Anticorrupción, ¿demagogia?
¬ Augusto Corro jueves 14, Jul 2016Punto por punto
Augusto Corro
El nuevo líder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Ochoa Reza, está decidido a luchar contra la corrupción. ¿Podrá?
Al ser ungido como presidente nacional de ese instituto político propuso la creación de un órgano anticorrupción al interior del organismo político, fiscalizar a sus gobernantes y, de ser necesario, pedir su destitución.
Como discurso político sonó muy bien; sin embargo, en la realidad no será fácil erradicar la corrupción que agobia a México. Nuestra clase política siempre fue señalada como una élite que una vez en el poder, lo primero que hace es enriquecerse ilegalmente.
En los últimos años, el saqueo al erario en diferentes estados se volvió algo cotidiano. Ya sin recato alguno, los ex gobernadores dejan el cargo cargados de dinero. Con la seguridad de que no rendirían cuentas, menos de pagar con cárcel sus delitos los ex mandatarios son reincorporados en la política por sus propios partidos para recibir la impunidad necesaria.
LOS PARTIDOS LOS PROTEGEN
Son muchos los ejemplos de funcionarios acusados del delito de peculado que cumplen funciones especiales en su partido o se encuentran en cargos legislativos.
Ningún partido se salva de tener en sus filas a elementos que no saldrían bien librados en una investigación sobre sus fortunas, seguramente mal habidas.
La política, en cualquier país del mundo, no es para enriquecerse, pero quienes la realizan es lo primero que buscan. Los principios e ideologías (¿con qué se come eso?) hace muchos años que desaparecieron.
En México, partidos como el PRI, con la mayoría de gobernadores corruptos, ni siquiera intentó cambiarles la imagen de ineptos, rateros y cínicos. Los resultados de esa pasividad política los llevó a un fracaso impactante en las elecciones de junio.
De 12 gubernaturas, el PAN ganó siete. Imposible que el Revolucionario Institucional obtuviera un triunfo con Javier Duarte, de Veracruz; Roberto Borge, de Quintana Roo, o César Duarte, de Chihuahua.
LOS GOBERNADORES MAÑOSOS
Los tres con el agua hasta el cuello de corrupción intentaron dejar blindada su salida, como un reto a la inteligencia y una burla a la jerarquía política de su partido, que no tuvo el valor de echarlos a la calle, cuando las denuncias de sus saqueos al erario y de sus malos gobiernos inundaban los medios de comunicación.
Se trató de acusaciones que obligan a ajustes instantáneos, automáticos, para mejorar la imagen abollada del partido. Nadie hizo caso y los resultados de esas omisiones todos las conocemos.
El líder Manlio Fabio Beltrones renunció al puesto y los verdaderos responsables de la derrota priísta siguen en el poder, con actitudes de prepotencia en busca de impunidad, de su condición de intocables.
El nuevo dirigente del tricolor, Enrique Ochoa Reza, va directo contra la corrupción y quienes la practican. Aunque es necesario tomar en cuenta que el discurso de los políticos siempre lleva un porcentaje considerable de demagogia.
Sí, seguramente, el ex director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) podría tener la mejor intención del mundo para que su partido exija rendición de cuentas a los saqueadores del erario, pero ¿cómo lo va a hacer?
¿LLAMARADAS DE PETATE?
En el Congreso, son los propios tricolores quienes se oponen a leyes anticorrupción más severas.
La Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) que funciona como “Club de Gobernadores”, tampoco permitirá que quienes la integran pasen a rendir cuentas ante la justicia.
Repito que el discurso de Ochoa Reza halaga al oído, sólo que aplicar la barredora anticorrupción parece un sueño inalcanzable. Quizás la cercanía de los comicios presidenciales del 2018 obligará a los partidos políticos a tocar el tema de la anticorrupción. Es decir, ponerlo de moda.
En el presente, los políticos saben muy bien que los electores ya se encuentran muy pendientes para exigir cuentas a los diferentes gobiernos estatales, sin importarles los colores.
Ya lo demostraron en Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua. Quienes fueron a las urnas cumplieron con manifestar su inconformidad contra sus gobernantes. Toca a las autoridades de niveles superiores dar el segundo paso: enjuiciar y castigar a los gobernadores Javier Duarte, Roberto Borge y César Duarte.
¿A quién veremos primero en la cárcel? ¿A alguno de los dos Duarte o a Borge? ¿O todos juntos?
Las palabras del nuevo líder priísta tendrán que ir acompañadas con acciones práctica que las avalen. De otra manera, sólo se tratará de llamaradas de petate propias de discursos políticos de temporada. Ya veremos.