Se desinflan aspirantes presidenciales
¬ Augusto Corro martes 26, Jul 2016Punto por punto
Augusto Corro
Entre los aspirantes a la contienda electoral del 2018 destacaban los nombres de dos gobernadores: el perredista Graco Ramírez, de Morelos, y Manuel Velasco Coello, del Partido Verde, de Chiapas.
Durante su administración, ambos funcionarios fueron rebasados por los problemas.
En el caso del primero, durante sus casi cuatro años de gobierno se cometieron 3 mil 673 homicidios en el estado.
Sus pugnas contra todos los sectores morelenses lo mostraron como un Ejecutivo sin posibilidades de diálogo. Los conflictos le reventaron en las manos; uno de ellos su pugna contra las autoridades universitarias morelenses.
La violencia incontenible en Morelos abolló considerablemente la imagen política del perredista Graco Ramírez, que ve cómo se desmoronan sus aspiraciones para representar a su partido en los comicios presidenciales. Está comprobado que como gobernador, el amarillo no puede con el paquete.
¿Qué se esperaría de él con una mayor responsabilidad de gobierno? El fracaso, sin duda alguna. ¿O no?
EN CHIAPAS TAMBIÉN HACE AIRE…
Por su parte, el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, ya demostró hasta el cansancio su ineptitud como mandatario.
Cada día, son más los conflictos que surgen en aquella entidad que reflejan falta de autoridad y experiencia.
Aunque en los corrillos políticos siempre se comentó que es Leticia Coello, la madre de Manuel, la que tiene las riendas del gobierno estatal.
El conflicto magisterial evidenció que Velasco Coello es un sujeto con aspiraciones de dictadorzuelo, émulo fracasado de Gustavo Díaz Ordaz.
El problema de los maestros continúa ante la indiferencia del gobernador que no sabe qué hacer y lo más posible es que se ponga a llorar, porque sus aspiraciones a la candidatura presidencial poco a poco se esfumaron.
Y como si lo anterior no fuera suficiente, el asesinato del presidente municipal de San Juan Chamula, Domingo López González, el sábado pasado, llegó a darle la puntilla al gobernador verde.
Analistas políticos dijeron que lo ocurrido en Chiapas pudo evitarse, porque las autoridades estatales sabían muy bien de la presencia de inconformes en la presidencia municipal, pero nada se hizo para evitar el enfrentamiento.
Ojalá y doña Leticia Coello le jale las orejas a su hijo Manuel, para que ponga más y mejor empeño en gobernar. ¿O el jalón de orejas se lo dará ella misma, si es cierto que es quien lleva las riendas del gobierno chiapaneco? Vaya lío.
SOS DE ALCALDES
En México, los alcaldes son los eslabones más frágiles de la cadena de poder. Y esa situación de indefensión continuará quién sabe hasta cuándo.
Mientras, la Asociación Nacional de Alcaldes (ANAC) solicita al gobierno federal medidas de protección para los presidentes municipales, a fin de garantizar su seguridad, principalmente de aquellos que corren algún riesgo.
En las diferentes regiones del país, los funcionarios públicos de ese nivel enfrentan toda clase de problemas.
Entre estos los conflictos derivados por la presencia de la delincuencia organizada, de las pugnas políticas y religiosas.
La cruda realidad nos lleva a pensar que los alcaldes tendrán que ingeniar sus medidas de protección, porque ni siquiera con la ayuda de los guardaespaldas se encuentran a salvo de sus agresores.
En algunos municipios los funcionarios corren graves peligros porque son víctimas de las amenazas de los delincuentes: o protegen a los delincuentes o los matan. No hay más.
Eso ocurre en Guerrero. El sábado en la noche fue asesinado Ambrosio Soto Duarte, alcalde perredista de Pungarabato.
El edil viajaba con escoltas por una carretera de Michoacán cuando supuestos “templarios” lo privaron de la vida. Dos policías federales, sus escoltas, resultaron heridos.
Difícil evitar ese tipo de agresiones y más cuando la emboscada se realiza de noche.
En la muerte del alcalde de San Juan Chamula, Domingo López González, del Partido Verde, poco se podía hacer para evitar la violencia.
En ese municipio la delincuencia se encuentra a sus anchas. Desafortunadamente, convergieron conflictos relacionados con la política, el hampa y la religión.
A pesar de que se sabía que San Juan Chamula tenía problemas graves nadie se interesó en aplicar medidas preventivas para proteger vidas.
¿A alguien le interesa la suerte de los alcaldes?
Como se ve, a nadie.
La cifra de alcaldes asesinados durante el sexenio de Calderón fue de 38; en el actual van 16.
De lo anterior se desprende que las medidas para proteger de la muerte a los presidentes municipales no funcionan.
¿Eso lo sabe la ANAC? Posiblemente, sólo que por el momento parece que no hay una vigilancia efectiva que permita cuidar la vida de los alcaldes.
Y si los presidentes municipales corren riesgos mortales, ¿que suerte le depara al ciudadano común sin ninguna defensa para enfrentar al crimen organizado?