Purga deportiva
Freddy Sánchez martes 23, Ago 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Y ahora, el linchamiento que todos esperan.
Pese a la plata y el bronce con preseas de última hora, quizás no hay otro remedio.
El problema es que los responsables de los insatisfactorios resultados olímpicos son tantos, que no sólo sería difícil identificarlos, sino proceder a la apropiada penalización que cada uno se merece.
Lo más fácil pues, es echar toda la culpa al director general de la Conade, a cargo del señor Castillo, a quien antes de las medallas conseguidas se le fustigó y después de las que finalmente se consiguieron se le sigue fustigando de mil maneras, pidiendo su inmediata destitución.
Cosa que de ocurrir, de poco o nada servirá, para sacar al deporte olímpico mexicano de la mediocridad que dejó fiel constancia de su penosa presencia en Brasil.
Así que lo más conveniente sería indagar qué clase de culpa tuvo cada cual en el fracaso nacional en los Juegos Olímpicos, a fin de deslindar responsabilidades, imponer las sanciones necesarias, y después de ello, dar paso a una nueva cultura y administración del deporte. Baste decir al respecto que hay dos clases de derrotas.
Una de éstas suele provocar una larga lamentación del fracaso sin aportar ningún cambio positivo, cuando todo se queda en medidas coyunturales para aplacar iras y molestias.
La otra, en cambio en el aprendizaje de las verdaderas causas de una derrota enseña el camino para la victoria en el provenir.
Algo de vesto último, que lamentablemente en México pocas veces sucede y más en el manejo privado y público del deporte, pues la autocomplacencia predomina entre un sinnúmero de charlatanes, ávidos de ganancias y privilegios personales, a pesar del daño que causan en las actividades que están bajo su encomienda.
Una tragedia que no se remediará con la fulminante destitución del director de la Conade.
En ese caso, habría que “cortar cabezas”, no sólo en dicha institución oficial, sino en las federaciones, sus respectivos aparatos administrativos y las direcciones técnicas del deporte, cuyos resultados en Brasil hayan sido una decepción, a efecto de echar a la calle a los ineptos, incompetentes o corruptos, que puedan seguir haciendo daño al desarrollo futuro del deporte nacional.
El siguiente paso, lógicamente sería proceder a una amplia reestructuración en todas y cada una de las áreas responsables del manejo deportivo.
Para ello, es menester nombrar, previa minuciosa selección, a los hombres y mujeres más aptos para esos cargos, dejando de lado amiguismos y compadrazgos y dándole valor al mérito y capacidades de los aspirantes.
Y obviamente, dar paso a nuevas políticas y estrategias para la elaboración de programas idóneos que garanticen un verdadero repunte en el nivel de competencia entre los atletas a seleccionar para futuras contiendas.
Una escrupulosa, imparcial y honesta selección de candidatos, en base a sus aptitudes y desempeños, con el apoyo de becas alimentarias y de estudios, tratamiento médico y sicológico, entrenamiento técnico apropiado y la debida alimentación, permitirá forjar competidores de alto nivel en todas las disciplinas del deporte nacional, recurriendo previamente a una búsqueda de prospectos en cada rincón del país.
Aunque, antes que nada y primero que todo, es preciso proceder a una auténtica purga deportiva.