Los linchamientos
¬ Augusto Corro jueves 15, Dic 2016Punto por punto
Augusto Corro
Se repite en el país la aplicación de la justicia por propia mano. Los linchamientos van de acuerdo al tamaño del delito y son de diferente manera.
De esa terrible acción de juzgar de los pobladores ya se cayó en gravísimos errores, pues varios que murieron golpeados por los lugareños eran inocentes.
Las causas de esas manifestaciones violentas surgieron porque las autoridades no cumplen con su función de brindar seguridad.
Todo mundo sabe que la espiral de violencia se extendió por el territorio nacional, donde la delincuencia organizada o no sembró el terror.
La impunidad que protege a los criminales sirve de estímulo para cometer toda clase de delitos. Saben que se encuentran muy lejos de la cárcel.
En México sólo el 1% de los delitos son castigados.
Motivo más que suficiente para que cualquier sujeto delinca sin posibilidad de que lo juzguen y envíen a la cárcel. De ahí que nada pueda frenar la violencia que se traduce en secuestros, extorsiones, cobros de piso y asesinatos.
Como las autoridades no cumplen con su obligación de brindar seguridad, son los propios pobladores los que asumen el papel de justicieros.
En días recientes los asaltantes de autobuses encontraron en su camino a los vengadores anónimos que los eliminaron a balazos.
Las autoridades deberán poner una mayor atención al incremento en el número de linchamientos, que crece por la ausencia de policías y de las autoridades incapaces de erradicar la inseguridad agobiante.
UN GRAN MERCADO
Al cumplir 10 años de la guerra fallida de Felipe Calderón surgieron comentarios y análisis sobre la actuación del presidente panista que enfrentó al crimen organizado sin ninguna estrategia.
Se habló de los miles de muertos, desaparecidos, viudas y huérfanos, en general de los efectos de la narcodelincuencia en México.
Sin embargo, no se trató a fondo el tema de los consumidores de estupefacientes que se encuentran en Estados Unidos. Ni las propias autoridades estadounidenses se preocupan por reducir el número de los adictos a las drogas.
Ese mercado de adictos a los estupefacientes son los causantes directos o indirectos del crecimiento de los cárteles de la droga en nuestro país. Con el mercado de drogadictos más grande el mundo tan cerca, la lucha de sus proveedores por las plazas y las rutas afecta a México.
De aquel lado de la frontera sólo se concretan a distribuir y consumir las drogas. Aquí en nuestro país se producen y se exportan luego de librar luchas sangrientas entre los cárteles.
En el caso de la narcodelincuencia el más afectado resultó México y eso se ve en el balance general de la guerra fallida de Calderón.
En EU no sólo resultaron beneficiados los consumidores de estupefacientes, también obtuvieron enormes ganancias los fabricantes de armas y los contrabandistas. Estos últimos no tienen ningún problema en su negocio.Como se dijo en repetidas ocasiones en relación a este asunto: EU pone los drogadictos, México los muertos.
BONOS INSULTANTES
A veces, la Iglesia católica toca problemas terrenales. En esta ocasión criticó los “bonos” de fin de año que se dan los legisladores y funcionarios públicos.
La Arquidiócesis de México calificó como “escandalosos insultantes” esas autogratificaciones y pidió replantear el servicio púbico y revisar las condiciones de la distribución de la riqueza.
En su editorial del semanario “Desde la Fe”, la Iglesia católica estuvo en contra de los asignaciones de bono de fin de año de legisladores y funcionarios públicos, que van de 140 mil a 586 mil pesos.
De nada servirá el comentario de la Arquidiócesis de México, pues nadie le hará caso a su descontento. Los legisladores no se encuentran en condiciones de rechazar el dinero fácil que les llega. Para empezar, ellos hicieron de la política su modus vivendi, su negocio y éste tiene que proporcionar utilidades.
Precisamente, algunos diputados dijeron que no aceptarían esa “bono” que no tiene justificación alguna; pero otros, prefirieron guardar el silencio necesario. Es decir sí aceptaron esa cantidad de dinero, que para millones de mexicanos sería como ganar el premio mayor de la Lotería.
Sin embargo, los legisladores mexicanos, claro no todos, practican una insensibilidad política que los hace indiferentes ante sus representados. Fueron al Congreso a pugnar por mejores condiciones de vida para la sociedad, no para enriquecerse.
Aquella idea de reducir el número de legisladores fue excelente, pero pronto se olvidó. Quinientos diputados son muchos. Dejarlos en 250 sería un buen ahorro para la economía que está en condiciones difíciles.