Los políticos se refugian en la simulación
¬ Armando Sepúlveda Ibarra martes 20, Sep 2016Deslindes
Armando Sepúlveda Ibarra*
En los tiempos de la democracia entre comillas y de gobiernos de escasa autoridad, el toque absurdo y la simulación guían e iluminan los actos de la “clase política” en el poder y al instante se ponen al descubierto en cada acción los afanes por embaucar otra vez a los ciudadanos para sobrevivir una etapa más al rechazo popular con un abanico de mentiras y promesas, el uso de montajes de farsas de carpa y peroratas enriquecidas en la vil demagogia con que pretenden engañar a los demás creyéndolos tontos, o con escenas propias de la pantomima que, a lo mucho, desatan la hilaridad y el repudio de buena parte de la población hacia los personajes teatrales.
Bastaría enlistar algunas escenografías recientes, típicas a las ficciones de Kafka, cerriles hasta despertar las burlas domésticas y de la prensa extranjera, e importantes; sin embargo, por los contenidos simbólicos que encierran, para calibrar el triste nivel del sistema político mexicano, la medianía intelectual de sus cerebros, la ausencia de ética y moral en sus lances de audacia por alcanzar una imagen pública de fantasía y, en síntesis, el nulo respeto de las cúpulas para con los mexicanos y su inteligencia:
Por ejemplo, para distanciar al señor Peña de una rechifla y abucheo anunciados en las vísperas por el malhumor nacional contra sus enrachados desatinos que la torpeza oficial coronó con la descabellada e indeseable invitación al señor Donald Trump a venir a pisotear a los mexicanos en Los Pinos con alfombra roja y servilismo presidencial como fondo, el temor al pueblo condujo a los genios del gobierno a impedir a los capitalinos que ingresaran al Zócalo de la Ciudad de México la noche de 15 de septiembre para conmemorar el Grito de Independencia y, para continuar con los guiones de artificio, llenaron la plancha con contingentes de decenas de miles de acarreados de estados vecinos para que por unos pesos corearan los ¡vivas a los héroes que nos dieron patria y libertad! en santa paz, al gusto de quien les da la torta y el refresco con dinero público, a condición de que halaguen su vanidad con la falsedad de un ambiente armonioso sólo de oropel. Ni la Compañía Nacional de Teatro ni sus comediógrafos inspirados en Menandro y Aristófanes saben tanto de las artes escénicas de ficción como los asesores de la Presidencia, habilidosos para mentir sin convencer ni siquiera a sus fieles.
La figura de cartón del señor Peña se vino abajo de manera espectacular espoleada por el rosario de errores, corrupción, escándalos y atentados a los derechos humanos, así de rápido como había subido a las alturas de la imaginación sin haber detrás de todo un sustento adicional a la mercadotecnia y la compra de espacios y medios para vocearlo durante los días de gloria con la etiqueta de estadista mundial casi del tamaño de Charles de Gaulle o de Winston Churchill; desilusionó las expectativas de los grandes consorcios internacionales —ávidos de llevarse las riquezas del país— y, de pasadita, su meteórica caída en avalancha hacia el abismo arrastró a la capirotada conocida como nuevo PRI a perder en junio pasado las elecciones para gobernador en siete estados y la condenó a prepararse para entregar la Presidencia de la República a la oposición en los comicios de 2018, cuando alcanzará, según las apuestas, un doloroso tercer lugar si bien le va.
El destino alcanzó mucho antes de lo previsto a la realidad del sexenio de los otrora salvadores de la patria, para quienes la vida les habría regalado la oportunidad de correr otra suerte si hubieran elegido, antes de hundirse en sus ineptitudes y arrogancias, el sabio consejo del escritor escocés Robert Louis Stevenson, estilizado de un aforismo japonés, de que “es mejor viajar colmado de esperanzas que llegar a puerto”; pero cuando pisaron contra su voluntad la hostil tierra firme obligados por las presiones y las críticas de la opinión pública y la sociedad, se les vino el mundo encima y la verdad incontestable los arrolló como una aplanadora apenas cumplían un tercio del camino. Fueron golpes descomunales: Estalló todo junto a sus pies: Ayotzinapa, la Casa Blanca, corrupción, impunidad, crisis económica, más pobreza y miseria, violación de los derechos humanos, mentiras, autoritarismo, el parto de otra camada de nuevos ricos amigos del poder, etcétera, con tanta fuerza que derribaron la falsa imagen del clan en el poder, concebida sólo en las mentes de los gobernantes.
La falta de sensibilidad política, de prudencia y sentido común instiga las frágiles mentes de los asesores presidenciales y les inducen a exponerse al ridículo y la ira de los malhumorados del país, cuando eliminan el mensaje formal del IV Informe de Gobierno, inventan un absurdo acto de simulación de diálogo con jóvenes paleros de una calidad tipo ¡Sube Pelayo, Sube! y ponen al señor Peña a hablar sin el indispensable libreto y lectura con las dificultades propias de quien aspira a dominar algo que no es lo suyo, como la elocuencia ciceroniana y va derecho a tropezarse con su lengua: allí fracasan de nuevo la añoranza de los tiempos idos: las ansias de alabanza y deseos de gloria que borren el pasado reciente desde Ayotzinapa y la Casa Blanca, hasta el final del interminable laberinto de la fatalidad.
La magia kafkiana de los absurdos figura en otros episodios recientes de la política a la mexicana y arrancan con la entrega del “Premio al Estadista” al señor Peña por la Asociación de Política Exterior en Nueva York, mientras por acá se le cae el país encima de su frágil humanidad; continúan con la destitución de Tomás Zerón por la mañana de un día de septiembre de la dirección de la Agencia de Investigación Criminal, luego de exhibirlo como suplantador de pruebas del crimen de estado de Ayotzinapa y su increíble nombramiento por la tarde como secretario del Consejo Nacional de Seguridad, quizá en premio a su lealtad a la desmoronada “verdad histórica” de Iguala, y se redondea con el temerario reto a Andrés Manuel López Obrador para ¡debatir sobre la corrupción! entre los políticos lanzados con fingida enjundia por el presidente del nuevo PRI, Enrique Ochoa Reza, un multimillonario de nuevo cuño sin antecedentes de riqueza antes de involucrarse en el gobierno, que además acaba de recibir una liquidación indebida de un millón 725 mil 271 pesos por su renuncia a la dirección de la Comisión Federal de Electricidad, porque habría mucha tela de entre sus correligionarios para cortar: como dice la vox populi el nido de los corruptos nace, crece y se reproduce desde el viejo hasta el nuevo priísmo, a menos que el improvisado jerarca del tricolor se atreva a exhibir entre la ralea a sus jefes inmediatos y pida la cárcel para sus gobernadores de Veracruz y Chihuahua y súmele el lector a otros personajes de este clan como los Moreiras, Montieles y Videgarayes y los de los anteriores sexenios de la “dictadura perfecta” y la “familia revolucionaria”.
Viven en mundos de la fantasía y el dispendio, con sueldos que rayan en la obscenidad ante tanta pobreza, otros personajes de la política insensibles a las crisis económicas, entre los cuales destacarían en estos momentos los ministros de la Corte y los secretarios del infumable gabinete y, de manera especial, el racista presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, un neopriísta renegado con piel de progresista, que empecina su fortaleza y la de sus consejeros, también beneficiarios de ingresos inmorales, en la construcción de unas torres faraónicas a todo lujo, con valor de mil cien millones de pesos, para albergar al desacreditado INE y en la generosidad con dineros ajenos de repartir en tiempos de hambre bolsas millonarias a los insaciables bolsillos de las mafias de los partidos políticos que para 2017 enriquecerán sus cuentas bancarias con una tajada superior a los 4 mil millones de pesos que sustraerán del presupuesto global de aquel elefante blanco por 15,370 millones de pesos, por ofrecerse a ser una vez más comparsas del poder en la simulación de la democracia.
Con todos los antecedentes sobre México y sus gobernantes, Nueva York y la Organización de las Naciones Unidas fueron reacias a prestarse a los absurdos y la simulación durante la visita relámpago del señor Peña y por más que la diplomacia mexicana mendigó invitaciones a encuentros con jefes de Estado y de Gobierno, para levantarle la figura, nadie cedió a verle la cara, salvo los despistados negociantes del infumable Premio al Estadista.
*Premio Nacional de Periodismo de 1996