El “utility” Meade
Ramón Zurita Sahagún lunes 12, Sep 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
En el beisbol hay una figura que resulta importante para el juego, pero que nunca destaca entre los principales jugadores. Se trata del utility, un pelotero que puede jugar en varias posiciones con gran destreza, aunque nunca logra superar a los titulares.
La misma figura puede ser aplicada para José Antonio Meade Kuribreña, el singular secretario de Hacienda, quien pasa de una posición a otra, como un saltimbanqui que no consigue ubicar su verdadera posición.
Hay quienes le ven a Meade talla para competir por la Presidencia de la República y hasta destacan que podría ser una figura de suma importancia a la que nominaría el PRI, pero respaldaría el PAN, en caso de su que su candidato (a) no creciera lo suficiente.
Y es que Meade ha logrado sobrevivir a los sexenios panista y priísta, sin ser militante de ninguno de los dos partidos, pero en cuyas administraciones ha pasado por la titularidad en las secretarías de Energía, Hacienda, Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y nuevamente Hacienda, todo un récord.
En los tiempos recientes han existido casos de secretarios que han pasado por dos y hasta tres dependencias, pero hasta ahí.
Manuel Bartlett fue secretario de Gobernación y de Educación Pública; Jorge de la Vega Domínguez de Comercio y de Agricultura; Carlos Hank González de Turismo y Agricultura y hasta regente del Distrito Federal. Pedro Aspe, secretario de Programación y Presupuesto y de Hacienda; Ernesto Zedillo secretario de Programación y de Educación Pública. Carlos Abascal, secretario del Trabajo y de Gobernación.
Ernesto Cordero fue secretario de Desarrollo Social y de Hacienda; mientras que José Ángel Córdova Villalobos fue de Salud y Educación Pública.
Bueno, ni siquiera el llamado “chicharito” del sexenio Zedillista, José Antonio González Fernández, logró acercarse a la marca que lleva Meade Kuribreña con cinco nombramientos de titular en cuatro secretarías distintas, aunque el priísta dejó marca como asambleísta, procurador del Distrito Federal, director del ISSSTE, presidente del PRI, secretario del Trabajo y de Salud, todo en un mismo sexenio.
En el caso de Meade Kuribreña, lo destacable es que lo consiguió en dos administraciones distintas y provenientes de partidos políticos diversos, ya que fue secretario de Energía y de Hacienda bajo la presidencia del panista Felipe Calderón Hinojosa y de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y de Hacienda (nuevamente) bajo la conducción del país de Enrique Peña Nieto.
La llegada de José Antonio Meade a la Secretaría de Hacienda, provocada por el relevo de Luis Videgaray Caso, lo sitúan donde muchos ya lo ven, la antesala de la candidatura presidencial.
Sin embargo, el principal problema que enfrenta para ello es no ser militante del PRI, como se estipula en los estatutos del partido y que, hasta el momento, su presencia no es siquiera percibida por los ciudadanos.
Una de las virtudes (o defecto) de Meade es que es un personaje sumamente discreto, lejano de los reflectores, de las declaraciones grandilocuentes o que entre en controversias del algún tipo.
Meade difiere totalmente de la personalidad de un político tradicional, aunque está considerado como un servidor público útil, con conocimientos vastos, por lo que aplicó para las distintas dependencias que ha encabezado, aunque eso en México no es difícil, ya que los políticos son acomodados en los sitios vacantes o en donde se pretende relevar al titular.
Su nueva llegada a la Secretaría de Hacienda se debió a una necesidad de urgencia, por la salida de Videgaray caso y en los apremiantes momentos en que se presentaba la emergencia decretada por la presentación del Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos para el año próximo, además de enviar un mensaje de tranquilidad a los mercados mundiales sobre la estabilidad económica y financiera de México.
No había otro personaje que inspirara esa confianza y que además estuviese en la disponibilidad para ello.
Pero ante la difícil situación que vive el Partido Revolucionario Institucional en un franco descenso en las preferencias ciudadanas, el nombre de Meade, sin ser priísta, destaca con todos y los inconvenientes que acarrea.
La baraja priísta no es muy extensa y parece quedar reducida al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer (en franca caída libre) y el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas.
Dos mujeres priístas se apuntan también para participar en esa contienda, aunque no logran crecer, la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz (Massieu) Salinas, metida con calzador y la diputada federal Ivonne Ortega Pacheco, de quien se espera una mayor exposición, pero que se ha retraído en las semanas recientes.
Con esta caballada flaca, como señalaba la frase inmortalizada por Rubén Figueroa Figueroa, cualquier otro personaje podría colarse como opción para los priístas, aunque no se advierte de dónde surgiría ese militante que pudiese competir en igualdad de oportunidades.
Tal vez la opción pudiese ser convertir a Meade en candidato independiente, terreno en el que ya están apuntado un compacto grupo de aspirantes, aunque dos de ellos pueden ser dados de baja: Margarita Zavala y Miguel Ángel Mancera.
La primera sería difícil que le dieran los tiempos entre perder la contienda interna del PAN y presentarse como independiente, mientras al segundo ya se le ve como abanderado del Partido de la Revolución Democrática y de los otros partidos de la izquierda que se le puedan unir como son los casos de Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo.
Pero mientras que Margarita es militante del PAN, Mancera no lo es del PRD y se mantiene como Meade, hasta el momento, independiente, sin siglas de ninguna clase.