Todo pasa en Veracruz
Ramón Zurita Sahagún martes 11, Oct 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Los cadáveres de cuatro jóvenes desparecidos por varios días fueron encontrados en Veracruz, cuyas muertes no resultan sorpresivas, ya que se repite con gran frecuencia el hecho.
Y es que en esa entidad dejaron de ser sorpresivas varias cosas, entre ellas la desaparición de personas, la aparición de cadáveres, las fosas clandestinas y la gran cantidad de ilícitos que se cometen, unos denunciados y otros sin que nadie se atreva a hacerlo.
Pero de lo público hay mucho que revisar, ya que durante la administración estatal que termina el próximo 30 de noviembre, se suceden una serie de eventos en los que, cuando menos, se encuentra la omisión de las autoridades.
Mientras que se le intenta fincar responsabilidad al gobernador Javier Duarte de Ochoa, por delitos relacionados con el enriquecimiento, desvío de recursos o favorecer a familiares y amigos con los contratos de gobierno, la situación de violencia e inseguridad es el tema de mayor recurrencia.
Pareciera ser que afloran todos relacionados con la desaparición de personas y su súbita aparición convertidos en cadáveres, mientras se multiplican los crímenes y delitos de todo tipo.
En Veracruz todo sucede. La entidad dejó de ser semillero de votos para el partido tricolor y ahora será gobernado por un ex priísta redimido en panista.
Es un estado en el que todos parecen dejar solo al actual gobernador, sin importar los muchos beneficios recibidos o haber sido parte de su amplio gabinete.
Veracruz, el estado en que hacen su nido las olas del mar, parece ser otro distinto, donde prevalece la violencia que ha llevado al extremo de más de una doce de periodistas asesinados, sin que se clarifique el por qué de su asesinato o se atrape a los verdaderos responsables.
Nadie confía en sus autoridades policíacas, donde se destapa un escándalo tras otro y la desaparición de jóvenes se multiplica y son desaparecidos en grupos, sin que se muestre mayor preocupación en la entidad, sino hasta que la denuncia llega a las instancias de las redes sociales o los medios de comunicación.
Varios de sus servidores públicos han sido acusados de enriquecimiento por medio del poder público y nadie responde por ello, hasta que se litiga en medios y estalla el escándalo.
Las diferentes zonas en que se divide el estado son acosadas por los diferentes grupos delincuenciales, por lo que ninguna está exenta de su presencia. Lo mismo aparecen asesinados en Orizaba o Córdoba, que en Coatzacoalcos o Minatitlán, ni se diga en Acayucan, Tierra Blanca, Poza Rica o Tuxpan, situados en el norte, centro o sur del estado.
Son muchos los que señalan que en Veracruz se pudrió todo y que las dos más recientes administraciones sexenales son las responsables de la presencia de los grupos delincuenciales y de todos los males que sufre la población.
Tal vez exista razón en que se agudizó la presencia del crimen organizado durante los gobiernos de Fidel Herrera Beltrán y, especialmente, el de Javier Duarte de Ochoa, aunque también hay que ver que el estado resulta ser sumamente estratégico para la operación de los grupos delincuenciales y que estos siempre se han manifestado.
Se recuerda cómo en el gobierno de Agustín Acosta Lagunes (1980-86) se realizó una batida contra los grupos delincuenciales que actuaban en ese entonces.
Su larga costa, su privilegiada posición geográfica, así como sus límites con los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Puebla, Oaxaca, Chiapas y Tabasco, así como con el Golfo de México, lo ubican en un sitio estratégico para los grupos delincuenciales.
Pero también su clase política es la responsable de una serie de problemas que aquejan a la entidad.
Durante muchos años, Veracruz fue una entidad privilegiada, donde los políticos tenían una amplia trayectoria, lo que hacía que al momento de definir el nombre del candidato, la baraja de aspirantes fuese amplia.
No faltaba en el gobierno federal el nombre de un veracruzano insertado en los primeros niveles de la administración pública, lo que hacía que varios de ellos tuvieron que esperar su turno para competir por el gobierno estatal.
Uno de esos personajes fue Fernando Gutiérrez Barrios, el eterno subsecretario de Gobernación y del que se decía que era una de las tantas leyendas creadas al amparo de su nombre que era el hombre mejor informado de México, lo que se comprobó no era cierto, cuando fue despedido del gabinete presidencial sin haberse enterado y mucho menos cuando fue secuestrado, teniendo que pagar rescate para su liberación.
Con todo y ello, Gutiérrez Barrios con su formación policíaca-política y su capacidad negociadora esperó pacientemente hasta que llegó su turno, aunque solamente gobernó por dos años, pues para entonces fue requerido como secretario de Gobernación.
Igual sucedió con Fidel Herrera Beltrán, eterno diputado federal, quien deambuló por diversos cargos partidistas y hasta presidió el partido en el Distrito Federal y Veracruz, hasta que le llegó su turno.
Miguel Alemán Velasco alzó la mano y esperó paciente el momento en que le correspondió ser candidato a gobernador.
No sucedió nunca con Gustavo Carvajal Moreno, quien quiso, pero no pudo emular a su padre Ángel Carvajal, aunque sí logró ser secretario de un gabinete presidencial, pero su padre lo fue en dos.
Jesús Reyes Heroles, uno de los grandes pensadores de su partido (así lo reconocen los militantes del partido), también fue veracruzano y nunca gobernador del estado.
Entre los múltiples secretarios de Marina que han desfilado por la administración pública desde la creación de esta dependencia, muchos han procedido del estado de Veracruz, aunque ninguno de ellos logró ser gobernador del estado.
Veracruz es hoy un ejemplo de lo que no debe ocurrir en ninguna entidad de México.