El sector eléctrico en Iberoamérica; un detonante de crecimiento ordenado
* Especiales, _• Letras Iberoamericanas •_ viernes 24, Sep 2010Edgar Gómez
El sector energético y específicamente el eléctrico es un detonante de bienestar en las economías del mundo. Es este sector el que trae a nuestras comunidades distintos benefactores; que permite a los ciudadanos involucrarse en una espiral de crecimiento, por involucrar a toda la cadena productiva de nuestras naciones.
Es su cobertura, su eficiencia y su entendimiento con el entorno aquellos aspectos que permiten un crecimiento sustentable en un mundo cada vez más vulnerable a los fenómenos antropogénicos.
En este sentido, el gobierno mexicano con la empresa que al día de hoy mantiene el monopolio de la prestación del servicio público de energía eléctrica (factura aproximadamente 20 billones de dólares por año) ha desarrollado la infraestructura eléctrica de este país durante las últimas siete décadas. Esta encomienda ha generado una infraestructura acumulada neta, propiedad de esta entidad paraestatal, de 50 billones de dólares, de los cuales una quinta parte se han generado a través de esquemas financieros innovadores para el gobierno mexicano (arrendamientos financieros, obras públicas financiadas, etc.) dichos esquemas se iniciaron en la década pasada y se han continuado durante este siglo.
Con relación a lo anterior, el gobierno mexicano había puesto énfasis en la cobertura y la eficiencia. En los resultados financieros y en la disciplina contable, los cuales se basaron en un esquema conceptual operativo que contenía criterios de eficiencia técnica y mínimo costo, lo que ha permitido que se desarrollen de manera ordenada y eficaz los sistemas de generación, transmisión y distribución de la empresa. Esto ha generado un ingreso neto contable benéfico para esta empresa estatal. Sin embargo, el papel del gobierno mexicano en esta materia no debe verse solamente en el terreno económico al prestar el servicio público de energía eléctrica; sino dentro del contexto de un Estado democrático.
Es por esto, que el nuevo modelo que se debe plantear en nuestro país y en Iberoamérica en materia de energía, con énfasis en el sector eléctrico, dentro del entorno del desarrollo sustentable, abre un nuevo camino para crear esquemas integrales. Esto quiere decir que cada una de las acciones que se toman en nuestros procesos y más en aquellos que involucran la creación o promoción de nueva infraestructura deberán contemplar la mitigación, resarcimiento o prevención en la afectación directa o indirecta que nuestros proyectos aportan en el medio ambiente y las comunidades. Este efecto es el que los economistas denominan “internalizar las externalidades”. En este orden de ideas, el objetivo ahora no sólo será el de favorecer una minimización de costos directos asociados a los procesos de la empresa, sino en aquellos costos que las empresas eléctricas “deberán” resarcir al afectar el medio ambiente (deforestaciones, intervenir en alguna área natural protegida, etc.) o a las personas que se encuentran en el ámbito geográfico de la infraestructura (costos de salud).
Este nuevo esquema hace que los sistemas eléctricos se replanteen su crecimiento y su operación. En la década de los treintas del siglo pasado, el paso de la empresa estatal eléctrica no contaba con obstáculos mayores. Primero por el autoritarismo que privaba en aquellos tiempos y segundo por el reconocimiento social que los ciudadanos le daban al estado por llevar el bienestar que representaba la energía eléctrica en sus comunidades.
Ahora en las vísperas de la segunda década del siglo XXI las empresas estatales se encuentran en un entorno con las siguientes características:
- Ciudadanos informados,
- Autoridades multipartidistas,
- Un entorno de transparencia que vigila cada una de las decisiones de los servidores públicos,
- Interés ciudadano por los temas de medio ambiente y desarrollo sustentable,
- Perfeccionamiento en la economía de mercado que hace que los agentes económicos busquen decisiones óptimas para sus intereses,
- Énfasis mundial en el calentamiento global donde se da prioridad a las emisiones de CO2 del sector eléctrico, así como incentivos económicos desarrollados para optar por las energías alternativas (parques eólicos, geotermoeléctricos, hidroelectricidad, etc.)
Por todo esto, el sector eléctrico de Iberoamérica debe proponerse un nuevo esquema de convivencia con el medio ambiente y sus comunidades. Tal vez los procesos de desarrollo de infraestructura deban sufrir un nuevo análisis que permita ver los controles que faciliten el compromiso de prestar el servicio público de energía eléctrica; pero al mínimo costo social y no económico.
Estas nuevas reglas mundiales deben verse como una oportunidad para los estados iberoamericanos que ya sean como suministradores del servicio, como parte de este o como reguladores deben considerar que el desarrollo integral no sólo se da en materia económica, sino en la materia ambiental y social. El sector eléctrico de nuestro continente debe involucrarse en incentivos económicos, a través de nuevos modelos de inversión que haga que sea óptimo decidirnos por energías renovables.
El desgaste de nuestros recursos naturales y la intromisión poco planeada en comunidades rurales tiene un costo poco visible en el presente; pero que seguramente tendrá un incremento exponencial en el futuro.
Crecer de manera sustentable implica ser eficientes hoy sin comprometer los recursos naturales del futuro; es una visión que Iberoamérica debe comprometer con sus ciudadanos. Sólo así podremos lograr un crecimiento inter generacional. Creo que nuestras naciones lo merecen.