El terremoto del 85
¬ Augusto Corro lunes 19, Sep 2016Punto por punto
Augusto Corro
Hoy se cumplen 31 años del terremoto que devastó la Ciudad de México y dejó un saldo extraoficial de 10 mil personas muertas.
El sismo tuvo una intensidad de 8.1 grados de magnitud en la escala de Ritcher. En el epicentro empezó a las 7:17 horas y en la Ciudad de México se sintió a las 7:19 horas. Duró 2 minutos.
El núcleo del movimiento telúrico fue ubicado cerca de la desembocadura del río Balsas, en la costa michoacana.
En la capital las colonias más afectadas fueron Tlaltelolco, Centro, Doctores, Roma y Obrera.
De acuerdo con informes oficiales cerca de 30 mil inmuebles fueron destruidos totalmente y 68 mil resultaron con daños parciales.
En aquella ocasión la sociedad capitalina respondió con acciones de solidaridad ejemplar ante el embate de la naturaleza. No así las autoridades que quedaron paralizadas ante la magnitud de la tragedia.
Y este es precisamente el tema que nos ocupa ahora para plantearnos la pregunta obligada:
¿México está preparado para enfrentar terremotos y ciclones devastadores? ¿Realmente tenemos una cultura de prevención ante esos fenómenos naturales?
Tienen la respuesta las autoridades que, suponemos, deben estar preocupadas permanentemente en su tarea de proteger y salvar vidas humanas en un país, donde los sismos y los huracanes son tan destructores.
TROPEZÓN DE
RICARDO MONREAL
Todo empezó cuando Pedro Pablo de Antuñano, segundo hombre en el poder en la delegación Cuauhtémoc, fue detenido con 600 mil pesos en efectivo que transportaba en una caja de cartón, en su coche.
El funcionario, mano derecha del delegado Ricardo Monreal, dejó el cargo para someterse a una investigación por parte de la Fiscalía. El político tendrá que demostrar el origen de esa suma de dinero.
Otra vez se presenta el conflicto de los políticos y la corrupción. Por lo pronto, la detención de un colaborador en problemas, tan cercano a la máxima autoridad delegacional, le provocará, por lo menos, dolores de cabeza.
Como se sabe, Ricardo Monreal es uno de los aspirantes que buscar gobernar la Ciudad de México. La lucha por el poder se da con mayor intensidad en el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cuyo propietario es Manuel López Obrador.
Aunque lo niega ante la opinión pública, Martí Batres, el líder morenista, si tienen interés en competir por la candidatura capitalina. En este escenario surgió la detención del director Jurídico y de Gobierno de dicha delegación.
Mientras se aclara la situación legal de Antuñano, Ricardo Monreal tendrá que defender, con todo lo que tenga a la mano, su imagen abollada por el “affaire” de su hombre de confianza.
OTRO PERIODISTA ASESINADO
En estos tiempos el asesinato de un periodista a pocos parece importarles.
Se ve como un hecho común que México es uno de los países más peligrosos para la práctica del periodismo.
Al filo de la medianoche del 15 de septiembre, el comunicador Aurelio Campos, de 57 años, director del semanario poblano, “El Gráfico”, falleció a consecuencia de los disparos de arma de fuego que recibió mientras circulaba por la carretera México-Tuxpan, a la altura de Huauchinango.
Como se acostumbra en estos casos, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) pidió a las autoridades poblanas investigar y sancionar a los responsables del crimen e instrumentar medidas cautelares para salvaguardar la integridad de la familia del comunicador.
El periodista Campos investigaba los secuestros ocurridos en la sierra norte de Puebla.
En México, durante los primeros seis meses del año ocho periodistas fueron asesinados.
En promedio, según la organización Article 19, cada 26 días es asesinado un periodista en el país.En este espacio ya nos referimos a que los comunicadores se encuentran a mercede de los caciques y del crimen organizado que nunca son castigados por sus crímenes. En varias regiones priva la autocensura y la delincuencia controla la información.
Hay estados, como Veracruz, que durante el sexenio de Javier Duarte van 19 periodistas muertos.
Cabe hacer notar es nula la función de los organismos de derechos humanos que son ignorados por las autoridades. Esta más que comprobado que los comunicadores tienen que valerse por sus propios medios para defenderse.