Licencias de gobernadores
Ramón Zurita Sahagún martes 22, Nov 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Desde siempre, la historia política del país nos enseña que los gobernantes de los estados son un desastre, por lo que son continuamente removidos de sus cargos, las más de las veces por deficientes administraciones.
Las faltas van desde omisiones, abusos, falta de control político, pasando por todo tipo de ilícitos cometidos por ellos o sus colaboradores, aunque en casos extraordinarios se dan por la promoción política de los gobernantes.
No quedan al margen las revanchas, el cobro de facturas políticas y otras medidas que se adoptan en las altas esferas de la actividad política, sin que tengan mayores problemas por su actuación.
Cuatro han sido los casos de gobernantes que no han terminado sus administraciones durante el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, entre los que destaca que uno de ellos no lo hizo por motivo de una promoción, ya que José Eduardo Calzada Rovirosa, salió del gobierno de Querétaro para ser secretario de Agricultura.
Los otros tres hicieron gobiernos desastrosos, aunque solamente uno de ellos tiene problemas legales.
Javier Duarte de Ochoa es hoy prófugo de la justicia mexicana e internacional, ya que es buscado por Interpol en decenas de países, luego de quebrar las finanzas de Veracruz y hacerse de una cuantiosa fortuna.
Duarte de Ochoa y varios de sus colaboradores son requeridos por las autoridades bajo diversas acusaciones que van desde desvío de recursos, enriquecimiento, pasando por delitos electorales.
La deuda del estado creció desmesuradamente hasta llegar a casi 50 mil millones de pesos, además de enfrentar problemas financieros para el pago de salarios de los trabajadores del gobierno estatal.
Duarte de Ochoa solicitó licencia, ya que su período termina hasta el 30 de noviembre y se desconoce su paradero.
Ángel Heladio Aguirre Rivero fue gobernador de Guerrero dos veces, la primera interino con los colores del PRI, la segunda electo en las urnas, respaldado por el PRD.
Lo curioso de su caso es que sustituyó a Rubén Figueroa Alcocer, quien fue obligado a renunciar después de la matanza de Aguas Blancas y él mismo tuvo que solicitar licencia luego de la desaparición de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa.
Fausto Vallejo Figueroa, gobernador de Michoacán solicitó licencia a su cargo en diversas ocasiones, siempre bajo el esquema de una larga enfermedad que lo aqueja, aunque en realidad su gobierno era un desastre, con un alto grado de inseguridad y violencia, con la delincuencia organizada metida en las entrañas del propio gobierno estatal.
Tan metida estaba la delincuencia que su hijo Rodrigo fue captado en video en las distintas reuniones que tuvo con uno de los principales jefes del crimen en el estado y el gobernador interino, Jesús Reyna García, se encuentra en prisión por nexos con la delincuencia organizada.
En ninguno de los dos casos anteriores se les exigió rendir cuentas a los gobernantes depuestos, pero tampoco se les fincó responsabilidad alguna, por los desaguisados ocurridos durante su administración estatal.
La rendición de cuentas es algo que no existe en el lenguaje de los gobernantes depuestos, a no ser que hubiesen caído de la gracia del gobernante en turno.
Una de los casos más representativos de la forma en que se manejan las licencias de los gobernantes es lo sucedido en 1988, cuando el entonces imbatible PRI, perdió en tres estados del país la elección presidencial.
Los entonces gobernadores del PRI en Baja California, Xicoténcatl Leyva Mortera; Estado de México, Mario Ramón Beteta y Michoacán, Luis Martínez Villicaña, fueron promovidos a cargos burocráticos de menor nivel a los que ostentaban.
Ese fue el castigo de haber perdido la elección presidencial y comprometer el triunfo de Carlos Salinas de Gortari.
Para Leyva Mortera significó la muerte política y después de dejar inconcluso su gobierno, pasó al olvido. Mario Ramón Beteta tuvo mejor suerte, aunque nada que ver el ser designado director de Comermex (uno de los bancos más chicos de aquel entonces) con ser gobernador del principal estado del país.
Con Martínez Villicaña sucedió algo similar, aunque el ser director de Caminos y Puentes de Ingreso es un cargo menor que ser gobernador de una entidad como Michoacán, pero tuvo que apechugar con la derrota de Salinas de Gortari en esa entidad.
El gobierno de Carlos Salinas de Gortari se distinguió por ser el que más gobernadores con licencia produjo, unos por ascenso políticos y otros por nefastos gobernantes.
Se trajo a gobernadores para cubrir la secretaría de Gobernación, hasta en dos ocasiones, uno de Veracruz (Fernando Gutiérrez Barrios) y otro de Chiapas (José Patrocinio González Garrido). La Procuraduría General de la República fue cubierta por otro gobernador con licencia, Enrique Álvarez del Castillo, de Jalisco.
Un dirigente nacional del partido gobernante (PRI), Genaro Borrego Estrada, fue traído del gobierno de Zacatecas, al igual de la secretaria general, Beatriz Paredes Rangel, sacada del gobierno de Tlaxcala.
Otros como Víctor Manzanilla, Yucatán; Salvador Neme Castillo, Tabasco; Guillermo Cosío, Jalisco, fueron obligados a solicitar licencia.
Sin embargo, en la administración salinista se estableció un nuevo método, el de la negociación política y si había inconformidad con el resultado electoral, entonces se procedía a no dejar que los triunfadores tomaran posesión o, incluso a los pocos días se les relevaba de la encomienda.
Eso sucedió con Ramón Aguirre Velázquez que resultó triunfador en Guanajuato sobre Vicente Fox Quesada y no pudo asumir el cargo. El michoacano Eduardo Villaseñor Peña, quien venció en las urnas a Cristóbal Arias Solís y Fausto Zapata Loredo derrotando al legendario Salvador Nava Martínez en San Luis Potosí, todos sucedidos en 1991.