VIH, la “ruleta rusa” a que juegan los jóvenes
Salud lunes 14, Nov 2016- Fiestas y antros, un escape
La rutina de ir a la escuela y regresar al hogar era asfixiante, y a los 19 años existen otras inquietudes, para ello, Salvador Torres Castañeda encontró en las fiestas, antros y bares de la Ciudad de México el escape a la burbuja donde lo habían metido sus padres, y cansado de esa situación, eligió probar los placeres de su edad y adentrarse a un terreno desconocido.
Pero su inexperiencia, combinada con el abuso de alcohol y el consumo de drogas sintéticas, lo llevaron a tomar malas decisiones. Comenzó a tener sexo sin protección con muchos hombres. Sin fijarse más que en la apariencia atlética y «sana» de los chicos: jugó a la “ruleta rusa”.
Tras dos años de vida loca, como él la llama, y acompañado de un grupo de amigos, el estudiante de diseño de modas se enteró por medio de una prueba rápida de VIH en una unidad móvil (Prueba Bus) que era portador del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
No supo en qué momento sucedió. La noticia le cayó como un balde de agua fría, lo paralizó. Trató de calmarse, en ese momento no lloró ni en los días siguientes.
«Nunca crees que te puede pasar… hasta que te pasa», jamás conoció a ningún hombre con apariencia enferma, ya que de esa forma se imaginaba a los portadores del virus, flacos, pálidos y con la vida yéndose.
El director de Atención Integral del Censida, Carlos Leonardo Magis Rodríguez, detalló que en México hay alrededor de 200 mil casos de VIH, de los cuales sólo 126 mil conocen que están infectados.
La vía de infección más frecuente es la sexual. El virus puede transmitirse de hombre a mujer, de hombre a hombre o incluso de mujer a mujer, aunque esta última es, con mucho, es la menos probable.
Salvador tardó unos días en realizarse una prueba confirmatoria, pero la Healthcare Foundation lo animó a hacerla. Le explicaron que de cada 10 personas que se hacen la primera prueba y salen positivos, sólo tres acuden hacerse una prueba confirmatoria.
Tras la confirmación del diagnóstico lo asaltaron algunas dudas: qué hago, dónde me atiendo, cuánto me va a costar. Se le vino el mundo encima, estaba asustado, tenía miedo al rechazo, se sentía como apestado, días después vino la depresión.
La fundación lo invitó a un grupo de autoayuda, el cual fue un parteaguas en su vida, fue reconfortante; por primera vez se sintió mejor, y también por primera vez se permitió llorar, pues a pesar de mostrarse fuerte, estaba en duelo: había perdido su salud.
En ese momento, Salvador decidió responsabilizarse de sus actos más que culparse, pues se sentía agraviado con él mismo por haber puesto en riesgo su salud de esa manera. Pero también se puso una coraza, no quería que nadie lo ayudara, «en esto me metí yo solo y solo tengo que salir», pensó.
Comenzó a informarse y tratarse de manera gratuita en la Clínica Especializada Condesa (CEC) en esta ciudad de la cual también recibió apoyo psicológico y estaba listo para compartirlo con su familia.
El director de Atención Integral del Censida precisó que la edad promedio de las personas que pueden infectarse con el virus es de 24 años, mientras que para comenzar con enfermedades relacionadas con el virus es de 34 años.
Señaló que los varones son los que presentan mayor tasa con VIH, cuatro hombres por cada mujer, mientras que la población clave y más vulnerable son las mujeres transgénero, la prevalencia es de 20 por ciento (a 2013).
De acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el Sida (Censida), el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) afecta a las células de defensa del cuerpo. Si la infección no es tratada a tiempo afecta el sistema inmunológico de las personas, lo que se denomina Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida).
Magis Rodríguez destacó que la Ciudad de México es la que tiene más casos de VIH con 11 mil 447 personas, que ya están en tratamiento antirretroviral, le sigue Veracruz con siete mil 242 y el Estado de México con seis mil 738 casos.
La mamá de Salvador fue un pilar en su proceso, eso le ayudó para compartir su experiencia con otras personas y se hizo cargo del grupo de apoyo para personas que viven con VIH, Milk Sero, porque él quería retribuir lo que habían hecho.
Tiempo después, la Asociación Cuenta Conmigo lo invitó para hacer un video: “El VIH en mi vida”, esa fue la primera vez que lo hizo público, participó para que la gente no creyera que era el apestado, quería que lo vieran como se sentía «pleno y feliz», con la diferencia de que ahora acude al médico a revisarse.
Salvador tuvo un diagnóstico oportuno, se atendió rápido e inició temprano su tratamiento, su carga viral es indetectable, es decir, si se le rompe un condón sólo tiene 4.0 por ciento de transmitir el virus, su cuerpo comienza a nivelarse y tiene una mejor calidad de vida.
Su proceso lo ha llevado a construirse de manera diferente de la persona que era hace cinco años, «es una de las ventajas cuando tomas al toro por los cuernos, en vez de lamentarte en la oscuridad de tu casa», finzalizó.