Sin escuelas, ni con la reforma
¬ José Antonio López Sosa miércoles 24, Ago 2016Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Comenzó el ciclo escolar, ante ello la atención se centra en dos fenómenos, ambos fuera de todo contexto, el primero donde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en diversas entidades del país decide una vez más, no arrancar con clases este ciclo escolar, un año más que decenas generaciones enteras no pueden acceder al derecho constitucional a la educación pública, gratuita y laica.
Sus protestas pueden ser muy legítimas, sin embargo no hay modo más deleznable de lucha que poner en entredicho el futuro de miles de niños que no pueden asistir al aula.
El segundo el anuncio conjunto del presidente y el secretario de Educación federal, cuando dicen que primero las clases y luego el diálogo, ¿estarán ambos conscientes de los cientos de municipios en el país donde no hay escuelas? y si las hay, están en condiciones deplorables para que un niño tome clases.
Me parece que primero deberíamos tener escuelas con los mínimos estándares en todo el país (no sólo en Toluca, por ejemplo, donde se tomaron la foto) y después, entrarle a la grilla con la CNTE y los maestros.
Cada quien mira su horizonte, la CNTE con la búsqueda de sus derechos laborales y el gobierno federal con la implementación de la reforma laboral (disfrazada de reforma educativa), pero al final nadie observa en ese panorama, a los niños y niñas de este país que no pueden ir a la escuela, sea porque no hay escuela (o se está cayendo) o porque no hay clases dado que sus maestros están en las movilizaciones.
De continuar este diálogo de sordos entre autoridades y maestros, seguirán más generaciones pagando el costo real y no político de este engendro, de la realidad de la educación en México, donde es falso que todos los niños tengan los mismos derechos, donde miles de alumnos no pueden cumplir con sus programas de estudios y donde la educación no es prioridad, sólo lo son los derechos laborales y la política.
Ambos son culpables, la CNTE y el gobierno federal, no hay más, los dos responsables de sembrar lo que cosecharemos en veinte años, con adultos que no pudieron cursar su primaria siquiera, porque la política pudo más que sus derechos.