El mal tino de Ochoa Reza
Ramón Zurita Sahagún jueves 11, Ago 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Los desatinos de Enrique Ochoa Reza como presidente del CEN del PRI son muchos y se acumulan, uno tras otro, sin que el flamante dirigente encuentre el espacio por el que pretende redireccionar al partido.
Ochoa Reza arribó al partido en condiciones de emergencia y fue sumamente cuestionado por algunos cuadros anclados en el pasado y que pretenden mantener al partido atado de manos, mediante el otorgamiento de las viejas cuotas a los sectores y poderosos jerarcas.
Sin embargo, Ochoa Reza no hace nada por tratar de agenciarse las simpatías de los militantes o de los cuadros de mando, muchos de ellos enquistados desde hace muchos años.
El dirigente priísta se fijó como meta recorrer el país en los primeros cien días de su ascenso, lo que parece estar cumpliendo, cuando menos con sus recorridos en algunos estados del país. Fue precisamente el pasado sábado cuando acudió a Campeche a una reunión con sectores y militancia, misma en la que participó el gobernador del estado, Alejandro Moreno Cárdenas.
Durante los discursos de uno y otro hicieron alusión a la añeja relación existente entre ambos, donde Moreno Cárdenas recordó el tiempo en que se fraguó ese primer encuentro.
La respuesta del dirigente nacional priísta trató de ser jocosa o festiva, pero nada incorrecta, políticamente, pues señaló que eran los tiempos en que “Alito” (como es conocido fraternalmente el gobernador) conducía los destinos del Frente Juvenil Revolucionario, uno de los sectores del partido.
Éramos dos jóvenes impetuosos que buscábamos ser diputados federales, pero de estilos diferentes, ya que el hoy gobernador acostumbraba abrir las puertas a patadas y él fue diputado y yo no.
La diferencia es que él venía del sureste, y yo de Michoacán, dijo Ochoa Reza, quien recalcó la relación amistosa, precisando que había acudido a la boda de Moreno Cárdenas y al año siguiente él se casó en ese mismo sitio.
Las remembranzas del dirigente nacional priísta dejaron atónitos a los asistentes, los que consideraron que esas anécdotas sirven para alegrar una tarde de convivencia, pero no de ratificación de la militancia priísta. Y es que Ochoa Reza abusa de su honestidad, o tal vez, peca de ingenuo.
Así sucedió cuando en una entrevista confesó que le había pedido al presidente Enrique Peña Nieto lo impulsará para ocupar la vacante dejada por Manlio Fabio Beltrones en la dirigencia nacional del partido.
La franqueza de Ochoa Reza sorprendió, porque es sabido que el Presidente de la República está considerado como el primer priísta del país y que en el caso de los tricolores así se manejan, aunque existen formas y normas que hay que seguir.
Para los priístas, las decisiones parten del Ejecutivo federal, cuando éste es militante de su partido y no hay quien se oponga a ella.
Es cierto que en el caso de la designación de Ochoa Reza saltaron voces disidentes, algunas de ellas pretendieron entrar en confrontación, aunque finalmente apechugaron la decisión presidencial y simplemente hicieron mutis.
Aquellas voces discordantes que amenazaron con una rebelión y hasta impugnar la designación del nuevo presidente del partido, simplemente callaron cuando confirmaron que el rumbo estaba marcado.
Pero Ochoa Reza sigue sin encontrar el rumbo por el que debe redireccionar al partido, para reencauzarlo y convertirlo en un verdadero contendiente a la Presidencia de la República en 2018.
El dirigente priísta protesta por los gobernadores abusivos y exige la aplicación de la ley a los mismos, aunque lo hace de manera tímida, para que no se enojen con él.
Incluso, propuso crear un órgano interno anticorrupción, de fiscalización a los gobernantes y, de ser necesario, pedir su destitución.
El tema de la corrupción es prioritario para el partido tricolor, ya que parte de su debacle del 5 de junio pasado se fincó en los abusos cometidos por algunos gobernantes en esos estados donde la oposición los abatió.
Por eso, en cada estado que visita, el presidente nacional del PRI llama a la militancia a decir “no” a la corrupción e impunidad, toda vez que son “los primeros interesados en que eso cambie”; reitera que su partido tiene que ser el garante de la honestidad y la honorabilidad de los gobiernos emanados de sus filas.
Asimismo, llama constantemente a los priístas a ser los primeros en defender el buen nombre y la buena reputación de aquellos militantes, cuadros, simpatizantes, dirigentes, candidatos y gobernantes que injustamente sean señalados por incurrir en actos que no cometieron, “para defender el buen nombre y la reputación de todos los priistas del país”.
Fue precisamente en uno de esos encuentros, el celebrado con la militancia tricolor de Aguascalientes, en el inicio de las giras de trabajo que inició por todo el país, calculado en 100 días, que Ochoa Reza sostuvo que 99.9 por ciento de los servidores públicos son mujeres y hombres honestos y honorables, que buscan el bien común y que trabajan cotidianamente por mejorar las cosas.
“No permitamos que el 0.1 por ciento nos lastime, nos dañe la reputación de nuestro partido, e incluso nos manche por omisión o por silencio, nuestro buen nombre”, enfatizó el dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Dijo que con la misma responsabilidad que deben exigir que los gobiernos emanados del PRI sean honorables, transparentes y rindan cuentas, así serán exigentes para también señalar las faltas de corrupción e impunidad que suceden en otras fuerzas políticas, que abundan y que deben rendir cuentas a la ciudadanía.
Ese discurso del dirigente nacional todavía no permea como el método que servirá para insertar al partido nuevamente en la contienda presidencial, de la que, algunos, ya lo descartan.