Disculpas y perdones
Ramón Zurita Sahagún martes 6, Sep 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Las disculpas públicas se han puesto de moda, los políticos las ofrecen con singular alegría y con ello parecen quedar saldadas todo tipo de cuentas, si es que se encontraban pendientes.
El político que más recientemente lo hizo fue el todavía gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, quien pasó de su estilo bravucón y de constante riña con sus detractores a la humidad de quienes saben el riesgo que corren en lo futuro.
Duarte Jáquez aprovechó su VI y último Informe de Gobierno para pedir perdón y reconocer que cometió errores, aunque estos fueron magnificados por sus adversarios.
La humildad y sencillez que muestra César Duarte contrasta notablemente con la altanería con que se manejó los otros 70 meses de su gobierno.
Duarte se confrontó desde siempre con el gobernador entrante, Javier Corral Jurado y con su antecesor, José Reyes Baeza, convertido hoy en director del ISSSTE.
Su gobierno fue sumamente criticado, pero sus amarres con el centro del país le permitían superar cualquier tipo de crisis, ya que su “padrino”, Emilio Gamboa Patrón, le resolvía cualquier contingencia.
De la mano de Gamboa Patrón alcanzó la candidatura al gobierno de Chihuahua, aunque desde antes, el propio Gamboa Patrón lo convirtió en presidente de la Cámara de Diputados, una plataforma ideal para alcanzar un año después la nominación.
Desde su gobierno, Duarte Jáquez se atrincheró y se convirtió en un señor feudal, al que no le gustó nunca ser criticado y aplicó todo el rigor de su poder político para combatir a sus detractores.
Así sucedió con el senador Javier Corral Jurado, con quien entró en un tema de dimes y diretes, donde el hoy gobernador electo lo acusaba de asociarse en la fundación de un banco, al que destinaba los recursos del erario estatal y él respondía con señalamientos sobre la familia del senador (dos de sus hermanos) presos por ilícitos vinculados a la delincuencia organizada.
La confrontación se mantuvo durante todo el gobierno de César Duarte, sin que ninguno de los dos bajase la guardia.
Poseedor de todo el poder político, Duarte promovió al alcalde de Ciudad Juárez, Enrique Serrano como candidato al gobierno del estado, haciendo de lado a una serie de personajes que no formaban parte de su círculo cercano.
Dos mujeres se quedaron en el camino, ambas senadoras y con mayor experiencia política que el beneficiado: Graciela Ortiz y Lilia Merodio.
La primera fungió como secretaria de Educación y de Gobierno en distintos gobiernos estatales, además de ser presidenta estatal del PRI, diputada federal y senadora. Fue secretaria de acción Electoral del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
La otra, Lilia Guadalupe Merodio Reza, una joven priísta (37 años) que fungió como regidora en Ciudad Juárez, además de diputada federal y senadora, ambos cargos de mayoría. Graciela ofrecía conocimiento del estado y experiencia en los diversos cargos detentados, tanto a nivel estatal como federal y la segunda experiencia y juventud, por lo que una de ellas de pudo evitar el fracaso tenido por Serrano en la contienda del cinco de junio, donde fue arrasado por Corral Jurado. La torpeza, tozudez y escasa visión del gobernador, le impidieron ver otras opciones, por lo que casó con la idea de que Serrano le cubriría la espalda a su salida de un polémico gobierno.
Sin embargo, las cosas no salieron como planeaba y ahora se enfrentará a lo que se advierte será una feroz cacería de brujas en su contra y de aquellos que fueron sus cercanos colaboradores.
El revés dado por la Corte, en lo que se refiere a las leyes anticorrupción promovidas por el gobierno de Duarte Jáquez ante el Congreso local, significan un duro golpe para lo que se consideró un blindaje que lo protegería al término de su mandato sexenal.
Los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación consideraron que el Congreso local de Chihuahua (al igual que el de Veracruz) violó la reforma constitucional de 2015, al carecer de funciones para legislar en la materia. Fue una acción precipitada al legislar antes de la plena entrada en vigor de las Leyes del Sistema Nacional Anticorrupción.
Con esto se evita que el gobierno de César Duarte Jáquez pueda crear sus propias leyes anticorrupción y formar sus sistemas locales.
Por ello, los congresos locales deben esperar a que se aprueben y entren en vigor las leyes generales para poder emitir sus propias normas en materia de responsabilidad de los servidores públicos, para ser homologadas con las asentadas en la Constitución.
De esta manera César Duarte Jáquez queda desprotegido del blindaje que había preparado para su salida del gobierno estatal que se producirá en los primeros días de octubre y la situación se pondrá interesante, para saber cuál será la reacción del nuevo gobernador, Javier Corral Jurado sobre el que se considera su gran adversario al que además ha acusado de instalar al estado de Chihuahua como uno de los más corrutos en el país.
Para César Duarte se le terminaron los días placenteros y ahora, con todo y su petición de perdón y disculpas públicas, su futuro es sumamente incierto y será difícil que sea incorporado a algunas tareas del gobierno federal o del ámbito partidista.
Y es que César Duarte se convirtió en un cazador de la presidencia nacional de su partido (PRI) por lo que usó a sus personeros para promoverse a esa posición ante la salida de Manlio Fabio Beltones, al igual que buscó hacerse de la secretaría de Agricultura, aunque fuese en segundo o tercer nivel.