Veracruz, entre el caos y la anarquía
Ramón Zurita Sahagún viernes 18, Nov 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Flavino Ríos Alvarado jamás podrá olvidar los 48 días más aciagos de su existencia y las consecuencias que ello le podría traer.
Dos veces pretendió ser candidato del PRI al gobierno de Veracruz (2004 y 2016), en funciones de secretario de Gobierno y cuando menos lo esperaba se convirtió en gobernador del estado.
Sin embargo, los 48 días que le tocaron, se convirtieron en un martirio, con diferentes flancos abiertos y con la ´presentación de una serie de facturas que no le corresponden.
El gobernador interino de Veracruz fue menospreciado desde un inicio por quien se sabía triunfador, el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares.
Yunes Linares emergió como el ganador de las pulsadas jugadas con el entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa, donde uno y otro se acusaron de corruptos y se denunciaron ante las autoridades correspondientes.
Duarte de Ochoa solicitó licencia y ante la emergencia, Flavino fue habilitado como gobernador interino por el Congreso del estado.
Sin embargo, la tormenta se veía venir, el gobernador con licencia prófugo y acusado de delitos varios, entre ellos, corrupción, desvío de recursos, delincuencia organizada y otros ilícitos más.
Pero la principal preocupación del nuevo gobernante radicó en los recursos con lo que habría que cubrir los compromisos más inmediatos.
Entre ellos, el salario de los empleados de salud, maestros, policías y otros sectores más.
La primera quincena, los recursos fluyeron, pero conforme se acerca la terminación de la administración iniciada por Javier Duarte y concluida por Flavino Ríos, los recursos se agotaron y los problemas crecieron.
El caos y la anarquía privan en Veracruz, donde una sociedad enojada y descompuesta espera el término de la jerarquía priísta, que durante 87 años dominó el gobierno estatal, bajo los emblemas de los distintos nombres del partido tricolor.
Mientras tanto, las protestas ciudadanas y hasta la de los políticos que no son afines al partido tricolor se hacen patente en los distintos escenarios.
Xalapa fue descrita, hace unos días por el gobernador interino, como un símil de la Ciudad de México, donde las protestas llevan a que los obreros, maestros y trabajadores de todo tipo, salgan a la calle en incontables manifestaciones, sin que obtengan respuestas favorables a sus demandas.
La Casa de Gobierno y el Palacio de Gobierno fueron tomados por alcaldes inconformes por no recibir las percepciones alas que tenían derecho sus municipios, mismas que si recibió el gobierno estatal y fueron destinadas a otros rubros.
En medio de todo esto, la violencia continúa presente, causando estragos en la sociedad, la que advierte como se desmorona una serie de satisfactores de los que gozaron en el pasado reciente.
La descomposición de Veracruz no es solamente en lo concerniente a lo que se llevaron sus gobernantes, sino al agotamiento de los recursos financieros, donde los empleados de gobierno resultan perjudicados, mientras que los proveedores tendrán que esperar largos tiempo para cobrar sus facturas.
Es cierto que Javier Duarte es buscado para que responda por todos los atropellos cometidos, pero también que hay otros corresponsables en este atraco que se hizo a la población veracruzana, por lo que la lista de personas indiciadas podría aumentar.
Son varios los diputados federales en funciones y diputados al Congreso del estado que saben que el fuero los protege, pero que en cualquier momento podrían ser desaforados, si así lo amerita alguno de los delitos que se les son endosados, especialmente en lo correspondiente a las empresas fantasma, con las que trabajaron algunas de las secretaría entonces a su cargo.
El saqueo de las finanzas públicas de Veracruz es uno de los peores cometidos por un gobierno estatal, por lo que las sanciones deben llegara hasta el último implicado con el abuso y beneficiados con los recursos del gobierno.
Los nombres de los presuntos implicados son sumamente conocidos y van desde Jorge Carvallo Delfín, ex secretario particular de Duarte de Ochoa; pasando por Alberto Silva Ramos, ex secretario de Desarrollo Social y ex vocero del gobierno estatal; Eric Lagos, ex secretario de Gobierno; Adolfo Mota, ex secretario de Educación, pasando Antonio Tarek Abdalá; Edgar Spinoso, ex subsecretario de Finanzas y ex oficial mayor de Educación, entre otros diputados federales y los ya consabidos Juan Manuel del Castillo y Vicente Benítez, del Congreso del estado, señalados en ocasiones varias por presunto enriquecimiento desde el poder.
La historia de Veracruz todavía se está escribiendo y se espera que el 1 de diciembre, al tomar posesión Miguel Ángel Yunes, dé a conocer la información con que cuenta, que dijo cimbraría, no solamente al estado, sino al país, sobre las historia de corrupción, documentadas con que cuenta.
De no hacerlo, mal empezaría la administración de Yunes Linares, quien levantó grandes simpatías en campaña por la bandera de la moralidad usada, en a que se establecía la acción penal en contra del entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa y otros funcionarios que lo acompañaban en su gabinete.
La jugada realizada con los alcaldes del PAN y PRD que se mantuvieron en protesta durante quince días, tomando Palacio y Casa de Gobierno fue encabezada por el alcalde de Boca Río, su hijo Miguel Ángel, quien está ubicado como el sucesor de su padre dentro de dos años.
Por eso se preguntan si los recursos que les debe el gobierno del estado no les son asignados pronto, como demandan, ¿se atreverían a tomar nuevamente ambas oficinas, ya con Miguel Ángel Yunes Linares como gobernador?