Héroe y villano
Freddy Sánchez martes 6, Dic 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Con honores y deshonores, asistencias e inasistencias tuvieron lugar las honras fúnebres para Fidel Castro.
El juicio de la historia pronto alcanzará a quien con mucha anticipación ( e incluso ligereza), no pocos ya han juzgado. Héroe, dictador o villano; libertador o represor del pueblo cubano.
Aquellos que le guardan respeto y consideraciones al personaje de Fidel Castro, no dudan en atribuirle méritos de un gran estadista.
A diferencia de sus implacables críticos, que fuerte y quedito, igual que ayer hoy también lo tildan de un dictadorzuelo de triste memoria.
Juicios contrastantes se escuchan por doquier sobre el hombre que llegó para quedarse con el poder en la isla de Cuba.
Alguien que al morir se llevó a la tumba el cariño de muchos cubanos, jefes de Estado, líderes sociales y una pléyade de personalidades de la literatura y la política en el mundo.
Todo lo contrario de los que únicamente quieren ver en la trayectoria de Fidel Castro, abusos, prepotencia, necedad, falso amor a su pueblo, autoritarismo, represión y crímenes contra sus opositores a lo largo de su mandato como presidente de Cuba.
Para unos pues, el difunto fue un emérito libertador y gran héroe, mientras que para otros, dictador y villano.
Juicios extremistas que comúnmente carecen de completa veracidad, dado su habitual condimento de fanatismo laudatorio o fanatismo fustigador, dependiendo de la fuente emisora de cada juicio.
Lo cierto es que Castro, (como tantos otros famosos personajes históricos que ejercieron un poder extraordinario en varias épocas y regiones del mundo), no puede ser motejado de bueno o de malo, santo ni demonio y naturalmente tampoco como un auténtico o falso adalid al que la humanidad deba glorificar o vituperar para siempre.
Los individuos como Fidel, lógicamente, no son ciento por ciento bondadosos o crueles, pacíficos o violentos, sucios o impolutos, verticales o tortuosos, veraces o mentirosos, honestos o deshonestos.
Pero una cosa es segura: derrocar a un gobierno establecido con apoyos militares propios y externos y grandes capitales a su disposición, requiere mucha valentía.
La madera de un héroe que no tema perder la vida en su propósito por deponer a un gobierno que considera nocivo, lo que sin duda alguna alentó la insurgencia de Fidel Castro para hacerse del poder.
Y si en algunos o muchos momentos de sus longevo mandato se condujo como dictador o villano (a fin de enfrentar a sus opositores), tal comportamiento no debería causar extrañeza, puesto que la casi inevitable perversión del poder y sus excesos, difícilmente son ajenos entre muchos gobernantes actuales y de otros tiempos.
Unos más, otros menos hicieron o hacen uso de métodos prepotentes y abusivos para prolongar su poder o heredarlo a incondicionales.
Cuba, por lo tanto, no podría ser la excepción.
Así que simple y llanamente podría decirse que al igual que otros personajes históricos de controvertida memoria, Fidel Castro fue durante su prolongada gestión al frente del gobierno cubano, héroe y villano.