Manelich-García Luna, a cargo de la seguridad
Francisco Rodríguez viernes 2, Sep 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Intolerante hacia la clase trabajadora, el fascismo italiano en el poder, encabezado por Benito Mussolini, refundió en la cárcel a Antonio Gramsci, líder intelectual del socialismo internacional. El que, junto a Rosa Luxemburgo, Palmiro Togliatti y Tasca, consolidó las bases de la lucha y las reivindicaciones obreras.
Hoy, Gramsci es un pensador citado, inconscientemente hasta en las páginas de los pasquines “orgánicos”; exaltado por sus virtudes analíticas. Pocos de los intelecuales —por cuales— recuerdan que, bajo el cerril argumento “hay que impedir a toda costa que este cerebro funcione”, Mussolini destruyó, con lujo de saña a Gramsci, el teórico de la “filosofía de la praxis”.
Sin más ayuda que su prodigiosa memoria, Gramsci redactó, desde oscuras e infames ergástulas, las 2 mil 848 páginas que integran su libro Cuadernos de la Cárcel, en el que reconoció el carácter esencialmente revolucionario de algunos pensadores del Medievo, adelantados a su tiempo.
Llegó a establecer que “el Estado tiene el monopolio legítimo de la violencia”. Claro, jamás imaginó que en el futuro pudiera haber un poder político que se mantuviera mediante el uso exclusivo de la fuerza, “pues los valores de la seguridad, sostenía, deben emanar del conjunto de la sociedad”.
Mucho menos se imaginó que el monopolio legítimo de la violencia, ante el vacío de autoridad, iba a caer en control despiadado de un neofascismo cruel, represivo, intolerante, abusivo, cibernético-empresarial, en manos del gendarme del sistema y de descerebrados “policías de titanio”, como Genaro García Luna.
En lugar de cárcel, Galindo recibe impunidad y protección
En México, la política de seguridad pública y nacional ha dado una vuelta de tuerca, pero hacia atrás. Dieron “callo” a un represor como Enrique Galindo, ubérrimamente jubilado por las arcas de nuestros impuestos, señalado por la conciencia nacional, de ser el responsable operativo de las masacres de Tanhuato y Nochixtlán, sólo para poner en su lugar a uno de la misma ralea.
En vez de la cárcel, exigida por la opinión pública sensata, Enrique Galindo ha pasado a ser protegido impune de la Comisión Nacional de Seguridad, en pago a sus “patrióticos” servicios, y ha sido “castigado” con una destitución que parece más otro fervorín de boletín de prensa.
Manelich Cravioto, empleado de Los Zetas
Con bombo y platillo, en el escenario del Informe Presidencial, se ufanan de haber hecho un recambio de este jaez. Ha puesto en el sillón de mando de los represores incalificables, a Manelich Castilla Cravioto, antiguo protegido del hombre más rico de México.
Famoso por los estropicios y tráficos de influencias que hizo, al amparo de los temibles “Zetas” en Sinaloa y San Luis Potosí. Apoyado por enormes maletas de dinero, provenientes de los poderosos trasegadores, Manelich hizo un imperio, a partir de “plazas” de seguridad en municipios controlados por el cártel.
Mastín de Heriberto Lazcano, fundador de los desertores militares que fundaron el grupo de los “Zetas”, Iván Velázquez, Zeta 50, y Miguel Treviño Morales, Zeta 40, Manelich Castilla fue el más complaciente de la manada en ese corredor de la droga, el mismo que facilitaba y escoltaba el trasiego de estupefacientes hacia el mercado estadunidense.
García Luna lo promovió en la desaparecida SFP
Envalentonado por ese feroz apoyo, causante de decenas de miles de tragedias familiares mexicanas, Castilla fue habilitado por los narcos para vender los mandos policíacos, obviamente cómplices de los truhanes, en decenas de millones de dólares, que seguramente “salpicaba” hacia arriba. No puede entenderse de otra manera.
En premio a esas virtudes delincuenciales, Manelich fue premiado, en julio del 2009, por Genaro García Luna, dueño de la voluntad y el cerebro de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa -hoy sólo promotor de su esposa, la Dama del Rebozo– con altos cargos en la Secretaría de Seguridad Pública federal en el sexenio panista.
Manelich hizo y deshizo a su antojo, desde las cavernas al servicio del crimen que fue la estructura de seguridad pública y nacional en tiempos del Policía de Titanio —como lo llaman sus panegiristas— Genaro García Luna, enriquecido con contratos de obra pantagruélicos otorgados por la pareja Calderón-Zavala, renovados por el gobierno y hoy felizmente libre y muy influyente.
La Gendarmería Nacional, invento de Mondragón y Kalb
Poco después, a la llegada del doctor- experto en seguridad-almirante- en realidad masajista deportivo, Manuel Mondragón y Kalb, Manelich Castilla Cravioto, fue habilitado como comandante en jefe de la fantasmagórica Gendarmería Nacional, un invento pedestre de Mondragón, otra copia bufa…… que sólo sirvió para enriquecerlo más, pues todo el mundo sabe que la preparación de los miles de elementos inútiles, fue realizada en las suites y corredores de carísimos hoteles de cinco estrellas, los cuales durante meses entregaron jugosas comisiones a Mondragón y Kalb, con la complacencia y beneplácito del sistema de seguridad.
Usted y este escribidor lo comentamos desde hace dos años. Incluso, llegamos a vaticinar cuál era el futuro previsible de la desdichada Gendarmería Nacional, una comparsa extremadamente complaciente, al servicio de la rapiña… y otra vez le atinamos.
Hasta vergüenza da comentarlo. Como en los tiempos de Mussolini o de McCarthy y su cacería de brujas de intelectuales arraigados en Estados Unidos en los 50’s del siglo anterior, hoy los reclamos y demandas de la clase trabajadora de este país, deberán pasar por el cedazo del monopolio legítimo de la violencia, que apadrina Genaro García Luna.
La prueba del garrote se ha impuesto a las pruebas y los controles de confianza, que siempre reprobó el sedicente abogado, atrapado en un cuerpo de cancerbero Manelich Castilla, custodio de Telmex, de la Secretaría de Seguridad Pública federal, la Gendarmería Nacional y ahora la Policía Federal militarizada. ¡Hágame el refabrón cavor! ¿En manos de quién estamos?
El fascismo utilizó a las fuerzas armadas como ejecutoras de sus macabros designios. Hasta ahí, podría decirse que el monopolio “legítimo” de la violencia estaba en manos del Estado, no más, pues nadie podría justificar los desaguisados de Mussolini. Los calificativos y denuestos son ya parte de la historia violenta del siglo XX.
Pero de eso a tener que reconocer que la ignorancia y la ambición irrefrenable de los zafios en el poder, ha permitido que en pleno siglo XXI, el Estado se doblegue ante los mandos de empresarios neofascistas que protegen, encubren y dirigen a facinerosos, hay un brinco difícil, imposible de digerir por cualquier ser pensante.
No se conforman con destazar a la nación. Ahora son los cancerberos de sus negocios, fomentados desde el poder, para que nadie grite, y todos obedezcan a punta de metralla y bayoneta, escudándose en un monopolio ilegítimo de la violencia.
¿Cuál será la próxima sorpresa, si a diario los mentirosos y deleznables rompen sus estándares de estolidez y de torpeza execrable en todos los rangos, mandos y terrenos?
Preparémonos para lo peor. Todavía faltan unos meses para que estos esquizofrénicos entreguen los macabros bártulos. Bueno, es un decir. Lo esperable es que el juguetito de la seguridad pública y nacional decida seguir secuestrado por manos privadas, una auténtica manada de abusivos, pues hay cientos de miles de millones de dólares sobre la mesa.
¿Será que, aprovechándose de ese vacío político, hasta Carlos Salinas de Gortari se quita la máscara y decide presidir los consejos de administración de la constructora estatal del holding apodado como Higa? Aquí ya todo puede pasar. Al fin y al cabo, ésta es la hora de los chacales, el imperio del neofascismo empoderado.
Así es que la consigna es: “¡a tragar sapos, sin hacer gestos!” Cree el de Atlacomulco que su poder es eterno. No se da ni cuenta que es un polichinela. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Todavía hay mucho qué decir y comentar del encuentro Peña Nieto-Trump, que ha acaparado las primeras planas de todos los rotativos del orbe, pero —le aseguro— ninguna nota ha reflejado el suceso como bien lo retrata, con ironía y picardía, El Poeta del Nopal: “En un duelo de copetes, / con absoluto desgano, / el ríspido mano a mano / ¡se lo llevó el más ojete!”.
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