Partido Verde, circos y animales
¬ Augusto Corro miércoles 17, Ago 2016Punto por punto
Augusto Corro
En el apogeo de la demagogia el Partido Verde promovió una ley que prohibía el espectáculo de animales en los circos.
El código fue aprobado e inmediatamente se aplicó con resultados negativos, como era de esperarse.
Los dueños de las carpas quebraron económicamente, los animales se distribuyeron en supuestos albergues, en una ocasión se informó que la mayoría murió, etc.
¿A quién benefició esa medida legal? A nadie.
Lejos de proteger a las fieras, les causaron daños. Algunos de los tigres y leones terminaron como tapetes de residencias de ricos, tras pasar por las manos de traficantes.
Ni siquiera en los zoológicos había las condiciones indispensables para cuidar a las bestias que dejaban de pertenecer a los dueños de las carpas.
Todo mundo sabía que los zoológicos, debido a sus presupuestos económicos precarios, no eran una garantía para una mejor vida de los tigres, leones, elefantes, etc., que, obvio decirlo, necesitaban alimentación especial.
Pero las autoridades montadas en su macho no anduvieron con contemplaciones y su actitud irreflexiva aceleró la desaparición de los circos, que tenían en los representantes del reino animal un apoyo relativo de supervivencia económica.
A un año de vigencia de ese código, los circos promovieron amparos para presentar animales y resultaron favorecidos en entidades, como Guanajuato, Veracruz, Sinaloa y Campeche.
En esos estados el público volvió a disfrutar el espectáculo de animales en las carpas con los criterios encontrados de la sociedad.
Es difícil aceptar el maltrato a los animales, pero tampoco es de aplaudir que la demagogia política, como el caso del Partido Verde, altere la economía de las empresas, modestas, con problemas de supervivencia, como ocurrió con los circos.
Como dijera aquél sabio político: la ley que prohíbe el espectáculo de los animales en los circos, ni benefició, ni perjudicó, sino todo lo contrario.
Por cierto ¿alguien podría decirnos con exactitud qué fin tuvo la mayoría de esos animales, que fueron rescatados para brindarles mejores condiciones de vida?
LA AMENAZA CONTINÚA
De agosto a noviembre se prevé el desarrollo de 10 ciclones tropicales en el océano Pacífico y en el Atlántico otros 10.
Por lo regular, esos meteoros alcanzan estados como Chiapas, Oaxaca, Guerrero, etc., y terminan en la península de Baja California. Esto es, en la cuenca del Pacífico.
Por el Atlántico ya sabemos que el embate de los ciclones podría afectar a la península de Yucatán y las entidades del Golfo de México, como Campeche, Tabasco, Veracruz, Tamaulipas, etc.
Pero como no existe una ruta fija para esos fenómenos naturales, los estragos que producen las lluvias alcanzan a ciudades y pueblos no necesariamente ubicados en los estados de las costas.
Hablamos de lo anterior, porque en materia de desastres naturales nunca hay que bajar la guardia, y precisamente es lo que hacen nuestras autoridades. Por ejemplo, la apatía de los gobernadores y la confianza de los organismos dedicado a protección civil, cuya existencia se conoce una vez que se vive la tragedia de las inundaciones o los deslaves de cerros con sus respectivas víctimas.
Los ejemplos sobran en los que los mandatarios estatales, frívolos como son, no atienden los mensajes preventivos que anuncian el paso de los ciclones por sus estados, y prefieren irse de farra o utilizar su tiempo en campañas políticas.
¿De qué sirve contar con el equipo moderno que en algunas ocasiones ayuda a prevenir desastres naturales, si quien debe tomar las medidas necesarias no lo hace porque no quiere o no le interesa? Pero eso sí, el funcionario siempre se encuentra dispuesto a salir en las fotografías con el traje salpicado de lodo, con una supuesta ayuda, en momentos en que las familias afectadas lloran la perdida de algún ser querido o de sus casas y sus enseres.
El anuncio de más ciclones en México nos preocupa porque podría afectar zonas de extrema pobreza donde la gente ya no se encuentra en condiciones de aceptar mayores tragedias.
México, a lo largo de su historia sufrió la presencia de huracanes, su experiencia en este renglón es importante y debe aprovecharse para una mayor protección de las personas que viven en zonas de riesgo, que son múltiples; pero la mayoría de ellas con carencias de recursos económicos.
Claro, la responsabilidad de las autoridades es disminuir o evitar los daños de los ciclones que anualmente nos amenazan.