Hartazgo popular
¬ Augusto Corro miércoles 4, Ene 2017Punto por punto
Augusto Corro
El gasolinazo demostró que México dejó de ser un país petrolero y que la sociedad mexicana se encuentra harta del gobierno inepto y derrochador, insensible a los problemas que la agobian. No se necesita ser un experto en economía para entender que se administran tan mal los recursos del país, que es necesario subir los precios de las gasolinas, para mantener con vida artificial a la gallina de los huevos de oro. Sí, con el propósito de obtener más recursos para malgastarlos.
¿De dónde obtener el dinero suficiente y con mayor facilidad? Pues de la venta de gasolina a mayor precio. De ahí que a partir del uno de enero subió el valor de los combustibles de la siguiente manera: 20.1% en la Premiun, 14.2% la Magna y 16.5% el diésel.
Los escandalosos despilfarros en sueldos para la clase política, los subsidios e inversiones sin sentido para la partidocracia y programas de supuesto desarrollo, alejados de la austeridad propiciaron en parte, el desmesurado gasolinazo.
Los legisladores, beneficiados con salarios de primer mundo, aprueban el gasto público que nada favorece a 55.3 millones de mexicanos que viven en la pobreza. Senadores, diputados, ministros, funcionarios públicos e inclusive ex presidentes de México tienen sueldos estratosféricos, sin merecerlo.
Sólo basta con revisar los “bonos” secretos (del dinero de contribuyentes) que se adjudican los diputados cada año, sin rendir cuentas a nadie. Con ese despilfarro de recursos, no habrá dinero que alcance para mantenerlos. Es larga la lista de hechos que nos hablan de una sangría económica difícil de controlar.
El gasolinazo despertó la conciencia de la sociedad, cansada de los escándalos de corrupción de aquellos que saquean a México. ¿Dónde va a parar el dinero que las autoridades federales envían a los gobiernos estatales? Pues a los bolsillos de los gobernadores.
Esa nueva clase de políticos ladrones no conformes con robarse los recursos públicos, endeudan a sus entidades, conscientes de que el brazo de la justicia difícilmente los alcanzará. Ahí están los ejemplos de los ex gobernadores Javier y César Duarte, quienes con las alforjas llenas del dinero público se dedican a disfrutarlo. Con la tranquilidad de que nunca serán castigados por su delito.
El saqueo al erario se ve como una actividad común, una tradición política amparada por el fuero, cuyos beneficiarios tienen la certeza de que nadie los molestará. Para no esforzar la memoria basta con recordar a Humberto Moreira, ex mandatario de Coahuila.
LOS INCONFORMES
En los momentos de redactar estas líneas, en diferentes sitios de la geografía de México se desarrollan manifestaciones de inconformes por el alza a las gasolinas.
En algunos casos se efectúan bloqueos de carreteras y vías importantes en las ciudades, y en otros, se evita el paso a las gasolinerías. El malestar de la población es general, y por ahora, de pronóstico reservado.
En los últimos días del año pasado, una vez que se anunció el nuevo precio de los combustibles, los comerciantes empezaron a elevar el precio de los alimentos de la canasta básica.
Era lógico que eso ocurriera, pero a las autoridades federales poco o nada les interesó que el incremento a los combustibles hiciera más difícil la “cuesta de enero”. Al parejo de la mala noticia, la sociedad inició actos de protesta como pudo.
Con mejores medios de comunicación (redes sociales) el descontento se multiplicó automáticamente y la inconformidad creció. Los reproches a las autoridades federales se agudizaron y la denominada reforma energética fue calificada de fraude total.
En principio, porque el presidente Enrique Peña Nieto en septiembre de 2015 anunció el fin de los gasolinazos. En enero de 2016 anunció que bajarían los precios de las gasolinas. No ocurrió así. Se trató de mentiras para impulsar la multicitada reforma energética.
HISTORIA TRISTE
¿Qué sigue en el caso del alza en los precios de la gasolina? Es difícil el pronóstico. En materia política, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) será la organización política que pague los platos rotos, en años de elecciones.
En el renglón económico, se reconfirma que Pemex, esa empresa antaño poderoso sostén de México se encuentra en bancarrota. La importación de las gasolinas provocará que los precios cada vez sean mayores. En fin, el daño ya está hecho. El hartazgo de la sociedad mexicana se encuentra más que justificado.