Vivir en el IMSS
¬ José Antonio López Sosa lunes 31, Oct 2016Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Esta última semana, tuve la oportunidad de estar varias tardes y una noche en la Unidad Médica de Alta Especialidad -UMAE- Hospital de Traumatología y Ortopedia de Lomas Verdes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Hay gente que literalmente llega a vivir ahí, sobre todo quienes vienen de provincia (porque en sus entidades carecen de un hospital de esta envergadura), pueden pasar semanas enteras viviendo en las salas de espera y enfrentando los serios problemas de comunicación y trato a los familiares de los internos que tienen en la institución.
El primer problema, uno sistemático, es que quien mandó construir los hospitales del IMSS consideró que los pacientes y familiares llegan a pie, no hay estacionamientos (ni con costo) en las inmediaciones administrados por el propio instituto, ni les interesa tenerlos.
La comunicación es un problema delicado, quizá la cotidianeidad con que los médicos ven casos muy graves, hace que los informes a los familiares sean confusos y al gusto del médico en turno, la traducción del diagnóstico puede variar de un médico a otro de forma transcendente, generando preocupaciones de más o falsas expectativas a los familiares de los internos que reciben dos o más veces al día informes del estado de sus enfermos.
Por las noches, las salas de espera se transforman en dormitorios, la gente que entre cartones o cobijas duerme ahí a la espera de sus familiares no queda exenta de los malos tratos.
En punto de las 5:30 de la mañana, personal de intendencia los levanta a gritos a todos para trapear el piso, a esa hora los sacan de la sala porque es la hora de limpieza.
Detalles así se suman al pésimo servicio que hay con relación a los familiares de los enfermos. La prepotencia en la gente de trabajo social y hasta en los guardias de seguridad son la constante.
Alguien me dijo, así funciona el IMSS. ¡Qué mal!, no es cosa nueva pero hasta el momento no hay nada que pueda revertirlo.
Lamentablemente, la clase política no usa estos hospitales, ignora lo que ocurre en los pasillos, por las noches y madrugadas y tras sus lujosos escritorios toman decisiones sin conocer a fondo la realidad.
Así a diario vive gente en el IMSS, tratados literalmente como animales.
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