Cienfuegos y EPN
Francisco Rodríguez lunes 12, Dic 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Los mexicanos hemos sido engañados durante décadas por los gobiernos, porque no tenemos acceso a la justicia, ni garantías racionales de seguridad, condiciones mínimas para que un Estado exista. P’acabarle de poner número a la casa, el Inegi revela que más del 50.9% de los ciudadanos, asegura que la corrupción es el más grave problema del país, sólo una rayita abajo de la delincuencia institucionalizada por el calderonato.
Nadie se responsabiliza de eso y casi de nada. Álvaro Obregón aconsejaba a los gobiernos taimados que, cuando no quisieran resolver algo, formaran inmediatamente una comisión. Ahora, en esos casos, expresamente se recomienda estar atentos a que se expida una ley, de las miles que duermen el sueño de los justos, para que todo se resuelva. Usted lo ha visto.
Presionado por la muerte de mil 200 elementos de tropa y Marina, más algunos infiltrados en corporaciones supuestamente civiles en lo que va del sexenio, el general Salvador Cienfuegos echó su cuarto a espadas frente a los reporteros de “la fuente” , en la residencia de la Sedena, en Lomas de Sotelo.
Los juanes también están hasta la madre de la corrupción prevaleciente. Les echan la culpa de todo, y les echan en cara que sólo sirven para izar las banderas y para las ceremonias cívicas. También de ser responsables de asesinatos extrajudiciales.
Guerra fallida, perdida, desmoralizante, antisistémica
El general secretario soltó expresiones inusuales entre los entorchados, que suenan a reclamo: ”urge plazo para que regresemos a los cuarteles”… “la violencia no se puede resolver a tiros”… “nosotros no pedimos estar en las calles”… “cubrir las labores de la policía nos desnaturaliza”… “no estudiamos para perseguir delincuentes”. Todas ellas, cabezales de ocho columnas en los diarios.
Ciento noventa mil mexicanos muertos en diez años, desde que a Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y a la dama que arrastra el rebozo, la consorte Margarita y su cauda de familiares, se les ocurrió doblarse ante los gabachos y ordenar al Ejército desplegar una guerra contra el narcotráfico, fallida y perdida en toda la línea. Desmoralizante y antisistémica. Todo, por millones de dólares a sus bolsillos y reconocimiento diplomático a una elección.
Por ello, decía el respetado republicano español Enrique Tierno Galván, que los bolsillos de los gobernantes debían ser de cristal. Nunca mejor dicho. Los de ahora, llenos de oro, son más amplios y resistentes a cualquier señalamiento de la opinión pública, y además no tienen fondo, usted lo sabe.
¡Qué, por favor, no abandonen las calles, please!
Unos minutos después de las palabras altisonantes de Cienfuegos, se prendieron las alarmas pudorosas entre la chiquillada del salón: las cámaras del Congreso, los empresarios medianos, los gobernadores bajo tela de sospecha, se desgarraron las vestiduras de inmediato. No se esperaba menos de ellos, son indispensables en la escenografía de esta desgracia nacional.
Que el Ejército no es para labores policíacas, que hay que establecer un marco jurídico que regule el papel del Ejército y la Armada en tareas de combate a la inseguridad… que no descartan la posibilidad de hacer un período extraordinario en enero… que el cuerpo normativo es el que va a hacer frente a la delincuencia organizada, pero mientras, por favor, que no abandonen las calles (!). Puras zarandajas, para justificar la chuleta.
Peña Nieto le responde al general secretario…
No podía faltar la voz de Peña, aunque “el pleito”, como dicen, “estaba más arreglado que una pelea de Parnassus”: “Las fuerzas armadas tienen como misión preservar la seguridad interior y cuidar la soberanía nacional, no necesariamente hacerse cargo de la seguridad pública”. (¿Cuándo lo han hecho?) Ni las disléxicas de Osorio Chong: “Hago votos porque el Legislativo llegue a un acuerdo para aprobar la ley de la materia”. (¿Como pa’ qué?) La nueva ley, como garante del sistema, para ofrecer resultados veinte años después de que se vayan todos y ya dejen de avergonzarnos más.
O sea, nada. Creen que una vez que planchen la nueva ley, ya fregaron. Van a poder hacerle como el conductor televisivo Jorge Labardini, cuando en los 60’s recientes cerraba los programas “Domingos Herdez” o “Ensalada de Locos”: salía “a cuadro” y golpeaba la palma de una mano con el dorso de la otra: “esto se acabó”, expresaba sonriente y satisfecho.
En el fondo, el reclamo de Cienfuegos y la respuesta del presidente siguen un guión, similar al de cualquier capítulo. La índole extraterrestre de los diputados del PRI
Los diputados, a través de César Camacho Quiroz y Martha Tamayo, priístas but of course, salen a decir que la nueva iniciativa de Ley de Seguridad Interior que ellos tienen, “específicamente establece que no podrá emitirse una declaratoria de afectación a la seguridad interior cuando sólo se trate de movimientos o conflictos políticos o de índole social”. Entonces, ¿de qué índole hablan, acaso de la extraterrestre?
Sigue sin entenderse cuál es la materia de la seguridad pública de los ciudadanos de carne y hueso, frente a la seguridad nacional que implica la defensa de la soberanía y el aseguramiento de los recursos patrimoniales. ¿Será porque así conviene? Porque hacerlo de inmediato es más fácil que la tabla del uno.
Sedena, ¿La Montaña Mágica de la kakistocracia?
Pero para eso, lo que menos falta es precisamente otra nueva ley que venga a engrosar los bultos siniestros del derecho nacional positivo, que no vigente. Lo único que hace falta es combatir sin hipocresías la corrupción galopante, limpiar la casa y que cada uno asuma sus responsabilidades.
Basta de usar las cámaras como oficialías de partes de nombramientos de magistrados judiciales, electorales y ministros a los parientes de Humberto Castillejos Cervantes. Tampoco debe usarse la Sedena como la Montaña Mágica de la kakistocracia. El gran hospital de los gerifaltes.
Si proyectos mucho más parecidos a una baratija, están atorados. Ni el famoso mando único para coordinar a los obesos cuerpos policíacos de barandilla estatales y municipales puede salir después de cuatro años de dar bastonazos de ciego, ¿cuándo creen aprobar una ley de seguridad interior, que no pueden explicar ni por su nombre, menos por su contenido?
Innecesaria una Ley de Seguridad Interior
Además, ¿quién necesita una ley de seguridad interior, si las regiones ya están repartidas, las plazas más importantes están vendidas al narco, los jueces ya saben cuánto se cobra, cada uno de los actores políticos tiene su precio y la Secretaría de Gobernación no tiene ningún interlocutor de fuerzas políticas y grupos reales qué atender?
Dicen que en la iniciativa de Camacho Quiroz establecerán los casos en que deben reunirse en el Consejo Nacional de Seguridad los encargados de la Defensa, la Marina Armada, la PGR y Gobernación. ¡Qué bueno! Porque ya basta de que sólo se reúnan para acordar los basukazos políticos y los cadáveres que endosan a los adversarios.
Y el poder civil, más atolondrado que un pollo sin cabeza
Por lo demás, no es cierto que el Estado dependa del poder militar. Sólo lo utiliza para escoltar los convoyes de sus asociados y protegidos, para reprimir insensatos que se oponen a las farsas, para amenazar cuando siente que se tambalea, para la venganza extrajudicial y el exterminio de los que no se mochan. Para todo lo demás, simplemente lo ignora.
Mientras, el llamado poder civil, más atolondrado que un pollo sin cabeza, no encuentra el espacio de la seguridad pública. Perdido en un mar de habilitados fiscales anticorrupción, generales de la nación, de derechos humanos, nacionales y de dependencias, de la procuración ineficaz de justicia, no define nada. Está catatónico, pero bien surtido.
Las fuerzas de seguridad federales y estatales, al garete. No saben para quién trabajan, ni quién las manda, si Gobernación, bastante deslegitimada e impugnada por las víctimas del desgarriate, o los mandos castrenses, que cuidan a la delincuencia, para que se encargue de meter orden en los moches de la delincuencia, y compruebe si está organizada.
La Ley de Seguridad interior suena más a un regalo a modo para legitimar a los delincuentes en búsqueda del poder político. El raciocinio elemental señala que los narcos deberán asegurar su vigencia. No hay de otros. ¡Qué manera de darse otro balazo en el pie! ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Desde Campeche, me escribe Julio López E.: ¡El colmo de la frivolidad, la fatuidad, la insensibilidad y sentido de la realidad! ¿De veras los tiempos están para que cuatro secretarios de despacho pierdan la tarde haciendo guacamole? Nos sale más caro que en el Rosa Mexicano de NYC y seguramente incomible. ¡Que ahí se queden y no regresen a su ‘trabajo”‘! El país y el pueblo de México se los agradecerán. Y luego se quejan del odio —que no ‘mal humor social’— que se les tiene, como dice su patrón. Realmente es mucho pedir después de ver y escuchar el faraónico/estaliniano evento del 1 de diciembre en el Centro Bancomer en Santa Fe en el que no paraban de aplaudir y aplaudir el imprescindible e histórico mensaje de EPN. En eso de los eventos, se nota que nuestro Presidente está compitiendo con su homólogo, en todos sentidos, de Corea del Norte, el impresentable Kim Jong-un.” + + + Y un alto empleado de la cancillería, quien pide anonimato por razones obvias, señala: “Ahí tienen la genialidad del #retoguacamole y la impresentable ganadora. ¡Al menos un logro en 2016! A eso debería dedicarse: a vender guacamole en los mercados sobre ruedas. Tendría más éxito que como canciller… o quién sabe… ¡Qué pobreza de la infame ‘clase política’ que no nos gobierna, sino que se burla de nosotros y ríe a carcajadas en nuestra cara. ¡Qué descaro! ¡Qué banalidad!” . + + + Y don Alfredo Álvarez Barrón comenta: “Un grupo de vividores de la política, que se auto nombran de izquierda, agarraron de piñata a Donald Trump durante la celebración de su tradicional posada decembrina; pero el clímax del festejo ocurrió cuando el maestro de ceremonias los arengó para mandar un saludo al presidente electo de los Estados Unidos que devino, como era de esperar, en abundantes recordatorios familiares, para terminar con el grito vulgar y canallesco que se utiliza en los estadios de futbol para humillar al portero del equipo rival: “¡Ehhhhhh, puto!” Ya los quisiera ver cuando el señor Trump tome posesión.” A lo cual El Poeta del Nopal apunta certeramente: “Al escuchar sus bravatas, / recurso de verduleros, / apelo a la fe de erratas / para gritarles: ¡huleeeeros!
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