Cuentas del cuento
Freddy Sánchez martes 3, Ene 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Ahora resulta que con los incrementos en el precio de la gasolina nuestros hijos serán los “ganones”.
Y si no ellos,(quizá podría haberse dicho), los hijos de nuestros hijos. Y si tampoco ellos, entonces sus nietos, bisnietos o tataranietos.
De modo que “alguien me explique”, bien podría con sarcasmo interrogar el comediante Derbez.
Porque más que imperiosa es la necesidad de aclarar cómo es que, (si tal cosa fuera verdad), los hijos de los que menos tienen, (los más fregados pues), serán los que a mediano plazo se beneficien de la abrumadora alza en los precios de la gasolina.
Lo que además, para agobio y molestia de la mayoría, seguirá ocurriendo con nuevas alzas quién sabe por cuánto tiempo o hasta que la competencia entre los “tiburones” gasolineros los obligue a reducir el precio de los combustibles.
El caso es que el momento actual, según la Secretaría de Hacienda, la medida institucional que propició una repentina alza en los precios de la gasolina, es algo que se traducirá en favorecer y no perjudicar a la gente.
La supuesta razón es que evitará mermas importantes en el ejercicio presupuestal de salud y educación, además de insuficiencias de inversión en distintas áreas prioritarias, en vez de la imposición de más impuestos, más deuda o más recortes al gasto público con secuelas altamente perjudiciales contra la mayoría, dado que esta clase de medidas benefician únicamente a los más ricos.
Vistas así las cosas (desde la muy particular óptica del gobierno federal), habría necesariamente que creer en el discurso oficial y por lo tanto sentirse ampliamente reconfortados, sobre todo si uno le diera total reconocimiento y validez a la afirmación institucional en el sentido de que el “fatídico gasolinazo” (rotunda y mayoritariamente repudiado en las marchas y plantones callejeros), no es un indicador del fracaso de la reforma energética.
Y no lo es (a decir de las autoridades de la Secretaría de Hacienda), puesto que dicha reforma continúa en operación con todos sus efectos positivos en curso para beneficio futuro de México.
Bajo tal premisa, obviamente, deberíamos pensar que los que tanto se afanan en seguir anunciando un porvenir satisfactorio para la sociedad con las reformas estructurales en proceso de ejecución, en verdad creen en lo que dicen.
Y por supuesto, no se trata de un acto de desfachatez de demagogos y falsarios pretendiendo con sus promesas de bienestar futuro para el país, que el pueblo no pierda la fe en que todo va “viento en popa” y serán nuestros hijos los grandes beneficiarios del sacrificio al que somos convocados.
En otras palabras pues, bien podría llegarse a pensar que si se trata de aportar algo más de esfuerzo para lograr un cambio sumamente positivo en bien de la sociedad en un plazo no muy largo, inequívocamente, no hay por qué quejarse.
Menos aún si damos por cierto que nuestros hijos algún día estarán disfrutando de una vida más cómoda.
A no ser, claro está, que en este país tengamos que seguir viendo con azoro e indignación el paso de más y más generaciones de políticos mentirosos y compatriotas decepcionados y defraudados, a causa de un hecho que se repite sexenio a sexenio desde hace mucho tiempo:
Las interminables y alegres cuentas del cuento.