Cerrados al diálogo
Francisco Rodríguez martes 2, Ago 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Todos podemos estar de acuerdo en que la intolerancia progresa geométricamente y provoca muertes en gran escala. Que desde hace décadas aumentan constantemente en el mundo los conflictos sociales, religiosos y culturales, teniendo como centro de las disputas fenómenos de sectarismo e injusticia. Hasta ahí, bien.
En lo que nadie con dos dedos de frente puede estar de acuerdo es en que la violencia política sea promovida por la ignorancia. En que el desacato a la ley provenga precisamente de quienes redactan, discuten, aprueban y publicitan las mismas normas que terminan desconociéndolos. En que estemos viviendo una pesadilla instigada por los gazapos.
El sectarismo y la injusticia, el nulo respeto al derecho a la equidad social, el agravamiento de las condiciones de pobreza y marginación, forman los elementos indispensables para cocinar y servir el caldo de cultivo de la intolerancia. Si esto se sustenta en la ignorancia pura y dura, el resultado es medieval, inquisitorial, inaceptable en extremo.
La falta de aprecio a la diversidad, el ataque sistemático a las franjas vulnerables de la población, a las que le cancelan la posibilidad de una mínima subsistencia, la nula capacidad del poder para dejar vivir a los demás, el desconocimiento de sus convicciones y demandas, tiene su origen en la ignorancia, pero también en el miedo.
La clase política tiene miedo a todo lo que no conoce. Y como sobran temas ignorados para ella, la represión es el aliado inmanente de su modo de ejercer el poder. Exacerba su intolerancia, preconiza el miedo, por encima del diálogo y la razón, en una constante lucha contra la historia, contra el desarrollo de las libertades fundamentales. Manifiesta su ignorancia supina, su incapacidad para tener, siquiera, una visión del mundo que sea aceptable.
Los ignorantes y avariciosos son una seria amenaza para la democracia, la paz y la seguridad. Ante su miedo por ser despojada del poder, la clase política ignorante exacerba sus instintos básicos de supervivencia, creyendo que con eso se legitima ante los grupos reaccionarios que sólo exigen mano dura, sin proponer otra alternativa, sin razonar sobre los límites ni los alcances de la violencia política que producen.
Decían los lúcidos políticos y escritores españoles de la generación republicana que quien intenta gobernar para todos, debe esperar como consecuencia, no gobernar para nadie… otra de las frases que se “robó” Reyes Heroles. Es decir, ningún gobierno puede esperar la aprobación general a sus acciones. Los actos de gobierno no son para quedar bien, son para gobernar. Por eso, aunque lloriqueen, no debe aplaudírseles.
El consenso y la unanimidad del aplauso son más falsas que un billete de a dos pesos. De acuerdo. Son lujos que sólo pueden darse países totalitarios, de opiniones monocordes, de respeto y culto exacerbado , rendido a líderes que arribaron gracias al golpe de timón o a la violencia, mesiánicos y represivos.
Orientar todo el gobierno, a toda hora y lugar, para privilegiar y premiar los excesos de una minoría ridícula de privilegiados, menos del .01 % de la población que percibe ingresos estratosféricos, frente a más del 99.9 % de mexicanos, desde los que brincan la inflación pese a los “gasolinazos” y luchan para llegar a fin de mes, hasta los que no tienen un pedazo de pan, es monstruoso.
Serán arrollados si siguen cerrándose al diálogo
Si continúan llamando “tropiezo” a la derrota electoral absoluta. Si enfrentan las expresiones sociales disidentes con la convicción de acabar con los enemigos de la patria. Si sus dislates quieren cubrirlos con declaraciones superficiales de próceres de petate, casi todo se ha perdido.
Si continúan cerrando los canales del diálogo a las diversas fuerzas sociales. Si no pueden encontrar, en breve, un interlocutor válido que pueda representar los intereses encontrados de las cúpulas al interior del sistema, y cuyas opiniones sean respetadas, obedecidas y creíbles, este agujero no tiene salida. Continuarán siendo arrollados por la derecha, por la izquierda y aún por el centro.
Si creen que tienen un aparato sólido y preparado para resistir y solucionar las ecuaciones que va a plantear la furiosa avalancha social que se les viene encima, es que están definitivamente ciegos. La codicia les ha nublado el panorama. Su ambición económica ha rebasado los estándares del mínimo sentido común. Han roto su propio saco.
Si creen que van a seguir imponiendo sus reglas y su “voto de calidad” a la delincuencia organizada, están perdidos. Aunque cuenten con el apoyo extranjero, ya es demasiado tarde. El narcotráfico va a imponer sus límites, de común acuerdo con las fuerzas de derecha con las que el régimen no puede entenderse, porque son motivados por las mismas ambiciones.
Tienen demasiado dinero para plegarse a las absurdas decisiones de los que no tienen sentido de dirección ni dinero suficiente para competirle. Se acabó la “repartacha”. De aquí pa’lante, cada quién a rascarse con sus propias uñas. Malas noticias para nosotros los contribuyentes.
Si confían en que sus ancestrales aliados van a soportar ver estancadas sus ganancias electorales debidas al desatino, la codicia y la imprudencia, se van a llevar otros frentazos. Sus aliados son posiblemente más codiciosos y ambiciosos que ellos. En estos momentos, los inefables “verdes” están echando los anzuelos a los blanquiazules.
Abandonarán al PRI sus aliados tradicionales
Traiciones cantadas. A los “verdes” les seguirán los” evangélicos” con franquicia, aunque en la Cámara no representen los intereses de las iglesias de ese signo, sino sólo los intereses de Murillo Karam. Francotiradores abyectos, en plena temporada de patos.
Inmediatamente después, los “izquierdistas” salinistas de Beto Anaya, quien no pierde ocasión para olfatear dónde parten el bacalao, para apuntarse repentino, en cualquier aventura que le represente mayores prebendas, ganancias políticas y dinero en efectivo.
Sin ellos, el PRI jamás podrá ganar la mayoría relativa en una elección presidencial. Si hace cuatro años el equipo de campaña sufrió para alcanzarla, sabe que sólo lo pudo hacer sumando los votos que el PVEM logró, a base de una campaña, protegida por el calderonato y rebasando los topes establecidos por la ley.
Con ellos, el PAN, o cualquier otra franquicia de las “mayoritarias”, puede albergar las esperanzas de triunfo, con el candidato que sea. Las opciones se cierran cada día que pasa para el partido oficial. Una alianza PRI-PAN, es sencillamente impensable. Los blanquiazules, por sí mismos, ya degustaron el sabor del poder.
Candidato presidencial que no sea seducido por lo obsoleto
Una alianza PAN-PRD, más verdes, evangélicos e izquierdistas de cajón, es posible, si se resisten los chantajes del dinero público que se ofrece en maletas de mercachifle. Si se encuentra un candidato que concilie los intereses de esas tendencias, codiciosos en extremo, que ofrezca la posibilidad de gobernar sin ser seducido por plataformas obsoletas.
Alguien que pueda, a estas alturas, rebasar los números del voto antisitémico, enraizado en la ignorancia y el odio que ejerce la clase política en el poder. Los mismos próceres borderline que atentan contra su propia estabilidad, seguridad y libertad, después del 2018.
Morena va solito. No necesita de vejigas para nadar. Ahí se obedece una sola voz, no hay lugar para tanteos y mucho menos para tonteos. Su apuesta es que el voto de castigo al sistema, se extienda al norte de la República. Sin esos sufragios, no es posible lograr el triunfo, aunque las propuestas sean las idóneas. Es una apuesta dura que, como están las cosas, todavía podría lograr “la chica”.
Porque por el lado del PRI tendrán que pagarse, aunque se resistan a rendirlas, cuentas atrasadas de locura y depredación que no hay forma de comprobar. Todo el país y su población económicamente activa, han sido “su caja chica”.
Demasiados errores, como para irse a salvo. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Ahora mismo perpetran otro de esos errores en su antología. No ven ni oyen los reclamos de la llamada iniciativa privada –muchas veces privada de iniciativa, como usted bien sabe– por lo que ellos llaman “desmanes de la CNTE”. Habrá que repetirlo: sí, los maestros son culpables de esos “desmanes”, pero los responsables son los funcionarios que se cierran al diálogo en aras de imponer, autocráticamente, sin consultas, sin consensos la dizque reforma educativa que, ya se ha visto, de educativa tiene lo que este escribidor de astronauta. Podrá ser campaña, pero el caso es que han abierto un frente más y ya hasta los beneficiarios de las reformas hablan, vociferan y hasta gritan que en México no hay gobernabilidad. Y, en efecto, no la hay.
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