar o construir plantas industriales en México y ha estructurado un gabinete en el que sobresalen personajes si no enemigos, si contrarios a México y los mexicanos.
En su lista de prioridades está no sólo construir el muro, deportar cuanto migrante mexicano logre capturar y confiscar sus remesas, sino desechar el Tratado de Libre Comercio entre EU, México y Canadá.
Eso sería la punta de lanza de una política para cerrar las fronteras de EU a todo tratado de este país con el mundo.
La perspectiva planteada por Trump y sus intenciones para México -no para el gobierno de Enrique Peña Nieto-, requerían de una decisión de fondo, radical, sin precedente.
Y Enrique Peña Nieto rescató a Luis Videgaray para hacer frente a este reto.
GRANDES OPORTUNIDADES
Peña y Videgaray saben que el TLC está muerto. Que Trump y su equipo van a impugnarlo e intentar anularlo en los siguientes 10 meses.
Pero también saben que la relación comercial de 500 mil millones de dólares anuales que existe entre ambos países no puede ser cancelada de un plumazo. Ni depende del mal humor o intención de una persona, por más que sea el Presidente de los Estados Unidos.
Trump puede aplicar una política restrictiva y proteccionista para regresar plantas industriales y empleos a territorio norteamericano, pero va terminar entendiendo que el mercado lo determinan los precios de los productos y que su política puede ser muy dañina para los productos norteamericanos fabricados en un entorno muy nacionalista.
Es ahí, en ese espacio, donde va a operar Videgaray y su equipo.
El ex titular de Hacienda y hoy cabeza de Relaciones Exteriores va sencilla y llanamente por un nuevo Tratado de Libre Comercio con EU… y Canadá.
Así de simple.
De ahí su claridad al asumir el nuevo cargo. Sí, ciertamente no sabe nada de Relaciones Exteriores, ni pretende saberlo. Eso se lo va a dejar a quienes desde la Cancillería lo hacen bien.
Él va por la negociación financiera y económica, sobre todo la comercial. Por un nuevo TLC en el que se deberá incluir nuevas reglas para el uso de mano de obra mexicana.
Y eso disminuirá necesariamente las tensiones por las deportaciones masivas anunciadas por Trump.
Videgaray, es obvio, buscará además diversificar las exportaciones de México hacia nuevas regiones.
Para eso cuenta con su larga y profunda relación con el sector empresarial, financiero, industrial y comercial de México. Y todos ellos lo saben.
No sé cómo ocurrirá, pero estoy seguro que desde Relaciones Exteriores Luis Videgaray se convertirá en el jefe del gabinete económico de México. A él obedecerán los titulares de Hacienda, Economía, Energía, Pemex, Agricultura, etcétera.
Y si Videgaray logra convertir a México en un aliado de Trump, entonces Videgaray será el precandidato presidencial con mayores posibilidades de llegar a Los Pinos en 2018.
El doctor Videgaray habrá entonces superado a la ficción del renacido de Alejandro González Iñarritu
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