Refugio de maleantes
Freddy Sánchez jueves 22, Sep 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Fuerte y claro, el presidente Peña Nieto hizo una enérgica defensa de los migrantes.
Desde la ONU habló con firmeza para exigir la terminación de los discursos de odio contra toda esa gente que se ve obligada al desarraigo de su tierra para buscar una mejor forma de vida.
Puntual y vigoroso fue el discurso del mandatario mexicano, con una explícita dedicatoria para su visitante incómodo de semanas atrás.
Algo que quizás muchos compatriotas esperaban que hubiera hecho frente a Donald Trump (en su visita a México), aunque a fin de cuentas el repudio de Peña Nieto para los xenofóbicos fue expuesto en el seno de la Organización de las Naciones Unidas.
Lugar propicio para impulsar el apoyo internacional a favor de 240 millones de personas que debido a la precariedad de sus vidas e incluso al cambio climático, se vieron obligadas a emigrar de sus lugares de origen.
La mayor parte de ellos, sin lugar a dudas, con la convicción de contribuir con su esfuerzo productivo al desarrollo económico y la estabilidad social de aquellos países en los que las personas de origen extranjero primordialmente están dedicadas a un trabajo honesto.
Justo es entonces pugnar para que se le dé un trato digno y considerado que les garantice el más absoluto respeto a sus derechos humanos.
De ahí, la urgencia de ponerle freno a la política del desprecio y humillación contra los migrantes en todas las naciones del orbe, especialmente en la Unión Americana.
Y es que donde la migración va en aumento (a causa de distintas circunstancias que lo hacen inevitable), deben adoptarse políticas públicas que correspondan al esmero con el que trabajan los migrantes (incluso en actividades non gratas para la mayoría), lo que facilita el bienestar de los connacionales de las naciones donde los extranjeros son actores fundamentales en distintas actividades económicas.
Ese ha sido el caso de los mexicanos y en general los latinoamericanos, por encima de cualquier otra postura crítica que lo contradiga, en el país de las barras y las estrellas.
Nuestros compatriotas que trabajan con dedicación en Estados Unidos (igual que todos los migrantes que hacen lo mismo en otros países), constituyen una fuerza de trabajo que aporta una gran contribución para la economía mundial.
La migración representa para distintas naciones del orbe un apoyo extraordinario, comúnmente desdeñado y poco recompensado.
Así que el gobierno de México debe seguir en plena lucha internacional a favor de un trato respetuoso para los migrantes hasta que éstos reciban el reconocimiento y la retribución que se merecen.
Lo que por supuesto obliga a los gobiernos a evitar que entre los migrantes se “cuelen” personas de malos antecedentes, que en vez de ir a trabajar honestamente pretendan dedicarse a la comisión de actos delictivos en los países que los reciban
Porque una cosa es estar a favor de la migración productiva y otra muy distinta e inaceptable que uno quiera pedirle a cualquier nación que se convierta en refugio de maleantes.