Oxígeno al PRI
Freddy Sánchez martes 13, Sep 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Todo giro de timón implica un cambio de ruta para ponerse en la dirección correcta o evitar un colapso.
Lo segundo, tanto como lo primero, debió influir en lo sucedido en días pasados en el gabinete presidencial.
Los bonos a la baja en torno a la popularidad del huésped de Los Pinos, tras la criticada invitación a Donald Trump (según piensa y asegura la mayoría de analistas políticos y comentaristas en las redes sociales), contribuyó sin duda a apresurar lo previsto y comúnmente practicable en determinado momento de todo curso sexenal.
O sea, dar paso a cambios estratégicos en cargos de alto nivel institucional para fortalecer o en ciertos casos desarticular las eventuales precandidaturas de los prospectos presidenciales en la víspera de tener que elegir al indicado para buscar la permanencia en la primera magistratura del país del partido en el gobierno con el candidato mejor posicionado. Cuidando, obviamente también, que el elegido goce de la mayor confianza del presidente en turno.
Y Justamente por ello resultó tan sorpresiva la dimisión de Videgaray.
Porque si bien y no son aquellos tiempos en los que de Los Pinos provenía una consigna incuestionable para nombrar al candidato del PRI a la presidencia, (costumbre sustituida en la actualidad por la procuración del consenso y conciliación de intereses grupales para evitar entrar en conflictos y confrontaciones al interior del partido que gobierna), lógicamente siempre habrá una voz cantante que demande ser escuchada.
En ese sentido, los cambios en el gabinete, más que buscar un repunte en la popularidad presidencial, siendo que el propio presidente ha dicho que no llegó al cargo para cuidar su buena imagen, lo que más bien están buscando en este momento es que el PRI deje de seguir perdiendo apoyo electoral y por lo mismo quede expuesto a perder la Presidencia en el 2018.
La avalancha de críticas por lo de Trump, igual que se critica día tras día uno u otro acto de gobierno, (alentando la inconformidad de la gente con los resultados logrados hasta ahora por las reformas estructurales, particularmente en lo relativo al caos urbano y la crisis económica empresarial por el activismo opositor de la CNTE), es una secuela de lo sucedido en las pasadas elecciones.
Una pérdida histórica de gubernaturas a mitad de sexenio por parte del priísmo, por una sencilla razón: la sensible baja en la aprobación social de lo realizado durante la presente administración, a pesar de la rebambaramba y los augurios de que la población estaría mejor con las reformas legales aprobadas por el Congreso, las que si como es de pensarse todavía tienen mucho que ofrecer para el futuro bienestar colectivo, por lo pronto la satisfacción de la gente con lo realizado y obtenido, evidentemente no le alcanza al PRI para asegurar su permanencia en el poder otros seis años.
La imperturbable paciencia o pasividad conformista social, que en tiempos pasados le permitió al gobierno priísta mantenerse largamente en Los Pinos, dejó de ser una constante en la actitud electoral entre los mexicanos, ahora más exigentes e indispuestos a contentarse con discursos demagógicos de un supuesto bienestar que no se palpa lo suficiente en los hogares.
De eso pueden dar constancia los panistas, que apenas sobrevivieron en el poder presidencial dos sexenios y fueron echados de Los Pinos con cajas destempladas.
Así que tras los cambios en el gabinete deben darse acciones que en verdad recobren para el gobierno en turno la confianza del electorado para el 2018 a manera de darle oxígeno al PRI.