Graco, trepador y oportunista
Francisco Rodríguez miércoles 24, Ago 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Para Celeste Sáenz de Miera.
Mi solidaridad fraterna ante las amenazas de atentar contra su vida.
Graco Ramírez Garrido-Abreu es la quintaesencia de lo peor del trepador y del oportunista. Agachándose toda la vida ante los infelices que tuvieron la desgracia de ser sus superiores, ha pisoteado todos los derechos de los militantes históricos del PRD, para anteponerse a la mera hora, a la cabeza de las listas plurinominales de favorecidos por el dedo amarillo, trátese de quien se trate.
Escogió al estado de Morelos, ayuno de tiradores del sol azteca con posibilidades electoreras, para construir sus peldaños del asalto a la voluntad popular. Sin ser morelense, en un santiamén se aprovechó de las generosas rendijas legales de la residencia para acreditar su falaz pertenencia al colectivo de la tierra de Emiliano Zapata.
Graco Ramírez Garrido-Abreu es tabasqueño, con pésima reputación en su terruño de origen, donde las mentes de inteligencia tropical, proverbialmente astutas, sensitivas y perspicaces, no lo hubieran dejado llegar ni a una regiduría de rancho. Son demasiados sus “atributos” de depredador y mendaz que lo sostienen contradictoriamente, en su loca carrera política, de la que invariablemente saca enorme raja económica.
Se impuso al PRD; el PRI lo hizo gobernador
Su llegada a la candidatura al gobierno de Morelos, pues, fue producto de la ausencia de cuadros entrenados en el difícil arte de engañar y hacer todo el mal necesario, según los cánones de los metecos y aprovechados de las posiciones que deberían servir para “el constante mejoramiento social, económico y cultural del pueblo”. Su ascenso al poder estatal, mediante una “concertacesión” de “los chuchos” perredistas, pues -al aspirante del PRI, Amado Orihuela, nunca lo “tragaron”-, a cambio de su apoyo al “Pacto por México”. Graco llegó al gobierno estatal, gracias al tricolor.
En su desaforada carrera hacia ninguna parte, se juntó con una perredista culta, inteligente y respetada, como Elena Cepeda, que hasta la fecha nadie sabe cómo soporta al tipejo pedestre y dañino en grado extremo, a niveles de esquizoide paranoia y delirios de mitómano.
Hasta la fecha, quien toma las decisiones importantes en beneficio de las franjas vulnerables de la población es Elena, porque es lo suyo. Su trayectoria como encargada de Cultura en diversos gobiernos progresistas de la Ciudad de México, así lo demuestra.
Es la cónyuge, no la primera dama de Morelos, quien carga con las actividades que requieren entrega desmedida, sensibilidad, apoyo popular y capacidad de organización e interlocución con los más necesitados, casi siempre víctimas de su pareja en el poder inflado y derruido con sus procederes de mercachifle insigne.
Aunque hay versiones que no es posible soslayar. Que por ósmosis, quizá, Elena Cepeda ya se contagió de todas las mañas de su hubbie.
Graco Ramírez Garrido-Abreu, el tabasqueño incómodo, sólo se dedica a lo suyo: ser coyote de los grupos empresariales —legales e ilegales— de Morelos y de la Ciudad de México, que han convertido a Cuernavaca y a su inmensa zona conurbada, lo mismo que a toda la entidad, en un camposanto y en un verdadero edén de las ganancias licenciosas.
Es, sí, obediente palafrenero y lacayo de poderosos caballeros de la metralleta y las granadas de pólvora negra que han generado un horrendo escenario de criminalidad y sabotaje a las causas populares, con alcance de desprestigio internacional, toda vez que aún tienen su residencia en Cuernavaca importantes personajes de las letras y el periodismo extrafronteras, que dan cuenta minuciosa de todos sus estropicios, y que la ignorancia de Graco nunca alcanzará a detectar, menos a sobornar.
Ellos y los periodistas organizados -Eusebio Gimeno es paladín en esta lucha- han relatado en crónicas macabras el diseño de la ruta más propicia que se ha establecido en Morelos para el trasiego de opiáceos y sicotrópicos provenientes de las pandillas rurales que operan en el estado y en las montañas guerrerenses, hoy por hoy, productores de la amapola negra tan cara y codiciada por todos los narcotraficantes del mundo.
“♪Amapola, lindísima amapola… no seas tan…♪”
Operadores y sicarios del narcotráfico que llevaron a cabo, con suma impudicia e inmunidad, muchos de los acontecimientos de Iguala que enlutaron a familias guerrerenses de normalistas de Ayotzinapa, llenaron de vergüenza a los inútiles gerifaltes apanicados… y a México se lo llevaron de corbata.
La amapola negra que transita a plena luz del día en el estado de Morelos, obviamente con la aquiescencia y participación del gobernador tabasqueño, deja pingües beneficios a todo aquél que acerca su cazuela sin chistar y sin estorbar con la aplicación de elementales deberes de seguridad y decoro.
Graco Ramírez Garrido-Abreu utiliza la menguada fuerza aérea del gobierno estatal y se apoya en los potentes aviones, propiedad del responsable político de la seguridad nacional que aparcan en el aeropuerto de Guadalajara, para transportar la droga hacia los consumidores del centro del país y también hacia el otro lado de la frontera, en complicidad con trasegadores miembros de los escuadrones del Departamento de Estado, la DEA y el FBI, que para eso se pintan solos.
Que “le vale wilson” todo lo que se opine de él
Acusado por esas actividades en todos los foros de respeto y en todas las plazas públicas estatales y nacionales, tal parece que a este sujeto “le vale wilson” lo que se opine de su quehacer gubernamental. El está deslumbrado por las ganancias que dice, lo pueden llevar, sin tocar baranda, a la silla presidencial.
Son demasiados miles de millones de dólares los que ha levantado en escasos cuatro años de “mandato”. Así como son demasiados transeúntes los que han sido “levantados” por las organizaciones criminales para llevarlos al secuestro o al matadero. Son imparables las críticas de ciudadanos y organizaciones civiles quienes demandan su renuncia, casi desde el tercer día que asumió el poder.
Todo Morelos protesta contra el cavernícola
Pero Graco es incorregible. Es villano de nacimiento. Las protestas multitudinarias, encabezadas por el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos le hacen lo que el viento a Juárez, a pesar de que protestan miles con documentos incriminatorios en la mano…… que hablan de los desfalcos al erario estatal, capitaneados por el tabasqueño, las “muertes asistidas” con metralla que pesan sobre su conciencia y la burla general de su equipo a los colectivos organizados morelenses.
El famoso C5, instituido hace unos meses en Cuernavaca, destinado a ser el observador pertinaz de los movimientos delincuenciales y del uso de armas reglamentarias destinadas al uso exclusivo del Ejército, campean por todos lados, en manos de los sangrientos sicarios, muchos de ellos en las nóminas del gobernador rapaz.
El C5 se ha convertido en una guarida de delincuentes, que pretenden jugar con el explosivo peligro de la dichosa pólvora negra, que lo aprovechan para cuidarse previsoramente las espaldas de sus cientos de enemigos, agraviados por su política de tolete y garrote sañudo.
A la fecha, no hay rincón urbano y rural del estado donde no se haya protestado por las cavernícolas prácticas del tabasqueño, y donde no se haya exigido a pecho abierto su inmediata renuncia.
Su argumento preferido es decir que quienes lo critican, como Alejandro Vera, el rector, es porque quieren evadir una auditoría que él ya brincó mañosamente, con la genero$a ayuda de sus contlapaches ubicados en la Contraloría Interna del gobierno de a mentiritas y con una oposición priísta, más maiceada que cualquier otra, que en la Legislatura local encabeza el impresentable Francisco Moreno Merino, quien en su calidad de junior de un banquero habilitado en el desaparecido Obrero y más tarde en Banorte, lo mismo trasegaba dineros negros para el panista Juan Camilo Mouriño, hasta que lo echaron de la Profepa, apenas un año después de que lo hubieran nombrado en el cargo.
Pero hay también algunos avezados y atrevidos “chuchos”, de la crema y nata del sol azteca, que se atreven a defenderlo y promover su figura, hoy por hoy, el sueño guajiro de los traficantes de la preferencia popular, de los negociantes confesos de las empresas encuestadoras que inflan, un día sí y otro más, sus puntos porcentuales de aceptación demoscópica, siempre más falsa que un bilimbique de a dos pesos.
Es cierto que el sentido común aconseja tener al enemigo cerca, pero no tan cerca que desprestigie a quien lo cobija. Es una rémora más pesada que cargar a un cuñado maltratado y rastacuero en brazos.
¿No cree usted?
Flamígero: Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, ha incrementado su presencia política en su natal Quintana Roo, luego de décadas en las que prácticamente se autoexilió. El triunfo electoral de su medio hermano Carlos para ocupar el mismo cargo que él tuvo en el sexenio 1981-1987, lo ha incentivado a regresar. Su influencia es indudable en Los Pinos y, los últimos dos fines de semana ha “coucheado” a su pariente para la entrevista que el principal ocupante ha sostenido con cada uno de los mandatarios recién electos. ¿Influirá también en los nombramientos del gabinete?
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