Violencia e impunidad
¬ Augusto Corro miércoles 23, Nov 2016Punto por punto
Augusto Corro
Repuntó la violencia en México y las estadísticas de secuestros y asesinatos volvió a crecer. En algunos estados, como Guerrero, en menos de 24 horas fueron ejecutadas 30 personas, en diferentes lugares, entre ellas 9 decapitadas en Tixtla.
Las cifras son espeluznantes. Nos llevan a preguntar qué es lo que realmente ocurre en esas tierras sin ley, gobernadas por monigotes políticos, empeñados en saquear las arcas públicas, sin atender los reclamos de una sociedad cada vez más atemorizada por las acciones criminales de las bandas de delincuentes.
En Guerrero se dice, hasta el cansancio, que son los diferentes cárteles de la droga que luchan por adueñarse de la plaza. Esta guerra entre la delincuencia cobra un sinnúmero de víctimas, pero también existen grupos de malhechores que se dedican al secuestro colectivo.
El fin de semana fueron plagiados 14 personas en San Jerónimo El Grande, municipio de Ajuchitán, Guerrero. De última hora se supo que tres personas fueron liberadas.
Del resto no se informó. Ante la inseguridad local, los propios pobladores decidieron armarse para enfrentar a los delincuentes. A esta respuesta a la violencia se recurrirá a lo que siempre ocurre: enviar más policías y soldados a poner orden.
La medida es positiva, pero insuficiente. Es posible que temporalmente se controle la situación, pero de lo que se trata es de erradicar la inseguridad. Ir a las causas que la originan y resolver el problema de una vez por todas. Esta cuestión no será fácil; pero tarde o temprano tendrá que hacerse.
¿Cómo? Con la aplicación de leyes más severas, o simplemente con el estricto cumplimiento de las que existen. También reforzar, en todos los renglones al poder judicial, encargado de impartir justicia, con suficiente número de jueces que atiendan las miles de denuncias y castiguen a los criminales.
Porque en el presente, México ya tiene la fama de ser uno de los países más violentos del mundo donde la impunidad se erige como uno de sus principales males. Del ciento por ciento de los delitos, solo se castiga el uno por ciento, o sea que unos cuantos son juzgados y enviados a prisión, mientras el resto, casi todos, se dedica a delinquir.
Los criminales saben, sin importar la gravedad del delito, que no serán castigados, que gozan de la protección de los derechos humanos, y que en términos generales son intocables; salvo cuando se enfrentan a algún “justiciero” que venga de la sociedad, como ocurrió recientemente; o cuando son detenidos in flagranti y linchados por gente cansada de tantos robos, asaltos y secuestros.
Se supone que las autoridades municipales, estatales y federales conocen, en sus respectivos niveles, sólo que no quieren, no pueden, o poco les interesa ir a la raíz de esa problemática social para erradicarla. Es mucho el daño que resiente México debido a la inseguridad. No se puede negar que amplios sectores de la población son rehénes de los criminales.
LOS “GOBERNADORES PROGRESISTAS”
Desconozco cómo surgió el calificativo de “gobernadores progresistas” a cuatro mandatarios estatales del Partido de la Revolución Democrática (PRD): Graco Ramírez, de Morelos; Arturo Núñez, de Tabasco; Carlos Joaquín (¿es amarillo?) de Quintana Roo; y Silvano Aureoles, de Michoacán.
Como se sabe dos de los mencionados, Graco y Silvano tienen aspiraciones presidenciales. El primero no quita el dedo del renglón, y el segundo a veces dice que sí y luego que no y su indecisión es muy notoria.
Pues a los cuatro gobernadores se les ocurrió reunirse para exigir piso parejo para lo que viene. ¿De qué hablaron? De la candidatura presidencial del PRD y de la renovación de la dirigencia nacional en el 2017.
En síntesis los mandatarios no quieren que “sea la cúpula del partido quien defina al próximo dirigente (del partido), sino que se decida mediante debates y foros en los que participe toda la militancia”.
No se necesita ser especialista para conocer lo que ocurre en el interior del PRD, una institución política en plena decadencia a causa de las ambiciones y de sus pugnas internas.
El impresentable gobernador de Morelos, Graco Ramírez, es el más interesado en que lo tomen en cuenta para representar como candidato de su partido en las presidenciales del 2018.
“Queremos un proceso democrático ante la afectación de un sector del partido que no quiere que haya un relevo estatutario y que podamos discutir democráticamente la línea del PRD”, dijo Graco. En fin, con la reunión de ese grupo de “gobernadores progresistas” se inició, supongo, una lucha política que terminará con más divisionismo en el partido del sol azteca que es posible que termine de hundirlo. Otras figuras prominentes de PRD no fueron invitadas a la reunión a pesar de su relevancia en la política mexicana.
Alejandra Barrales es la presidenta del PRD y fue electa el 16 de julio pasado.