¿Con Dios o con el Diablo?
¬ Gustavo Mora miércoles 13, Oct 2010Nostálgicos y acelerados
Gustavo Mora
No es posible tener relaciones cercanas con el cardenal Chedraui y estar peleado con el papa Benedicto XVI.
Y esto es lo que pretende hacer Andrés Manuel López Obrador. Ya desconoció y condenó al Comité Directivo del Partido de la Revolución Democrática en el Estado de México por aprobar alianzas con el PAN para la elección de gobernador del 2011, pero, pretende, con licencias indefinidas y permisos para votar por candidatos ajenos al PRD, si esa alianza continúa hasta la elección presidencial del 2012.
Mejor que se vaya de una buena vez con su modesta dupla de Convergencia y el Partido del Trabajo.
En ese sentido, fueron más honestos Roberto Robles Garnica y Porfirio Muñoz Ledo, que de plano rompieron con el sol azteca y emigraron a otros partidos (Porfirio ha abusado de ello)
Porque no se puede estar bien con Dios y con el Diablo. O encender un cirio en la Catedral Metropolitana y otro en la Iglesia ortodoxa rusa.
López Obrador está empachado y en su tropicalismo ya no sabe ni qué calle busca.
Los estatutos de los partidos políticos registrados y aprobados en el Instituto Federal Electoral son claros y no dejan duda: queda prohibido al militante de cualquiera de los partidos políticos votar por un candidato distinto a las siglas en las que dice militar. Ni siquiera hacerlo por debajo del agua o en lo oscurito.
Así que… ¡a otra cosa, mariposa! con los chantajes del “pejelagarto” y sus cada vez menos seguidores que repiten el estribillo: “es un honor estar con Obrador”.
Con su actitud van a dividir más al PRD.
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Por votación unánime, no ha habido peor secretario del Trabajo y Previsión Social que Javier Lozano Alarcón, el camorrista que trata de acabar con el movimiento sindical en sus confrontaciones con electricistas, trabajadores de Compañía Mexicana de Aviación, mineros y otros gremios importantes.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social es la más bonita del baile, según la definió Fidel Velázquez Sánchez. Pero Carlos Abascal Carranza decía que era una secretaría de tercera. De allí salió candidato presidencial Adolfo López Mateos. Y Salomón González Blanco no, porque se atravesó la represión al movimiento estudiantil de 1968, según confió Gustavo Díaz Ordaz en petit comité.
Pero por ese despacho desfilaron figuras como Andrés Serra Rojas, Manuel Ramírez Vázquez, Pedro Ojeda Paullada. Hasta que llegó a salarla y desacreditarla Francisco Javier Salazar Sáenz, al que le dieron fuero constitucional de senador de la República para blindarlo de todas las tarugadas que hizo.
Ningún gremio obrero se atrevió a descalificar y declararse enemigo del secretario del Trabajo y Previsión Social, como lo ha conseguido, a pulso, Javier Lozano Alarcón, que buscó ser secretario de Gobernación. ¿Se imaginan? Con el guadalupanazo de Abascal fue suficiente en esa que en un tiempo llegó a ser la fábrica natural de candidatos presidenciales… Humberto Moreira ha sentado cartel de gobernador eficiente y duro en Coahuila. Y Jesús Murillo Karam es uno de los senadores más duros, con trayectoria política y administrativa y una buena dosis de ideología y convicción en los principios priístas. ¿Qué tiene que hacer frente a ellos un burócrata metido a político como Emilio Gamboa Patrón, que como secretario particular de Miguel de la Madrid Hurtado, que su despacho estaba al lado del presidencial y aprovechaba para arrimarle gente a Carlos Salinas de Gortari cuando tenía acuerdos, pero con el que dice que rompió con él por el asesinato de Luis Donaldo Colosio? ¿Ya reanudaría las relaciones con el que es el dueño indiscutible actual del PRI? Gamboa sentó fama como funcionario público, de ser el cortador de listones de inauguración en obras del Infonavit y del Seguro Social en las que no había echado ni una cucharada de mezcla. También lo hizo en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Y en la presidencia del PRI no se trata de romper listones, sino de tener capacidad política para ganar los comicios.