Maldita partidocracia
Freddy Sánchez jueves 6, Oct 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Qué será mejor o menos peor. Que pocos manden y muchos obedezcan o al revés.
Cada quién es libre de pensar lo que le parezca, pero un hecho es irrefutable.
Lo primero, llevó a México a lo segundo.
Hartos del partido único surgió la partidocracia.
La pregunta sería entonces. ¿fue para mejorar o empeorar? Y también cada quien puede pensar lo que le parezca, pero otro hecho es evidente.
La insatisfacción social de antaño con un poder absoluto tan aplastante y retórico, actualmente es la misma ante el surgimiento también añoso de una partidocracia integrada por diversos grupos políticos, que sistemáticamente se llevan las contras en una obsesiva disputa que tiene por objeto mantener o acrecentar sus actuales nichos de poder.
En ese contexto, bien podría pensarse que el Poder Ejecutivo y la sociedad en su conjunto, viven sometidos al yugo de los vaivenes caprichosos de la política del poder en la que muchos son los que mandan y pocos los que obedecen.
El pueblo reclama, la presidencia propone y sólo Dios sabe cuántas manos intervienen (desde las cámaras legislativas, los consorcios empresariales, los sindicatos, las iglesias, asociaciones civiles y corporativos de la comunicación), pretendiendo dictar el qué, cómo y cuándo hacer cualquier cosa en los asuntos del poder.
En medio de esa rebatiña, lo que menos importa son los intereses de la gente, dado que por encima de ello, comúnmente se anteponen los que cobijan los distintos grupos de poder en el México de nuestros días, lo que inevitablemente nos lleva a una suposición.
El Poder Ejecutivo pinta poco o no pinta nada en un sinnúmero de decisiones y actos institucionales, mientras que la patidocracia con sus pretensos mandantes tras bambalinas dados a una insaciable voracidad se afanan en cobijar intereses privados y no públicos en una u otra acción oficial.
A falta pues de un poder que decida, “todo mundo” con influencias en los partidos políticos, trátese de quien se trate, aunque muy en particular los dueños del dinero y voces influyentes de la comunidad, se dedican a “llevar agua a su molino”, regularmente con mucho éxito.
De tal suerte que los intereses nacionales, bien gracias.Por la sencilla razón de que lo que se debe hacer no se hace o se hace poco y lo que se puede hacer simplemente se hace al ritmo que imponen los intereses creados y contrapuestos en lo que hoy por hoy caracteriza el desempeño social de la partidocracia.
Un guiso de muchos cocineros que ha hecho mala sazón en la búsqueda de soluciones para los principales problemas de la gente común.
Así que lo menos malo sería que en cada sector representativo de la sociedad, los grupos empresariales, religiosos, sindicales, académicos y de la comunicación, entre otros, una persona con respetabilidad fuera la encargada de tomar decisiones obligándose a responder por sus desaciertos, deficiencias o corruptelas.
Dicho de otro modo: si se quiere acallar la insatisfacción social cada vez más creciente y generalizada por la forma de gobernar a México, algo habrá que hacer para terminar con la anarquía de la maldita partidocracia.