El que desconfía, ¿para qué juega?
¬ José Antonio López Sosa miércoles 2, Nov 2016Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Ya es una costumbre muy mexicana desconocer los resultados electorales bajo cualquier circunstancia. El fenómeno electoral del año 2006 fue quizás el inicio de una serie de desconocimientos de quien pierde una elección, fue quizás la falta de claridad en el resultado electoral de aquel momento —decidido en tribunales— y la negativa al voto por voto (por no estar legislado) lo que dio fuerza al movimiento que se negó a reconocer los resultados meses más tarde.
De ahí a la fecha el escenario postelectoral en México se convirtió en una pachanga, basta con tener un resultado desfavorable para impugnar y para no reconocer los resultados, cosa que no es menor, pues le resta legitimidad a un proceso que busca, incluir la opinión de todos para elegir, en muchos casos, al menos peor.
Si bien las transas dentro de los partidos políticos (todos) han abonado a la desconfianza, hoy en día desconocer un resultado e impugnar una elección es cosa de cada jornada electoral, sin importar si se juega una curul, un municipio o un estado.
En los Estados Unidos, la tierra de la libertad (según ellos mismos), aparentemente los ciudadanos tienen confianza desde hace décadas en su sistema electoral, a pesar del problema en la elección de Bush hijo en Florida hace unos años, en términos generales políticos y ciudadanos tienen profundo respeto por sus instituciones electorales. Hasta que llegó Donald Trump.
El candidato republicano, pareciera tener el guión del político mexicano antes de las elecciones, cuando tiene claras posibilidades de perder. De antemano dijo que existe la posibilidad que no reconozca los resultados, lo cual metería a los Estados Unidos y a su sistema político en un problema mayúsculo si nos atenemos a la masa ignorante de estadounidenses que responde activamente al discurso incendiario de Trump.
Trump desconfía entonces de los procedimientos electorales de su país, entonces ¿para qué juega?, esa misma pregunta es para los políticos mexicanos que se dedican a impugnar elecciones por doquier. Si el sistema electoral en su conjunto genera desconfianza (como es el caso de México), la clase política debe trabajar para corregir esos yerros y hacerlo confiable, no se puede estar jugando (ni aquí ni allá) a jugar para ver si gano y, si acaso pierdo, desconfío. Eso no suma, resta y pone en riesgo la estabilidad de cualquier país.
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