Mezquindad enfermiza
Freddy Sánchez jueves 11, Ago 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Un momento decisivo para la educación en México, trascurrirá en la Cámara de Diputados.
Oportunidad también de consensuar las acciones que permitan restituir el orden para salvaguardar la tranquilidad y paz social.
Así que en un ambiente de gran expectación se dará la comparecencia del secretario de Educación Pública ante los señores legisladores.
Es desear por ello que el funcionario se presente con un propósito de apertura y conciliación en torno a las discrepancias con la CNTE sobre el tema educativo.
Y que los diputados solidarios con la disidencia magisterial muestren civilidad en un afán de diálogo y no de confrontación.
Para eso, es menester que las distintas voces a escucharse en el Congreso, ante todo y por encima de todo, reconozcan la imperiosa necesidad de elevar la calidad de la educación como medio para dotar a los educandos de la debida preparación ética e intelectual que permita construir un futuro de bienestar colectivo.
Lo cual lógicamente demanda la definición concreta de programas y acciones de gobierno que lo hagan propicio sin dobles intenciones de lucro ni con un propósito de sometimiento de unos sobre otros atropellando derechos fundamentales ajenos al interés general.
Bueno sería pues que los participantes en este encuentro, a fin de enfocar su atención y concentrar su esfuerzo en lo que conviene a la sociedad más que a grupos de presión o de intereses particulares, reflexionen sobre las tres clases de sociedades que suele haber en el mundo contemporáneo.
La subconvencional, que se distingue por el pensamiento colectivo que considera que lo justo y correcto es lo que a cada quien le conviene.
La convencional en la que se piensa que lo justo y correcto es lo que le conviene a la mayoría.
Y la postconvencional, cuyo propósito de vida no sólo abriga la convicción de que lo justo y correcto es lo que conviene a la mayoría, sino que tal cosa debe estar sustentada en los valores universales y los principios molares privilegiando el derecho a la vida y la libertad.
Así las cosas, no cabe duda que con un mínimo de inteligencia podemos darnos cuenta en qué sociedad vivimos, una cuestión de capital importancia en la que deberían meditar los proponentes de la ruta a seguir con decisiones camarales y de gobierno.
Más que propicia entonces la ocasión de este día, si los señores diputados y el secretario de Educación Pública realmente tuvieran la voluntad de impulsar un cambio colectivo, no sólo en la educación, sino en la calidad de vida de la nación.
Para conseguirlo, naturalmente, habría que dejar de lado la cerrazón individual, proscribiendo para siempre esa aberrante tendencia a lo subconvencional, que nos hace pensar y actuar pretendiendo que todo cuanto se acuerde y emprenda favorezca ciertos intereses particulares, aunque con ello se actúe en perjuicio de los demás.
Pongámoslo de otra forma.
Basta ya de masacrar el interés general por abrigar en toda visión de futuro para este país un nefasto prurito individual, que se caracteriza por una mezquindad enfermiza.