El equipo de Osorio: Roberto “Hampa” • I
Francisco Rodríguez miércoles 30, Nov 2016Índice político
Francisco Rodríguez
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La infame conjunción del carpicismo —cuyo máximo exponente fue un vividor eterno de las arcas universitarias— con el salinismo salvaje produjo un engendro que dio al traste, antes de nacer, con una sana política de defensa de los derechos fundamentales del ciudadano mexicano, privilegiando sobre ella el encubrimiento estatal de criminales, a quienes desde entonces se les dio el tratamiento de héroes civiles.
El nacimiento de ese bodrio llamado Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que no ha servido sino para dejar inermes a los nacionales frente a las pandillas de delincuentes organizados, se convirtió en una obsesión de todo tipo de juristas pumas “raritos”, quienes se posesionaron de una estructura institucional viciada de origen.
Jorge Carpizo usó a la CNDH como trampolín para escalar todas las instancias de control político interno, esgrimiendo una bandera de blindaje institucional, que se opuso a la aplicación de la ley y se oteó para que los intelectuales arribaran a la PGR y a la misma Secretaría de Gobernación, desplazando a los políticos profesionales, con la palanca presidencial de Carlos Salinas de Gortari.
En varias ocasiones, con el berrinche de sus renuncias, Carpizo puso en predicamento la estabilidad política.
Para aprobar la “certificación” de EU
Desde entonces, los gobiernos llegados al poder tomaron la política de derechos humanos, sin saber que venía del ombudsman sueco, aparato independiente, justiciero ante el poder del Estado, como bandera propia e insensata. De repente, todas las dependencias oficiales tenían su oficina de lujo correspondiente, que obedecía a la estructura jurídica del carpicismo, carente de sentido, contraria a los intereses de la sociedad.
Desde entonces, todos los aparatos administrativos se fueron tras el trapo como burros mazorqueros, con los ojos tapados, sin saber que era sólo un requisito de los gabachos para que se pudiera firmar el TLC y, además, poder contar con la “certificación” anual del gobierno de los Estados Unidos.
Y así siguen, insistiendo en una serie de zarandajas supuestamente teóricas, que no tienen origen ni destino, pero ellos creen que las utilizan ¡para lucimiento de atributos personales!
Una subsecretaría, ¿para qué?
Nunca supieron que en la Secretaría de Gobernación hubo una humilde mesita de garantías individuales de tercer cachete, con un jefe de oficina y su secretaria, que muchas veces salvó de la extinción a ciudadanos inermes que habían sido sentenciados a la ejecución capital, cuando algunos estados y sus caciques todavía aplicaban la pena de muerte.
Ahora, es la flamante e inservible Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación. Nadie se explica qué hace esa y para qué sirve esa dependencia. Sólo se conoce que consume mucho dinero.
Es una especie de cajón de sastre de todo lo intrascendente, excepto cuando el titular de la misma quiere que esclarezca cuestiones mayores, como lo de Ayotzinapa, donde sólo dio palos de ciego y quedó peor que como empezó.
El sobrino de Arsenio Farell
En esa posición han colocado a aquéllos que ya ni saben adónde mandar, para no dejar sin hueso a los protegidos. Es un catálogo de espectros vivientes sin oficio ni beneficio. Presupuestívoros, decía el cómico Palillo. Cafiaspirinóicos, a más no poder. Insectos chupeteadores.
Ahí pusieron al impresentable y mil usos Roberto Campa Cifrián, abogadillo de quinta y no economista del ITAM, como ostentó indebidamente durante su intrascendente carrera política, practicante conspicuo de la sumisión y el camaleonismo, la traición y el peculado.
Iniciado en las nóminas abundantes por su tío Arsenio Farell Cubillas, esposo de su tía carnala Rosa María Campa Padilla, a quien realmente le debemos el legado de éste. Todo, porque el papá le lavaba el dinero al marido, El güero Lyz, en sus múltiples automotrices, regadas por todo el país.
A petición de parte, Farell recomendó al junior wanabe con Arturo González de Aragón —aquel que públicamente le mentó la madre a Carlos Salinas de Gortari y le espetó aquella frase famosa: “Me arrepiento de haberte conocido y de haberte invitado a mi casa hijo de la chingada”—, en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en alguna oscura dirección a su cargo de la que era titular Miguel de la Madrid. Posteriormente se lo llevó al entonces DDF, ya a cargo de Ramón Aguirre, quien lo tuvo como director del Coplade, para después nombrarlo subdelegado en Iztapalapa, donde hizo ver su suerte a los ejidatarios de Santa María Aztahuacán y a los de la sierra de Santa Catarina.
Con Camacho y Ebrard, y los insultaba
Con Manuel Camacho (a quien siempre despreció y de quien siempre habló mal, al grado de señalarlo como autor del asesinato de Colosio) al frente del DDF y con Enrique Jackson (su otro padrino, quien le enseñó a navegar por las cloacas, acompañados de mujeres y riquezas mal habidas) al frente del PRI del DF y Marcelo Ebrard (de quien se hizo “íntimo” amigo y hasta viajaron “juntitos” a Japón) como secretario general, ocupó la oficialía mayor, donde le nació el apetito por los dineros en maletas sin control ni rendición de cuentas. Ahí fue sumiso tanto a Camacho como a Ebrard, a quienes insultaba en privado, tildándolos de imbéciles y ambiciosos, lo que según quienes le conocen no era sino una proyección personal.
Zapato electoral en el PRI-DF
Roberto Hampa (como se refiere a él Diego Fernández de Cevallos) se acomodó como diputado federal en dos ocasiones (intrascendente en las dos Legislaturas) en donde acumuló amistades de las que se serviría posteriormente.
Sucedió en el PRI del DF a Fernando Lerdo de Tejada, ya con Óscar Espinosa Villarreal (de quien se hizo socio y cómplice) en el todavía DDF. Dado el desastre político y profunda corrupción de Espinosa, en 1997 Roberto Hampa, al frente del tricolor en la capital nacional perdió 87 de 87 candidaturas en juego, es decir, zapato político. Diputaciones federales y locales, delegaciones y la jefatura del DDF que conquistó Cuauhtémoc Cárdenas.
Ernesto Zedillo premió su “labor política” enviándolo a la Profeco, en donde descubrió otro gran negocio personal, principalmente con los gasolineros y los gaseros. Ahí tuvo de cómplice y testaferro principal otro impresentable, Florentino Castro, y al entonces delegado de la Profeco en Nuevo León —y después subsecretario de Gobierno con Rodrigo Medina en el gobierno de González Parás—, hoy procesado por delincuencia organizada y vínculos con los narcos del estado a quienes les vendió plazas. Este oscuro personaje se convirtió en el mecenas de Campa a quien le regaló bicicletas, armas, fusiles de cacería, invitaciones a ranchos en Tamaulipas y Nuevo León, así como maletas repletas de dinero producto de las extorsiones en el norte del país.
Siempre a su lado otro siniestro, oscuro y esquizofrénico personaje que hasta el día de hoy lo acompaña en la Segob, de nombre Luis Miguel Ortiz Haro, cuyos méritos no pasan de dos cosas: le arrima maletas repletas de dinero producto de sus negocios. Es más, el día de hoy, un hermano del tal Ortiz Haro está recluido en un penal federal del norte del país producto de una larga serie de delitos federales que se le imputan, entre ellos delincuencia organizada, lavado de dinero y delitos contra la salud.
Y comienza su enriquecimiento
Hampa Cifrián se hizo muy rico. Tanto que al poco tiempo se había olvidado del gran favor de Arturo González de Aragón, y cuando éste subió a la Auditoría Superior de la Federación lo balconeó en sus prácticas profesionales y lo acusó de ser penalmente responsable de conflicto de intereses, toda vez que el contador González, en sus ratos privados, exoneraba las administraciones de sus valedores, Fox y Calderón.
Lo cual era cierto. Pero no como plato de sus venganzas personales, pues el contador lo había salvado de vegetar drogado en las colonias de nacencia, con su larga melena y sus huaraches de hippie.
Pero, usted sabe, la memoria de los malnacidos es, desafortunadamente muy flaca. (Continúa).
Índice Flamígero: Entra en la categoría de “lo bueno también se cuenta” el reculón que ayer diera la consejería jurídica de Los Pinos –y que firmara Enrique Peña Nieto— para modificar el artículo décimo sexto transitorio de la reforma constitucional que establece el paso de procurador general de la República a Fiscal en forma automática. De ser aprobada, como lo será, no existiría ya el pase automático de Raúl Cervantes Andrade, primo del consejero jurídico Humberto Castillejos Cervantes, como se lo habían propuesto para cubrirse las espaldas hasta 2026. A principios de noviembre, 46 organizaciones de la sociedad civil habían exigido la renuncia del actual procurador para evitar que se convirtiera en el nuevo fiscal de 9 años y le exigieron que compitiera por el cargo como el resto de los ciudadanos. Cero y ya van dos chambas que Raúl Cervantes pierde en dos años. Necesita buscarse un abogado defensor ¡que no sea su primo! + + + Desde el correo electrónico mexico_2008@outlook.com algún paniaguado del güero Gerardo Ruiz Esparza, hizo llegar un mensaje —anónimo, but of course— en el que intenta desvirtuar lo que usted leyó aquí hace un par de días sobre la enredada, como tenía que ser, licitación de la red compartida (“red corrompida”, la llamé aquí) que, para no variar, pone en entredicho ante el mundo la honestidad de los funcionarios mexicanos.
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