Debates, el caso mexicano
¬ Mario San Martí viernes 30, Sep 2016Consensos y disensos
Mario San Martí
- Ganó Hillary el primero, Trump sigue en la pelea
- Necesarios más intercambios de ideas entre políticos
Esta semana los mexicanos dieron seguimiento por televisión e internet al debate sostenido entre los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, Hillary Clinton y Donald Trump, donde según especialistas ganó la ex Secretaria de Estado, y aunque este ejercicio democrático es el primero de una serie de tres, el resultado amplía las posibilidades para que la candidata del Partido Demócrata haga historia en su país de convertirse en la primera mujer que llegue a ese cargo, ya que hasta ahora son puros hombres los que han sido electos como presidentes de la nación más poderosa.
Por cierto, durante ese encuentro, el candidato del Partido Republicano, Donald Trump, fue exhibido por la demócrata como un aspirante poco serio e ignorante, un personaje que habla mucho pero no dice nada, pero aun así, con ese perfil, el polémico aspirante ha sorprendido a propios y extraños al estar en la pelea con encuestas de opinión que lo ponen al tú por tú en las preferencias del electorado estadounidense respecto a su rival más aventajada, la señora Clinton.
¿Cuál va a ser el resultado final en las elecciones del próximo 8 de noviembre?, es una pregunta que seguramente sólo compete dar respuesta a los votantes del vecino país del norte, aunque por supuesto aquí en México la población ya tomó partido y si por nosotros fuera desearíamos que perdiera el odioso candidato Trump, ya que sin duda lo que más indigna a la comunidad latina son los constantes discursos que ha lanzado el republicano contra los trabajadores indocumentados y población migrante radicado en ese país, a los cuales con posturas racistas y discriminatorias dice que de llegar a ser presidente construirá un muro entre México y EU para evitar que sigan llegando más indocumentados y que los que ya están serán expulsados.
Son muchos los agravios, y gran parte de ellos forman parte de los ejes de campaña del republicano. Por todo ello, los mexicanos todos y comunidad latina en general, los que tienen derecho a votar en ese país, seguro emitirán su sufragio de manera razonada y consciente contra Donald, voto que de manera decisiva podrían inclinar la balanza a favor Hillary.
Pero tal vez eso votos no sean necesarios si después de los otros dos debates la demócrata amplía su ventaja en la encuestas y los estadounidenses se convencen de que el candidato Donald está loco y que las políticas de odio, racismo y discriminación no pueden ser parte de un proyecto de nación. Ojalá.
Pero bueno, todo este asunto del debate viene a colación porque en el ambiente político de nuestro país esos ejercicios de intercambio de ideas se realizan desde hace más de veinte años en los procesos electorales y en el caso de la presidencial el Código Federal Electoral vigente es muy claro en materia de acceso a radio y televisión, ya que en el inciso uno del artículo 70 señala que “Con motivo de las campañas para Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, el Instituto coordinará la realización de dos debates entre los candidatos registrados a dicho cargo, conforme a lo que determine el Consejo General”.
Hasta aquí todo parece bien, pero después de presenciar el encuentro Hillary-Donald, tal vez en México no estaría mal que este tipo de ejercicios de participación democrática se realizaran con mayor frecuencia entre la clase política porque de esta manera la población estaríamos en posibilidad de conocer el diagnóstico que éstos tienen sobre problemas nacionales, su propuestas de solución y o alternativas de atención que al respecto existen.
Queremos conocer con tiempo suficiente a quienes en algún momento podrían ser los eventuales candidatos para algún cargo de elección, máxime si se trata de la primera magistratura del país. Queremos verlos defendiendo sus posturas políticas, contrastando ideas programáticas y hasta sus reacciones antes posibles situaciones de crisis, porque la mayoría de las veces apenas los conocemos por una foto, por un mitín o un spot de televisión.
Los tiempos han cambiado, en 1994 fuimos testigos del primer debate presidencial y tocó a los candidatos Ernesto Zedillo (PRI), Diego Fernández de Cevallos (PAN) y Cuauhtémoc Cárdenas (PRD) inaugurar de manera formal estos encuentros entre candidatos a la Presidencia de la República. Y el más reciente se registró en 2012 entre Josefina Vázquez Mota (PAN), Andrés Manuel López Obrador (PRD,PT y MC), Gabriel Quadri (PANAL) y Enrique Peña Nieto (PRI-PVEM).
Han sido encuentros reglamentados, pero en nuestro país los debates públicos como tales tienen su origen a principios de los años noventa, cuando (ante una andanada de cuestionamientos) el entonces secretario de Comercio y Fomento Industrial, Jaime Serra Puche, retó al entonces candidato a la presidencia de la República por el Partido de la Revolución Democrática, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a debatir públicamente los asuntos relacionados con el naciente Tratado de Libre Comercio (TLC).
Dicho debate no se llevó a cabo, pero generó un rico antecedente en nuestro sistema democrático; fue un acontecimiento que de alguna manera facilitó el nacimiento de una nueva cultura en nuestro país, y que en nuestros días no solamente se constituyen como una necesidad sino como una obligación entre los candidatos que buscan un espacio en los cargos de elección popular, pues -los que votamos- primero queremos saber de qué están hechos los personajes que a través de diversos medios se promocionan y nos piden que votemos por ellos.
No hay duda, el debate público nos facilita en gran medida analizar las propuestas de nuestros políticos y a partir de sus respuestas creo que podremos tomar una decisión y acercarnos al candidato de nuestra preferencia. Sí, queremos más debates.