AMLO, siempre polémico
Ramón Zurita Sahagún jueves 8, Dic 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Sin duda, Andrés Manuel López Obrador es la figura más polémica dentro del ámbito político, todas sus entrevistas generan polémica, unas más que otras, pero cada una de ellas deja un distinto sabor de boca.
Pocas son las entrevistas que concede el tabasqueño, ya que crítica severamente que los medios electrónicos no le sean abiertos a placer, como se hace con los dirigentes o políticos de otros partidos.
AMLO logró un espacio en Televisa en uno de los dos principales noticiarios de esa cadena de televisión, en horario estelar y como sucede siempre, luego de la entrevista, se soltaron los comentarios.
La entrevista fue sosa, aburrida, nada cuestionadora y hasta a modo, tratándose de un personaje tan polémico como lo es el dirigente nacional de Morena.
Se considera que faltaron muchos cuestionamientos o preguntas que hacerle al eventual candidato presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional, pero él mismo advirtió en un inicio que no estaba como candidato presidencial (ya que lo sancionaría el INE), sino para dar a conocer el proyecto de su partido.
Es cierto que López Obrador es el único de los aspirantes presidenciales de cualquier partido político que tiene segura su nominación.
Nadie como él tiene definido su objetivo, aunque afirma que no busca el poder por el poder mismo, sino que su proyecto se enfoca a reordenar al país, erradicando la corrupción.
Andrés Manuel sabe el terreno que pisa y viendo que el suelo estaba parejo no aceleró el ritmo para forzar las cosas.
Los entrevistadores del equipo de Carlos Loret de Mola desperdiciaron el momento o, tal vez, quisieron crear confianza en el tabasqueño para que la siguiente ocasión que acuda lo haga con mayor confianza.
Si algo tiene el tabasqueño es no crear confianza ni mucho menos buscar las bondades de los periodistas, especialmente en los sectores donde más difícil le ha sido penetrar.
Lejos de caer en lugares comunes como la mayoría de los cuestionadores de AMLO que lo acosan con preguntas sin sentido acerca del origen de su supuesta cuantiosa fortuna o de qué vive o quién le patrocina los viajes y si es dueño de una lujosa mansión que habita, temas cada uno aclarado, la entrevista suave que protagonizó el miércoles por la mañana versó sobre un enemigo en común, al que se le ve con temor, el gobierno de Donald Trump.
Andrés Manuel respondió con cordura, sobre qué pasaría con él en el momento en que la situación se enrareciera y existiera una amenaza a los intereses de los mexicanos y dijo que entonces formaría parte del frente unido alrededor del Presidente de la República (Enrique Peña Nieto).
Con su dejo característico, López Obrador se sintió a sus anchas en la entrevista, que no gustó a muchos, pero que muestra una nueva faceta de AMLO, más relajado y con el optimismo de siempre.
Habló de algo que es preocupante en él, su estado físico y si éste le alcanzará para una campaña sumamente combativa como se espera sea la de 2018, por el infarto sufrido hace unos años.
Explicó que el infarto fue bastante fuerte, pero que se checa constantemente y sigue las instrucciones médicas y reconoció que los estados de salud de cada uno de los candidatos deberán ser dados a conocer públicamente.
Eso sí, rechazó debatir con los dirigentes de otros partidos como lo han retado el priísta Enrique Ochoa y el panista Ricardo Anaya y mantuvo su oferta de debatir con Carlos Salinas de Gortari.
De la entrevista, lo que quedó en claro es que López Obrador se encuentra estable, con buena condición física para competir y que no cederá su espacio para nadie y que deja abierta la opción de conciliador con todos los sectores de la sociedad mexicana, incluida la de los políticos arrepentidos que decidan unirse a su proyecto.
“El Rayito de Esperanza” se encuentra listo para la gran batalla del 2018, la que seguramente será la última para él, si es que no gana la Presidencia de la República.
Hace unos días AMLO cumplió 63 años y de ganar los comicios del 2018, asumiría la Presidencia de la República a los 65 años, peor en caso de no ganar ya contaría con 71 años de edad, lo que haría casi imposible ser nuevamente candidato y no por la edad, sino porque México se convirtió en un país de jóvenes.
GABINETE DIVERTIDO
Regularmente los secretarios del gabinete presidencial se toman demasiado en serio su papel de funcionarios públicos, no por la responsabilidad con que actúan, sino porque se convierten en serios y protocolarios.
Eso ha sucedido desde que los priístas inventaron el sistema político mexicano y los panistas prefirieron seguir con él, con todo y que su primer Presidente de la República (Vicente Fox) lejos estaba de esa tiesura de los demás.
Sin embargo, fue en esta administración y hace apenas unas semanas que los funcionarios del gabinete mostraron que pueden alegres, divertidos y hasta simpáticos, sin dejar de lado su responsabilidad.
El lado humano del secretario de Salud, José Ramón Narro Robles, del director del IMSS, Mikel Arriola y del director del ISSSTE, José Reyes Baeza, quedó implícito con un bailecito que a todos gustó.
Ahora con todo y lo rígido que son, el secretario de Agricultura, José Eduardo Calzada Rovirosa, emplazó a sus colegas de gabinete José R. Narro, Claudia Ruiz y Enrique de la Madrid, titulares de Salud, Relaciones Exteriores y Turismo, respectivamente, para que participaran en la llamada guerra del guacamole, que consiste en que cada uno de ellos prepare el platillo a su gusto. Tal vez este tipo de situaciones sirvan para situar a los funcionarios públicos como viles terrestres y no como ellos se ven, como seres privilegiados.