“Joder a México” Quedaría Impune…
¬ Armando Sepúlveda Ibarra miércoles 9, Nov 2016Deslindes
Armando Sepúlveda Ibarra*
En los tiempos de la corrupción más escandalosa entre la “clase política” en el poder, a semejanza de la rapiña, los partidos del infame “Pacto por México” avanzan en sus intenciones perversas, contra la voluntad de los mexicanos, para protegerse a sí propios y al gobierno saliente del señor Peña de la cadena de latrocinios y otras curiosidades al amparo de la impunidad institucional a sus pecados, con el descaro de sus senadores de imponer sin debate ni análisis, cual viles lacayos, a un incondicional del régimen de la decadente partidocracia al frente de la Fiscalía Anticorrupción y blindarse sus espaldas para cuando dejen los puestos al final del carnavalesco sexenio etiquetado ya por el contagioso malhumor nacional como “Joder a México” al despertar.
Al estilo de los corruptos ex gobernadores fugitivos (o por serlo) de Veracruz y Chihuahua, la cúpula del régimen y el aberrante aval de sus partidos PRI, PAN y PRD, eligieron en el Senado al señor Raúl Cervantes para que encabece la Fiscalía General de la República, sustituta de la PGR, en una sesión de antología, por deshonrosa, con estruendo servil, regocijo y aplausos, pitos y timbales, como si estuvieran representando el sentir de la sociedad; pero en realidad con sus votos aspiran a extender para sus burocracias ineptas y corruptas un seguro gratuito contra la justicia y guarecerse con la impunidad institucional, para vergüenza de un poder legislativo claudicante que debería ser vigilante celoso de la marcha de los poderes Ejecutivo y el Judicial, cuidarles que nadie ensucie sus manos con tropelías y asaltos a los tesoros públicos y ponerse al servicio de la nación.
Como en la tradición de las farsas teatrales y políticas, los senadores de los tres membretes que tanto daño han hecho con su amasiato al país, enaltecieron al hombre que les garantizará, si el pueblo tolera la burla, un futuro en paz y tranquilidad a los suyos, sin sobresaltos, lejos del banquillo de los acusados; abandonaron de manera cínica la obligación política y moral de velar por los mexicanos y exhibieron sin apenarse su ya proverbial distancia de los intereses de la nación, convertidos así, una vez más, en rebaño dócil y beneficiario, en una suerte de camarillas cómplices que despiertan para joderse al próximo y encubren sus conspiraciones en rollos demagógicos y embaucadores que lanzan al vacío, inclusive con atentados a la sintaxis, faltas de ortografía y problemas de dicción para hilar o completar una frase hueca y embustera. Ni una sola voz pudorosa saltó a la mancillada tribuna del Senado en defensa de la lucha de la sociedad civil contra la corrupción entre las burocracias ni cuestionó la cercanía del señor Cervantes con Los Pinos ni haber sido este personaje en el pasado reciente un enjundioso defensor del fraude electoral de 2012 como abogado del PRI en el pestilente “Caso Monex” y la descomunal e impune compra de votos para alzar a Peña como el “ganador” de la contienda a cambio de los ríos de dineros que corrieron durante el proceso y que en algún momento la vox populi y los opositores calificaron como lavado de dinero o de orígen ilícita.
Por lo demás los distinguidos legisladores inclinaron con servilismo sus afrentosas testas ante este fiscal que, si la sociedad continúa pasiva y tolerante y permite en silencio la imposición, dará salvoconducto a las legiones de corruptos del gobierno, edición mexicana de “Alí Babá y sus 40 Ladrones”, de aquí al año 2024, a tiempo para que los delitos prescriban y los beneficiarios del gigantesco botín laven las fortunas, puedan erigirse en los nuevos ricos de México y codearse con los de camadas de sinvergüenzas del pasado vueltos ya por la gracia de la desmemoria nacional unos “respetables” hombres de negocios o importantes entes inmobiliarios en el extranjero con los dineros de los mexicanos que siguen, saqueados y empobrecidos, dormidos en sus laureles como el emblemático símbolo del paisano de sombrero charro que, enroscado y dormido bajo un nopal, ve como hipnotizado pasar todo con indolencia.
Hasta el momento los partidos y sus líderes responsables de nombrar a un amigo del señor Peña como Fiscal Anticorrupción para que investigue en el futuro las denuncias contra los pillos de la alta burocracia federal y de los estados y municipios, han guardado un silencio encubridor y sus votos senatoriales infieren que, como en los repartos de cuotas de magistrados y consejeros entre sus huestes, buscan amarrar entre sí la protección de la justicia para los gobernantes inmorales que anidan en los puestos públicos de todos los niveles y provienen de sus filas partidistas. Quién olvida que ex gobernadores panistas y perredistas, a reserva de que se indague y testimonie más entre los mandatarios en funciones, han robado dineros públicos a imitación de sus colegas priístas y, en consecuencia – dirían los pícaros del sistema – anhelan la mano amiga que salve sus honras y deje en sus puercos bolsillos la fortuna que hurtaron a los mexicanos. Por hora ¿alguien metería las manos al fuego por algún alcalde, algún gobernador, algún presidente o miembro del gabinete?
A falta de ideas más creativas para disfrazar el más novedoso intento de “joder a México”, los genios de “Los Pinos” optaron por imitar a los gobernadores salientes de Veracruz, Javier Duarte y de Chihuahua, César Duarte, todos distinguidos sátrapas de alcurnia neopriísta y alguna vez puestos de ejemplo con orgullo soberbio por el señor Peña como las grandes figuras del nuevo PRI, con la hilarante y al mismo tiempo molesta imposición del señor Cervantes como virtual Fiscal Anticorrupción con sólo designarlo procurador General de la República, una suerte de candado para evitar que los malhumorados mexicanos escarben entre la podredumbre de la corrupción sexenal y exijan poner a los corruptos a resguardo de la justicia. Si fue propuesto por Los Pinos, ¿tendrá autonomía para juzgar al señor Peña y compañía si de mera casualidad surgiera alguna sospecha de corruptelas durante este sexenio de fiesta, carnaval y escándalos inagotables?
Todos recuerdan cómo el repudio de la gente, de organismos de la sociedad y de ciertos políticos opositores obligaron a las cúpulas del poder a echar por tierra la lujuriosa maniobra de los gobernadores salientes de aquellos estados, ansiosos por salir con la frente en alto y el botín en la mano y saludados por fanfarrias, al terminar sus mandatos bajo la tutela de sus afrentosas fiscalías anticorrupción a modo que presidirían sus ganapanes más cercanos para resguardarlos de sus fechorías, así del tipo de historia semejante como el señor Virgilio Andrade supo deslindar a los inquilinos de Los Pinos, en un acto por demás sin vergüenza, de la papa caliente en que se convirtió la tristemente célebre Casa Blanca de Las Lomas. A nadie le quepa la duda que con el señor Cervantes la “clase política” en el poder aspira a lo mismo: asegurarse un porvenir sin la amenaza de una Fiscalía Anticorrupción autónoma que pudiera esculcarles sus tesoritos ocultos entre sus cuentas bancarias y propiedades suyas y de sus prestanombres, con la espectacular escuela del prófugo Javier Duarte de Ochoa, a quien el sistema, mientras le fue útil y salpicó a su alrededor, lo dejó robar los dineros de los veracruzanos a manos llenas y repartir una parte entre complicidades y campañas políticas, antes de ayudarle a huir del brazo de la ley.
Esta actitud penosa y ayuna de ética de los senadores de los tres partidos “grandes” , ignominiosa por decir menos, ilumina en toda su crudeza la grave crisis moral y de honestidad que asfixia a las instituciones y hunde a la corrupta “clase política” en sus intereses y rapacidades y es ejemplo de que a nadie representan y sólo buscan protegerse en el futuro, engolosinados con el botín. Es la crisis institucional y de los partidos. Sólo falta que la sociedad cruce los brazos para que el sistema consuma el lema sexenal de “Joder a México” , o despierte al fin.
*Premio Nacional de Periodismo de 1996