Cuando el fanatismo gana
¬ José Antonio López Sosa jueves 20, Oct 2016Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Sin lugar a duda el fanatismo ganó sobre el servidor público, el señor Andrés Roemer sobrepuso sus principios judíos sobre sus obligaciones profesionales. El problema es que no se trata de una falta de responsabilidad personal, sino el poner en entredicho a un estado por favorecer a una minoría, de la cual por supuesto él es parte.
No vamos a discutir en esta columna el sentido de la votación, simplemente analizamos que el señor Roemer además de no acatar instrucciones de la cancillería, dio información al gobierno de Israel y sus representaciones diplomáticas que sólo pertenecen al estado mexicano.
El estado de Israel es una nación acostumbrada a no cumplir ni respetar las resoluciones internacionales y, al parecer, el señor Roemer que forma parte de la comunidad judía en México, tiene esa misma costumbre política a nivel personal, aún cuando las consecuencias sean para una nación entera.
Al señor Roemer se le pagaba un salario con los impuestos de todos los mexicanos para obedecer instrucciones cuando hay que emitir un voto internacional, bajo ninguna circunstancia cobraba su dieta para decidir por él mismo o para defender a una minoría brincándose la reglamentación del Servicio Exterior de la cancillería mexicana.
Ahora bien, de aquí se desprenden varias dudas, ¿quién hizo primero cónsul y luego embajador al señor Roemer?, ¿el subsecretario que funge como su superior inmediato qué responsabilidad llevará en los hechos?, ¿qué tipo de sanción además del cese tendrá el señor Roemer?
Con toda la falta de diplomacia que les caracteriza, funcionarios de la cancillería de Israel felicitaron públicamente a Roemer, ¿qué no sabrán que el señor cobraba del erario mexicano? (a menos que cobrara un sobresueldo procedente del erario israelí). ¿Qué sucedería si un embajador de Israel votara en sentido contrario a la decisión de su gobierno o bien se ausentara de una votación de esta envergadura?, ¿cómo reaccionarían en Tel Aviv y en Jerusalén Occidental? y que después, el gobierno mexicano o alguno otro felicitara públicamente esa torpeza. Terrible pensamiento político.
En fin, es buen momento que la cancillería mexicana revise los nombramientos de embajadores, cónsules, ministros y demás personal del Servicio Exterior que, obedecen a nombramientos políticos y no son funcionarios de carrera y, quienes no son aptos por sus creencias para representar a un estado a nivel internacional.
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