Migrantes
¬ Augusto Corro martes 20, Dic 2016Punto por punto
Augusto Corro
El problema de los migrantes es mundial y amenaza con agudizarse pues se deriva de la pobreza, la inseguridad y las guerras.
A lo anterior debe sumarse la insensibilidad de los gobiernos racistas, xenófobos, en general discriminatorios que nada quieren saber de los extranjeros que buscan trabajo, asilo y refugio.
Cada una de esas personas que abandonan sus países de origen sufren dramas diferentes. Algunos en su calidad de indocumentados los espera la cárcel o la deportación inmediata.
En muchísimos casos pagan con sus vidas durante el éxodo. Así por ejemplo, el Mar Mediterráneo ya es un cementerio acuático que recibió los cuerpos de los ilegales que mueren en los naufragios de las naves que no soportan el peso de la carga que llevan.
Esas tragedias marítimas también alcanzan a los niños que viajan con la familia. Por donde se vea esta problemática social arroja una cadena de injusticias sin solución.
Uno de esos conflictos tiene visos de agravarse en Estados Unidos, donde el próximo presidente, Donald Trump, se convirtió en el terror de los inmigrantes de diferentes partes del mundo que no tienen una estancia legal, pues amenazó con deportarlos apenas asuma el poder.
Entre los indocumentados que odia el empresario multimillonario metido a político se encuentran los mexicanos a quienes calificó de violadores y delincuentes, desde el inicio de su campaña rumbo a la Casa Blanca.
Una vez que conoció su triunfo Donald recalcó que para empezar tres millones de indocumentados serán encarcelados o expulsados de EU, entre estos los criminales y quienes tengan antecedentes delincuenciales.
Tras la deportación, el mandatario dijo que su gobierno decidirá qué hacer con el resto de los ilegales. Sin duda, la deportación masiva se incrementará en los países de América Latina, con un sinnúmero de conflictos sociales como son los siguientes: desempleo, violencia, inseguridad, pobreza, etc.
Si los migrantes abandonaron sus hogares en busca de mejores condiciones de vida, alejarse de la pobreza, regresar a lo mismo no será fácil; y aquellos que huyeron hacia otro país por temor a la delincuencia organizada, tampoco desearán retornar a vivir con la angustia de las balaceras, secuestros y extorsiones.
Para México, el problema es mayúsculo, porque no solo tiene que resolver la situación de los connacionales que una vez deportados tendrán que conseguir empleo.
Nuestro país no está en condiciones de ofrecer fuentes de empleo. ¿Y la ola de migrantes de los países centroamericanos que llegan a México que les espera? ¿Qué ocurrirá con los hacinamientos de miles de extranjeros que esperan la oportunidad de cruzar la frontera?
Y se vive en toda su intensidad el drama de los haitianos y de los chinos que habitan en condiciones infrahumanas.
Miles de migrantes centroamericanos cruzan por nuestro territorio rumbo a EU. Esa actividad que realizan los extranjeros desde hace muchos años ahora es más constante y desafortunadamente participan miles de niños que viajan solos y tienen como destino encontrar a sus familiares en el vecino país del norte, sin importarles los peligros que tienen que enfrentar.
A grandes rasgos es lo que ocurre en diferentes partes del mundo con el fenómeno migratorio. No es nada nuevo, pero si amenaza con crecer, pues a los gobiernos de los diferentes países involucrados en el conflicto migratorio poco o nada les interesa resolverlo.
Se ignora cuál será la política para aprovechar la mano de obra que llegará con las deportaciones. Nada hará que Trump cambie su política de expulsar a los extranjeros, aunque no será tan fácil como lo supone.
En EU, con motivo del Día Internacional del Migrante, que se celebra el 18 de diciembre, miles de personas en ciudades del vecino país, como Los Angeles y Nueva York, se reunieron para demostrar su “resistencia al gobierno de Trump”.
El hecho se interpretó como una advertencia al empresario para que reflexione sobre lo que piensa hacer con sus planes antiinmigrantes.
A las manifestaciones asistieron funcionarios públicos de California, donde la población es mayoritariamente mexicana, decidieron defender a los inmigrantes. En Latinoamérica también tendrían que desarrollarse programas para enfrentar la amenaza que representa Trump, pero no parece que esto pudiera ocurrir. Prefieren que los migrantes huyan de sus países porque no tuvieron la oportunidad de conseguir empleos, seguridad, y en general una mejor calidad de vida.
Con un presidente estadounidense racista, xenófobo, como Trump, el futuro de los inmigrantes ya es incierto. Ojalá y esté equivocado.