Hillary, rumbo a la Casa Blanca
¬ Augusto Corro jueves 28, Jul 2016Punto por punto
Augusto Corro
Hillary Rodham Clinton fue nominada candidata presidencial por el Partido Demócrata.
Es la primera mujer en la historia de Estados Unidos que participa en la justa electoral para ocupar el cargo político más importante en el país vecino: la presidencia.
En la Convención del Partido Demócrata, que se efectúa en Filadelfia, la esposa del ex presidente William Clinton logró que todos los delegados electorales votaran a su favor.
Así pues, el próximo 8 de noviembre, en las boletas electorales presidenciales estarán los nombres de Hillary Clinton y del magnate de la construcción, Donald Trump.
En días recientes, las encuestas sobre las preferencias de los votantes indicaban que Hillary iba a la cabeza de la puntuación y otras en la que Trump aparecía en primer lugar. Es decir, lo que siempre ocurre en ese tipo de competencias.
De lo anterior se desprende que la lucha por el poder será compleja, difícil, aunque parece ser que Hillary tiene amplias posibilidades de ganar las elecciones.
Hasta donde se ve, la aspirante llega a la contienda electoral con toda la fuerza de su partido, principalmente con el apoyo del senador Berni Sanders, uno de sus principales opositores, y sus simpatizantes, que es una gran mayoría de jóvenes progresistas.
Hillary, esposa de un ex presidente, ex senadora, ex secretaria de Estado, tiene a su favor que es muy conocida por la sociedad estadounidense. Si bien tuvo errores políticos, éstos no fueron tan graves para echarla de la competencia política.
En el país vecino los electores llevaron ya al poder a un afroamericano, el presidente Barack Obama, a pesar de los resabios de racismo que perduran en algunos desorientados.
¿Se darán los estadounidenses la oportunidad de que una mujer, con suficiente experiencia política, los gobierne? Desde luego, son muchas las posibilidades. ¿Por qué?
Por una sencilla razón, sus propuestas en temas sociales beneficiarían a la mayoría de la población porque vienen de una mentalidad progresista, contraria al conservadurismo de los republicanos.
Eso quedó demostrado en la oleada de simpatías que despertó en la juventud el senador demócrata Berni Sanders.
Del lado de Trump se precipitaron en apoyarlo aquellos que quieren regresar a los tiempos del Ku Kux Klan y que además desean que continúe intocable la ley que permite que cualquier persona compre, sin ningún problema, cualquier tipo de armas. No obstante esto provocó ya un sinnúmero de personas asesinadas.
El odio racial será un impedimento determinante para que el magnate gane la presidencia. Sus discursos son agresivos contra las minorías. A los mexicanos nos calificó de violadores y asesinos. Una de sus mayores obsesiones es construir un muro fronterizo, cuyo costo debe pagarlo México.
En términos generales ese es Trump, un sujeto que le funcionó la política-espectáculo, impulsada por su trayectoria de empresario triunfador, que no quiere decir que esa habilidad podría servirle como gobernante. No es lo mismo administrar a una empresa que a un país. ¿O sí?
En fin, comparativamente, Hillary es una mujer con una carrera política envidiable que le servirá, en caso de llegar a la presidencia, para enfrentar y resolver toda clase de dificultades en su calidad de la mujer más poderosa del mundo.
FRENTE DE IZQUIERDA, ¿UN SUEÑO?
En la izquierda mexicana la unidad es buscada por todos lados.
Más de un líder se encuentra dedicado a ese objetivo. No será fácil lograrlo, porque se trata de una especie de herencia que evitó a los partidos polílticos su fortaleza política.
Hubo tiempos en que esas organizaciones se unieron para hacer un frente común. Les funcionó y a punto estuvieron de ganar la Presidencia de la República, pero algo les falló. Cárdenas no llegó a Los Pinos.
A partir de esas frustraciones y la lucha por el poder interno, como en el PRD, se acentuó el divisionismo En esto colaboraron las tribus amarillas que, según Agustín Basave, ex líder perredista, hacen ingobernable al partido del sol azteca.
En la secuela del divisionismo, los principales dirigentes de esa institución política como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador, optaron por abandonarla.
López Obrador ahora ya es dueño de su propio partido el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que se volvió, hasta hoy, un elemento más de divisionismo en la izquierda.
Lo anterior viene a cuento porque Cuauhtémoc Cárdenas no quita el dedo del renglón de la unificación anhelada, pues señaló que “es posible edificar un gran frente de izquierda, más allá de personalidades, pero con base en una plataforma social sólida. Así lo dijo en una entrevista.
¿Quién o quiénes se encargarían de esa edificación? ¿El propio Cárdenas? No. Él ya tuvo su oportunidad y no la aprovechó.
Su propio partido, el que fundó, se encargó de hacerlo a un lado. Sin embargo, se vale soñar. En esta condición de somnolencia se encuentra Cuauhtémoc Cárdenas.