Modelo educativo
Freddy Sánchez jueves 28, Jul 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Una decisión de todos y no de unos cuantos definirá el futuro de la educación en México.
Tras la propuesta formulada por la Secretaría de Educación Pública, poniendo sobre la mesa las directrices del modelo a seguir, se abrió el debate.
La intención del gobierno federal es que se atienda la opinión de los interesados en participar en la discusión para que se proceda de inmediato a trazar el camino que deberá colocar a la escuela como centro del desarrollo educacional para lograr que los educandos aprendan y los maestros enseñen lo que sirva al país para elevar las condiciones de vida en la sociedad, con los conocimientos idóneos que lo hagan factible.
No se trata de una imposición autoritaria ni mucho menos de un esquema previamente determinado que no pueda ser modificado si en la discusión nacional sobre el tema educativo se dan propuestas que aconsejen ajustar lo planteado al interés colectivo y de México.
De modo que anticipar rechazos y asumir prejuicios acerca de que lo que plantea la propuesta oficial es inviable o digno de rechazo y repudio, resulta un ejercicio obstinado y de mala fe.
Los que ven en lo que se propone, inconvenientes en perjuicio del desarrollo educativo con miras a elevar el nivel de competencia productiva de los educandos, además de ataques contra los derechos legítimos de los educadores obligados a estar mejor preparados para mejorar su calidad educadora a cambio de una elevación sustancial en sus ingresos, deben exponer sus razones y plantear propuestas concretas y no sólo convertirse en irracionales opositores a todo cuanto se propone desde el gobierno para cambiar el entorno educativo nacional.
Claro que en ese aspecto, las autoridades tienen la obligación de respetar las propuestas sensatas y constructivas que se lleguen a recibir durante el debate al que convocó el gobierno para analizar el modelo a seguir para el futuro de la educación.
Convendría pues nombrar a un grupo de connacionales con el talento y la visión pertinentes para que estando al frente de las mesas de discusión consideren y acojan aquellos planteamientos que fortalezcan los propósitos del nuevo esquema educativo con planes y programas apropiados, realistas y viables.
La última palabra la deben tener quienes con pleno conocimiento de lo que más conviene a la educación y al país, aporten con su participación decisoria las pautas que se deben seguir en bien de los educandos, los educadores, lo padres de familia y la sociedad en su conjunto.
Nadie en su sano juicio puede estar en contra de la tesis que pone a la educación como medio fundamental para el desarrollo productivo a fin de satisfacer las necesidades económicas más elementales, lo que ha sucedido en muchas partes del mundo donde sus ciudadanos están mejores educados y capacitados para un trabajo honesto, por lo que cualquier objeción en ese sentido debe ser considerada una aberración inaceptable.
De ahí entonces que la convocatoria a discutir qué hacer exactamente para que el modelo educativo propuesto por el gobierno, sirva en realidad a la gente y no simplemente favorezca aviesos intereses económicos de unos cuantos, no debe sino ser aprovechada por los que están pensando en cómo reformar los planes y programas educativos para que estos le den consistencia a un eficaz y provechoso modelo educativo.