Una de las más grandiosas proezas culturales está en el Auditorio: El Cascanueces
Espectáculos miércoles 21, Dic 2016- La majestuosa temporada que ofrece la Compañía Nacional de Danza concluye el 23 de diciembre
Gloria Carpio
La puesta en escena de “El Cascanueces” en el Auditorio Nacional, constituye una oportunidad para poder apreciar una de las más celebradas proezas artísticas en la era de la globalidad, pues en ella participan 80 bailarines que danzan sobre 300 metros cuadrados, detrás de los cuales hay 100 técnicos especializados, manejando un equipo electrónico de 50 toneladas.
Y es que la razón de que este montaje haya migrado de Bellas Artes al Coloso de Reforma con funciones del 16 al 23 de este mes, es para dar oportunidad a que el mayor número de personas tenga presencia frente a esta grandiosa obra.
Y sí, a nivel mundial en este momento se disputan tener cerca este espectáculo, basado en el cuento “El Cascanueces y el Rey de los Ratones”, que en 1891 Tchaikovsky adaptó al lenguaje del ballet y que desde entonces es considerada como la magna obra, por la que se paga en los mejores teatros del mundo más de mil dólares por verla.
En México se nos ha hecho común, porque somos una potencia dancística y porque tenemos un ejército de bailarines permanentemente ensayando y disputándose el honor de incorporarse a las mejores compañías de danza, no sólo de México, sino del mundo, y no es casual que más de cien mexicanos figuren en los primeros papeles de las obras dancísticas.
Y es que “El Cascanueces” no sólo es coreografía, es también música que se convirtió en clásica, merced a la adaptación que Lev Ivanov y Piotr I. Tchaikovsky le hicieron y dejaron para la posteridad en el lenguaje pautado, donde tiene un importante papel La Compañía Nacional de Danza y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, que ensayan el montaje durante un año, para que los jóvenes de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del INBA muestren un despliegue de talento y técnica para transportar al público al maravilloso cuento navideño, escrito por Amadeus Hoffmann y adaptado por Alejandro Dumas en 1816 y al que Tchaikovsky vistió con su mejor música.
“El Cascanueces” está dividido en dos actos, en el primero se cuenta la historia de “Clara”, una niña que en vísperas de Navidad recibe de su padrino, “Herr Drosselmeyer”, un cascanuees con figura de soldado, juguete que provoca la envidia de su hermano “Fritz”.
En el segundo acto se narra el paseo de “Clara y “El Cascanueces”, quienes llegan al “País del azúcar”, una insólita región donde desfilabn diversos personajes que interpretan las danzas de las lejanas regiones y donde la aventura termina con un baile entre “El Cascanueces” y “El Rey de los Ratones” con todo su ejército, de la que sale victorioso el primero y es el momento en el que se rompe el sueño que de todo ello vive “Clara”.
Y es que éste es el mejor momento para apreciar la magnitud del montaje, ya que el cuento, conjugado en danza y música, comienza en torno de un espectacular árbol de Navidad con un enorme sillón, flanqueado de dos grandes soldaditos de plomo, que son los encargados de abrir el telón.
Aquí comienza la historia, con los preparativos para la gran noche en la casa de la pequeña “Clara”, rodeada de toda su familia y amigos, que hacen desfilar a los niños en el salón, en torno al arbolito de Navidad que se encuentra lleno de regalos para los concurrentes a la cena.
“Clara” tenía la suerte de tener un padrino que era juguetero (Herr Drosselmeyer) quien fabricaba maravillosos juguetes para ella y su hermano “Fritz”.
En esta ocasión llevaba a los niños un arlequín, una colombina y un moro, que pone a danzar para deleite de todos y “Clara” queda maravillada con el espectáculo de los juguetes y pide a su padrino que sigan bailando toda la noche.
Pero sus padres le explican que su actuación ha terminado y por ello la niña entristece y al ver sus lágrimas su padrino le entrega un juguete que había creado para ella; un cascanueces que luce pequeño, junto a los enormes muñecos bailarines. Con eso bastó para que “Clara” dejara de llorar.
Es cuando su hermano “Fritz, disgustado por no tener un obsequio, arrebata el cascanueces a su hermana y lo rompe. Drosselmeyer procede a reparar el muñeco y el padre de la niña lo coloca frente al árbol y todos comienzan a bailar al son de la música.