Imprudencia
¬ Augusto Corro jueves 27, Oct 2016Punto por punto
Augusto Corro
Sería una imprudencia legalizar la portación de armas de fuego en vehículos y negocios. Así lo planteamos hace varios días en este espacio.
Apoyados en la realidad violenta que vivimos, el uso indiscriminado de las armas de fuego solo incrementaría el número de víctimas. El senador José Luis Preciado no quita el dedo del renglón y anunció que continúa con el registro de personas que buscan la autorización para cargar pistolas, etc., en sus coches o en sus comercios para defenderse de los delincuentes.
Inclusive invitó a una concentración el próximo 19 de noviembre, convocada por el legislador, a favor de la portación de armas.
La idea es que la Constitución permita que aquel ciudadano que desee defenderse cuando hay un ataque inminente a su persona y se encuentre en peligro su vida, patrimonio y la seguridad de su familia.
La legalización citada multiplicaría el número de personas muertas en estos tiempos que padecemos una delincuencia desatada que participa en asaltos, secuestros, “levantones” y asesinatos.
No funciona que la población tenga permiso para portar armas de fuego, porque ya vimos, en ejemplos aterradores, que no funciona. Basta con echarle un vistazo a las masacres registradas en Estados Unidos (EU).
Sin embargo, la necedad del senador Preciado tendría que ser el punto de partida para que las autoridades multipliquen su empeño en reducir los actos delictivos que padece una sociedad indefensa.
De otra manera, si no se encuentran soluciones a tanta agresión, crecerá el número de linchamientos en aquellos sitios donde es nula la presencia de representantes de la ley. Obligados por las circunstancias, los afectados optan por hacerse justicia con su propia mano.
En fin, el legislador Preciado buscará juntar 120 mil firmas para convertir su propuesta en iniciativa ciudadana y obligar al Congreso a dictaminarla. ¿Cuál es su opinión, amable lector? ¿Se trata de una imprudencia, la idea del blanquiazul?
Porque su propio partido, Acción Nacional se deslindó de la iniciativa de su legislador. Es un asunto presentado a título personal, “por lo que no representa la posición oficial del partido respecto al tema de la seguridad pública.”. ¿O sea…?
YA LO EXPULSARON ¿Y..?
El gobernador con licencia, Javier Duarte de Ochoa, fue expulsado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) la tarde del martes.
No se presentó a la cita marcada por el tricolor y por unanimidad lo echaron de esa institución política. Abandonado políticamente y perseguido por la justicia el ex funcionario, calificado hace varios años como una brillante promesa de su partido, tendrá que responder a la cascada de acusaciones por corrupción ilimitada.
La reflexión obligada plantea la siguiente pregunta: ¿qué ganamos los mexicanos con la expulsión del priista pillo de su partido? Nada. Lo que realmente interesa es su captura y luego el castigo por sus delitos. Claro, incluida la banda de delincuentes que encabezó y que se encuentran podridos de dinero mal habido.
Tal es el caso de Arturo Bermúdez Zurita, ex jefe de la policía de Veracruz, dueño de una gran fortuna, que no coincide con su sueldo de funcionario público. Mientras, sigue la búsqueda de Duarte de Ochoa, quien tiene la capacidad para burlar a la policía que lo persigue infructuosamente.
IMPARABLE
La pugna interna de los panistas ya empezó, se tiene la fecha de su inicio, pero nadie sabe cuándo terminará. La ambición del poder político es ilimitada y quienes la practican no se rendirán fácilmente.
¿Todos unidos contra Anaya (TUCAN)? Como aquellos que acuñaron la frase Todos Unidos contra Madrazo (TUCOM) que a la postre lo llevó a perder una elecciones presidenciales, como candidato priista.
En el presente Ricardo Anaya, líder del PAN, enfrenta una situación parecida a la del tricolor Madrazo, pues la inconformidad se dejó sentir en los últimos días, principalmente por incondicionales del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien pretende regresar al poder a través de su esposa Margarita Zavala.
Pero resultó que Ricardo Anaya demostró en las últimas elecciones de gobernadores que tiene cualidades para representar a su partido, pues logró arrebatarle al PRI siete gubernaturas, como nunca ocurrió con otros dirigentes blanquiazules.
Apoyado en esos triunfos, al citado Anaya le inquietó el deseo de aspirar a la candidatura presidencial, pero a sus correligionarios les molesta que el anhelo de su líder se cumpla con una doble función: la de líder y la de su candidatura.
El “joven maravilla”, como llaman a Anaya, manifestó que tomará la decisión una vez que pasen las elecciones para gobernador en Coahuila, Nayarit, Estado de México y en Veracruz (presidentes municipales) el próximo año.
Esa declaración del dirigente no convenció a sus impugnadores quienes no descansarán hasta doblegar a Anaya, porque entre esos inconformes se encuentra el expresidente Calderón, quien ya probó las mieles del poder y quiere hacerlo otra vez, sin importarle que fue uno de los peores mandatarios mexicanos.