Ochoa Reza ¿presidenciable?
Ramón Zurita Sahagún martes 1, Nov 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Cuando un político niega una aspiración, es que la mantiene en secreto y desea fervientemente se cumpla su anhelo.
Eso sucede con Enrique Ochoa Reza, dirigente nacional priísta (de quien se desconocía su militancia) y quien rechaza que pretenda la candidatura presidencial de su partido.
Sin embargo, quienes lo conocen, aseguran que su propósito se encuentra enfilado hacia esa ruta.
La aspiración de Ochoa Reza y de todos aquellos que busquen una candidatura presidencial es legítima, aunque, situados en su realidad, pocos son los que tienen verdaderamente una posibilidad de serlo.
En el caso del ex director de la Comisión Federal de Electricidad, sus asesores le aconsejan que camine con los pies firmes en la tierra y vaya sumando adeptos, porque los prospectos priístas son pocos y mal posicionados.
Y es que parece un traje a la medida la candidatura del partido tricolor para el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, aunque es torpedeado desde las altas esferas gubernamentales.
Nadie dentro de los aspirantes priístas se encuentra en los niveles de aceptación y conocimiento que tiene el secretario de Gobernación, siendo éste el único que alterna en los números de las encuestas con los probables candidatos de otros partidos, como son Andrés Manuel López Obrador, Margarita Zavala Gómez del Campo, Miguel Ángel Mancera Espinosa, Rafael Moreno Valle Rosas y Ricardo Anaya Cortés, entre otros.
De acuerdo con esos sondeos, Osorio Chong no se encuentra lejano de los números que ostenta, mientras los demás priístas cuentan con cifras de porcentajes lamentables.
Claro que Ochoa Reza ni siquiera se asoma o ha sido medido en cuanto a posibilidades, ya que nadie lo considera como un aspirante potencial, con todo y que él si lo sienta.
Pero los priístas ávidos de encontrar un nuevo fenómeno popular, como lo fue, en su momento, Enrique Peña Nieto, alientan las expectativas del dirigente nacional del PRI, quien tiene a su favor el desconocimiento general de la población y por lo mismo cuenta con pocos negativos.
Claro que el cobro de su retiro de la CFE es un detonante que puede ser activado en el momento que su figura tendiera a crecer, si es que lo logra.
Y es que con todo y la promoción que hace el dirigente nacional del PRI a su bandera de lucha contra la corrupción, la historia no lo favorece, ya que siempre reaccionan demasiado tarde.
Supuestamente, el PRI fue el que puso en la mesa del debate los casos de los entonces gobernadores de Chihuahua, César Duarte Jáquez y Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, pero lo hizo cinco años y medio después de las frecuentes denuncias de desvío de los dineros públicos, enriquecimiento ilícito y abusos de poder.
El PRI reaccionó hasta que el presidente Enrique Peña Nieto intervino con la controversia constitucional sobre las pretensiones de esos gobernadores por blindarse. Sin embargo, no ha hecho nada con las acusaciones que pesan sobre los gobernadores de Jalisco, Jorge Aristóteles Sandoval, y Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda.
Pero su partido (claro que el dirigente no era él) no actuó en forma alguna ante las denuncias sobre los gobernadores de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz; Puebla, Mario Marín Torres; Michoacán, Fausto Vallejo Figueroa y otros más, como tampoco dice nada ante las acusaciones que pesan sobre el ex gobernador de Zacatecas, Miguel Alonso Reyes.
Hasta el momento, en la historia del PRI solamente tres dirigentes nacionales del partido en funciones mostraron aspiraciones de candidatos presidenciales, uno lo consiguió y perdió en las urnas y los otros dos quedaron en calidad de prospectos.
El primero de ellos fue el general Manuel Pérez Treviño, primer presidente del antecedente del PRI, el PNR, quien le disputó la nominación al también divisionario Lázaro Cárdenas del Río. Pérez Treviño fue varias veces presidente del partido y en una de esas sustituyó a Lázaro Cárdenas y le disputó la candidatura presidencial.
Fernando Ortiz Arana fue el segundo que pretendió ser candidato presidencial desde las instancias del Comité Ejecutivo Nacional, cuando sucedió el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Decenas de priístas se sumaron al respaldo de Ortiz Arana, pero los hilos del poder presidencial actuaron en su contra y el elegido fue Ernesto Zedillo Ponce de León, con el respaldo de Carlos Salinas de Gortari y José Córdoba Montoya.
Roberto Madrazo Pintado es, hasta ahora, el único dirigente nacional del partido tricolor que consiguió saltar a la candidatura presidencial, aunque con todo en contra y los propios gobernadores de su partido lo traicionaron, quedando en tercer lugar en los comicios constitucionales.
Dos militantes que presidieron el partido tricolor lograron convertirse en candidatos presidenciales, siendo uno, Lázaro Cárdenas del Río, quien si actuó como Ejecutivo federal, al ganar en las urnas y el otro Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien no logró llegar al día de los comicios, ya que fue asesinado.
En el caso de Enrique Ochoa Reza, poco clara es su militancia priísta, der la que se supo cuando expresó al Presidente de la República su deseo de ser dirigente nacional de ese partido y el Ejecutivo le cumplió su deseo de presidir el partido gobernante.
Claro que no expresa abiertamente su intención de convertirse en candidato presidencial de su partido, ya que solamente contaría con el principal aval que es la decisión presidencial de empujarlo, aunque hasta ahora no da muestra de carisma, simpatía o popularidad en ningún sentido.
Como se sabe en los usos y costumbres del priísmo, la última palabra corresponde al Presidente de la República en turno, cuando el Ejecutivo federal proviene de ese organismo político.