Gandayas sin medallas
Freddy Sánchez jueves 18, Ago 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Las grandes hazañas olímpicas no están destinadas para los deportistas mexicanos. No, al menos en la actualidad con el triste desempeño de la mayoría de nuestros representantes en competencia y los responsables institucionales y privados a cargo de decidir el rumbo del deporte nacional.
Tal vez a estas horas aún haya tiempo para que alguien más saque la cara por el emblema patrio en las competencias olímpicas, logrando la conquista de un par de medallas aparte de la del boxeo.
Que quizás es mucho pedir, pero la competencia no se acaba hasta que se acaba.
Claro que el veredicto de la historia para México en los Juegos Olímpicos de Brasil ya se escribió.
El mundo nos recordará en estos juegos como uno de los países de más pobre desempeño. La mediocridad y el descaro fueron la regla entre nuestros competidores, sus entrenadores y promotores oficiales.
Aquella queja que esbozó nuestra enviada en la especialidad del arco, tras su cuarto lugar y la insinuación de que su actuación como la de casi todos los competidores nacionales fue un fracaso, en verdad quedó para la memoria de lo que nunca nadie se debería atrever a decir en estos casos.
Que vengan a competir a ver cómo les va. Algo por el estilo dijo a los que deslizaron su afán de crítica. Pudiendo expresar simplemente que lamentaba mucho no haber obtenido una mejor posición y que seguiría preparándose para lograr resultados de mayor éxito en el futuro.
Una respuesta demagógica y populista si se quiere, pero menos inapropiada.
Porque ante la contestación de la deportista, bastaría decirle que si un vendedor de tacos, un aseador de calzado o un comerciante, no aceptarían el reto de ir a competir en su lugar en una justa olímpica, la razón sería que preferían hacer bien lo que están haciendo en la actualidad para no pasar vergüenzas ni avergonzar a la nación con desempeños tan criticables como los que tuvieron la mayoría de nuestros representantes olímpicos.
Aunque en el fondo de la respuesta de aquella competidora nacional, podría encontrarse la causa del fracaso olímpico mexicano en Brasil.
En ese sentido vale la pena recordar lo que una ocasión Vicente Fox le pidió hacer a Fidel Castro en una visita a México: vienes, comes y te vas.
Y es que la petición al presidente cubano de cero notoriedad y protagonismos, parece haber sido la misma para nuestros competidores.
Casi todos fueron a Brasil, comieron y se vinieron a México con sus derrotas trayendo deshonor para la nación.
Es preciso señalar, empero, que el desastre olímpico no es únicamente responsabilidad de los competidores.
Más bien de la gente de cuello y corbata (funcionarios públicos, representantes de las federaciones, asesores, amigos, acompañantes especiales, metiches y demás representantes del lastre burocrático y seguramente corrupto), que de mucho tiempo atrás hasta nuestros días se ha encargado de influir para que en materia deportiva impere la ley del cochupo, el amiguismo e influyentismo.
Cabe la pregunta entonces de si en el manejo del deporte nacional están todos los que deben estar o por desgracia en mayor cuantía una runfla de parásitos.
Ojalá ayude a encontrar la respuesta un hecho irrefutable: de regreso a México vienen de Brasil en su mayoría los gandaya sin medallas.