Fidel Castro Ruz
¬ José Antonio López Sosa lunes 28, Nov 2016Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Murió uno de los hombres que marcaron la historia moderna de América Latina. Doctor en derecho, ser humano de claroscuros, controvertido y sin lugar a duda, un hombre que luchó por la libertad de un pueblo y de una región en cuyo andar se convirtió también en un factor prohibitivo para las libertades por las que peleó.
Es admirable la lucha que enfrentó Fidel Castro contra un régimen neo colonialista que los Estados Unidos de América tenían impuesto en Cuba en la década de los cincuenta.
Las atrocidades del régimen de Fulgencio Batista, así como la vocación estadounidense de convertir a Cuba en su traspatio de diversión, centro de apuestas y prostitución, generaron las condiciones para que una revolución como la de Castro se gestara.
Esta parte de la historia la olvidan los que lo vislumbran como villano y creen que la apertura (léase imitación) con el sistema de los Estados Unidos traerá la libertad a la isla (¿qué libertad? ¿la de la década de los cincuenta?).
Fidel Castro logró ponérsele frente a frente a los Estados Unidos, cosa ejemplar para los pueblos latinoamericanos al inicio de la década de los sesenta.
El gobierno de Washington respondió con una invasión fallida (Bahía de Cochinos) y un embargo fuera de toda proporción que continúa hasta el día de hoy. Hay documentados centenares de intentos de homicidio dirigidos por la CIA desde la Unión Americana, ninguno de ellos tuvo éxito.
Fidel Castro no ocultó su lado humano, el del egoísmo, no permitió que nuevos liderazgos se gestaran en su revolución, se distanció de quienes le ayudaron en aquella empresa desde la Sierra Maestra, de Ernesto “Che” Guevara, de Camilo Cienfuegos, de Huber Matos, en fin, convirtió ese sueño de libertad alcanzado tras expulsar a los gringos en una pesadilla de poder personal al transformar la revolución cubana en una dictadura, sí, así como la que combatió contra Fulgencio Batista.
En esta parte de la historia, los románticos de la izquierda consideran que su presidencia prolongada fue positiva e incluso lo señalan como un ejercicio democrático.
Fidel Castro, ni héroe ni villano, un hombre de estado que tuvo muchos aciertos y errores, es irresponsable santificarlo o condenarlo.
Muchas cosas buenas que admirarle, muchas cosas malas que reclamarle, así fue la vida de una de las figuras políticas más importantes de América Latina en su corta historia de libertad.
Quienes le idolatran y le maldicen tras su muerte, dejan de lado el análisis de variables y circunstancias históricas a lo largo de la vida de Fidel Castro.
Lamentablemente en un sector muy ignorante será motivo de festejo y falsos sueños de libertad y, en otro prácticamente del mismo nivel de desconocimiento, será motivo de prostitución ideológica poniendo como ejemplo de cualquier tipo de movimiento que suene a izquierda.
Una de las más interesantes experiencias periodísticas que he tenido fue, hace diez años haber ido como reportero al foro y conferencias en torno al 80 aniversario de Fidel Castro en La Habana. Pude indagar no sólo sobre la verdad oficial del foro, sino del sentir de la gente en aquel momento, sus ventajas y carencias.
También pude conocer cómo se vivía en el campo, allá por Pinar del Río conviviendo y durmiendo en una cooperativa agrícola del estado.
Fidel estaba grave, no apareció en el acto central en la Plaza de la Revolución, quien habló fue Raúl Castro, desde ahí se lanzaron señales de una posible sucesión. Ahí pude entender a diferencia de otros viajes que he hecho a Cuba, por qué unos le amaban y otros le odiaban.
La condición humana creo que siempre gana aún en esa gente brillante como Fidel Castro, para bien y para mal.
Descanse en paz.