Y ahora ¿cómo proteger a alcaldes?
¬ Augusto Corro jueves 4, Ago 2016Punto por punto
Augusto Corro
No será fácil encontrar las medidas apropiadas para proteger a los alcaldes de la ola de violencia en su contra.
En algunos casos, las agresiones contra los presidentes municipales se derivan de la lucha política.
Pero en la mayoría de los hechos, los ediles son víctimas de la delincuencia organizada.
En este renglón es donde deben esmerar su atención las autoridades estatales o federales.
En ciudades pequeñas, sin la presencia de fuerzas federales, la delincuencia organizada actúa a sus anchas.
Hay zonas contraladas por los narcotraficantes, donde los alcaldes no tienen otro camino que aceptar las condiciones de los narcos para proteger su vida.
En pueblos de Guerrero, a raíz de la desaparición de los 43 normalistas, se evidenció la alianza entre presidentes municipales y los cárteles de la droga.
Las autoridades informaron que se realizarían las investigaciones necesarias para saber hasta dónde llegaba la relación entre alcaldes y grupos criminales.
Seguramente se investigó, pero no se conocieron los resultados. Hubo cambios en el gobierno y en el presente sólo nos queda entender que siguen igual las agresiones contra los ediles.
Así ocurrió recientemente con el asesinato de Ambrosio Soto Duarte, alcalde de Pungarabato, Guerrero.
El funcionario murió y los policías de su escolta, resultaron lesionados al ser alcanzados por balas de armas de grueso calibre, en una emboscada.
Una vez registrado el hecho, se dijo que se trataba de una muerte anunciada porque el alcalde recibió amenazas de gente que pretendía matarlo; por lo mismo, era protegido por federales. De nada sirvió.
POLÍTICA Y
DELINCUENCIA
En términos generales, las presidencias municipales son, como dijimos ayer, el eslabón más delgado, frágil, en la cadena de poder.
Los alcaldes se enfrentan a la delincuencia organizada sin la fuerza suficiente, no sólo para erradicarla, sino siquiera para controlarla. No se cuenta con la policía debidamente capacitada para cumplir sus obligaciones más elementales.
Al contrario, las uniformados no cuentan con salarios decorosos, sus armas son nada ante el armamento de la delincuencia que usa rifles de alto poder y tienen poco entrenamiento para enfrentar al enemigo.
En síntesis, proteger a un alcalde se ve muy complejo.
Si un alcalde, aun con escolta de federales fue abatido por sus enemigos, ¿cuántos policías federales deben integrar el grupo de guardaespaldas del munícipe? ¿Hay suficientes elementos para brindar protección a 2,473 presidentes municipales?
Por supuesto, la protección de los federales no sería una garantía, ya se vio.
Y de plano, en algunos municipios de Guerrero, sometidos por la delincuencia organizada, el trabajo de presidente municipal es un peligro real.
Plantados en la realidad, no se alcanza a contemplar en que terminará la escalada de violencia contra los ejecutivos municipales que están expuestos a perder la vida o a sumarse a los delincuentes.
EL ALCALDE NARCO
Tal es el caso de Juan Carlos Arreygue, presidente municipal de Álvaro Obregón, Michoacán.
El edil es acusado de ordenar aprehender, matar y calcinar a diez hombres en Cuitzeo, el sábado por la mañana.
La condición de presidente municipal de Arreygue era diferente a la de otros alcaldes. El michoacano tenía antecedentes de estar vinculado con grupos criminales en la entidad mencionada, principalmente con los “Templarios”. Todo mundo lo sabía, porque en un pueblo se conocen las formas en que una persona se convierte en millonario.
Los partidos políticos locales conocían muy bien los antecedentes de Arreygue y le cerraron las puertas. El PRD lo rechazó. Sin embargo, el Partido del Trabajo (PT) lo cobijó y lo hizo candidato a la presidencia municipal de Álvaro Obregón y luego presidente muncipal.
Los resultados de ese error ya los conocemos: 10 personas aprehendidas por la policía, asesinadas e incineradas, por órdenes del alcalde.
El testimonio de varias personas sirvió para acusar al edil, quien ya se encuentra en la prisión de Mil Cumbres.
A pesar del pasado turbio de Arreygue no hubo ninguna autoridad que lo llevara ante la justicia. Nadie lo detuvo a pesar de las evidencias de su riqueza mal habida de la que presumía el ahora detenido.
El gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, dijo que Arreygue y Luis Alberto López, uno de los victimados, se disputaban el territorio para la venta o distribución de drogas.
En fin, las autoridades tienen en la protección a alcaldes un verdadero rompecabezas.