Las canciones de Mario Benedetti
¬ Humberto Matalí Hernández lunes 4, Oct 2010Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
“(…) después de todo / usté es el palo /
mayor de un barco / que se va a pique //
seré curioso / señor ministro /
de qué se ríe / de qué se ríe.”
Mario Benedetti | “Seré curioso”.
La mayor riqueza de los escritores es la capacidad de denunciar el futuro, describir el presente y narrar el pasado. Algunos más y otros menos, con la enorme imaginación de las musas, es la mayor garantía de la permanencia de la obra de un creador. Por eso, Mario Benedetti (1920-2009), que este septiembre se cumplieron 90 años de su natalicio.
Por fortuna, para sus seguidores, no pocos en el, la Fundación Nobel perdió la oportunidad de adornar el Nobel de Literatura con el reconocimiento a tan enorme escritor. En la década de los setentas y ochentas criticaron el activismo socialista de Benedetti, en la estulticia de ignorar su valiosa obra.
Escritor de novelas, cuentos, ensayos políticos y sociales, pero sobre todo uno de los poetas mayores del siglo XX, Mario Benedetti se dio el lujo de escribir versos con letras de canciones, en un maravilloso juego literario, musical, narrativos y políticos donde los intérpretes significan, por su trayectoria profesional, el complemento ideal al lado de excelsa música y arreglos. El enorme Benedetti explica en la nota de presentación que sus versos cantados son interpretados por Nacha Guevara, Daniel Viglietti, Los Olimareños, Carlos Fasano, Dianne Denoir y Washington Carrasco. La mayoría de la música fue compuesta por Alberto Favero y Valentín F. Favero. Todos ellos dedicados al canto de compromiso libertario y social, que tan común fue en los años sesentas, bajo el insulso título de “canto de protesta latinoamericano”.
Al margen de los juegos musicales del poeta uruguayo, cada una de las letras de canciones, son admirables poemas con todo el estilo de Benedetti y en especial de compromiso social, libertario y político, de luchador de izquierda, ejercido por el poeta desde la adolescencia. En especial algunos de ellos predicen el vacío de las décadas posteriores y la imposición del mercado y economía globales. También sobre las dictaduras y crímenes de hace décadas: “Las voces de abajo / vidalita / están casi mudas / pero los gendarmes / vidalita / matan por las dudas”, escribe en “Vidalita por las dudas” al referirse a las dictaduras militares o civiles de Latinoamérica, desde México, con Díaz Ordaz hasta los gorilatos argentino, brasileños, uruguayos, guatemaltecos, sin olvidar el pinochetazo chileno.
Esos gobiernos sanguinarios que llevaron al poeta a escribir versos contra la represión en “Alguien”: “Alguien limpia la celda / de la tortura / que no quede la sangre / ni la amargura…”. O algo cercano a los mexicanos del 68 en “Balada de los helicópteros”: “Tu mano en mi mano / tu todo en mi poco // y en el cielo ajeno / buitres helicópteros”.
Pero hay unos versos certeros como dardos sobre la diana, actuales hasta el dolor de la crisis política nacional y la destrucción de las utopías latinoamericanas, pero que se repite en todos los continentes como en éste “Seré curioso” o “De qué se ríe”: “…usté conoce / mejor que nadie / la ley amarga / de estos pueblos // ustedes duros / con nuestra gente / por qué con otros / son tan servirles // cómo traicionan / el patrimonio / mientras el gringo / nos cobra el triple // cómo traicionan / usté y los otros / los adulones / y los seniles // por eso digo / señor ministro / de qué se ríe / de qué se ríe…”. El final de este poema sirve de prólogo a esta entrega.
Aunque bien se podría haber escogido cualquiera de los versos del poema-canción “Pobre señor”, con la salvedad de que puede ser aplicada a cualquier mandatario de la modernidad. Desde Canadá a la Argentina, varias naciones del continente europeo y casi todas las africanas y asiáticas. El rasero de Mario Benedetti es parejo y total, a pesar de que lo aplicó hace medio siglo. Van algunos ejemplos del “Pobre señor”, el lector debe aplicarlo al señor que quiera y antoje:
“Pobre señor presidente / ya no hay nadie que lo aguante / nunca hubo aquí gobernante / con menos dedos de frente // pobre tirano cacero / tan pacheco y tan porfiado / mandón pero bienamado /si el que manda es un banquero // pobre jerarca aprendiz / tan terco ensoberbecido / tan solo y desentendido / de la gente y del país // pobre y grave mandamás / tan llenador y tan hueco / tan púgil y tan pacheco / y tan sin pueblo detrás”. Y eso es apenas la primera parte del poema, las primeras cuatro estrofas de la canción. Las demás son igual de certeras como: “pobre terco que especula / no aflojar cueste a quien cueste / pero no es garra celeste / sino técnica de mula…” No son pocos los mandatarios retratados en esas letras. Y en especial ante la miseria mental y espiritual que exhiben. Y en México llevamos varios de ellos muy recientes.
La vida de Mario Benedetti es creativa, pero también implicó riesgos y no pocos por enfrentar a la dictadura que asoló a Uruguay. Fue un digno activista intelectual, al grado de ser obligado al exilio para conservar la vida. A los 29 años, cuando era reportero de una revista, publica su primer libro de cuentos “Esta mañana” (1949), para 1950 lanza el primero de poesía y en l960 se convierte en uno de los grandes escritores al publicar “La tregua”, donde Martín Santomé y Laura Avellaneda son dos personajes trágicos y dolorosamente humanos, dignos de los clásicos. Refugiado político a partir de 1973, vivió en España, Cuba y Perú.
Escritor prolífero, comprometido con los movimientos de izquierda y rescate social, Benedetti navega por todas las ramas de la literatura, pero tiene pocos reconocimientos literarios a nivel mundial. El conservadurismo y la cobardía, porque no es timidez de las academias, jurados y jueces de los premios que por fortuna no manchan la dignidad del joven poeta, novelista y creador literario, nacido en Uruguay. La verdad, Mario Benedetti, de no ser por la fortuna económica que significan el Nobel o el Cervantes, le marcan la armadura de la creación y la lucha, supera esos premios con la permanencia y presencia de su obra poética.
La obra de Benedetti es fácil de localizar a precios accesibles. Hay antologías, los libros de poemas completos y en especial las novelas y cuentos. Pero es casi imposible adquirir los discos de los cantantes que grabaron las letras de “Versos para cantar”. La mayoría son piezas de arqueología musical. Los poseedores son afortunados.