La lección de Madrazo
Ramón Zurita Sahagún jueves 7, Jul 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Repasar los episodios del pasado siempre es bueno para construir el futuro. Es cierto que la historia tiende a repetirse, aunque no exactamente igual.
Sin embargo, en política es mejor prevenir que lamentar y unos hechos recientes dan cuenta del riesgo que corren los dirigentes de los partidos políticos en asumirse como candidatos de los principales cargos.
Cuando el PRI perdió la Presidencia de la República por vez primera (2000) influyeron una serie de factores, entre los que destacan el hartazgo de la ciudadanía y el que el PRI vivía una etapa de letargo en su propósito de democratizarse que terminó con divisiones y fracturas al por mayor. Dulce María Sauri Riancho pretendió dejar la presidencia del partido y fue impedida de ello, ya que se requería de amalgamar nuevamente las corrientes del partido.
Un personaje que había sacudido al PRI y mostrado capacidad de liderazgo surgió como fuerza emergente.
Algunos lo culpaban de la fractura del partido, otros lo veían como un rebelde irredento que podría conducir al partido a buen puerto.
Consciente de ello, Roberto Madrazo Pintado alzó la mano para encabezar la nueva dirigencia del partido, por lo que los viejos cacicazgos del partido buscaron un adversario que se lo impidiera.
De esa manera procuraron que Beatriz Paredes Rangel, diputada federal y como el propio Madrazo Pintado antigua dirigente juvenil del partido, ex gobernador, con experiencia en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados saltara al redil y le disputara los votos.
Varios de los gobernadores priístas en funciones estaban inconformes con la actitud de rebeldía tomada por Roberto contra el ya ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León y más con la férrea oposición que puso a la candidatura de Francisco Labastida Ochoa.
Madrazo Pintado buscó a los gobernadores de su generación, aunque algunos de ellos no lo habían apoyado en la interna por la candidatura presidencial, ahora sí lo hicieron.
La elección fue tan sucia que solamente es comparable a la perredista entre Alejandro Encinas y Jesús Ortega, por lo que algunos como María de los Ángeles Moreno (aliada de Beatriz Paredes y su principal operadora) consideraron a los ganadores como delincuentes electorales.
Unos y otros aliados de cada candidato aprovecharon para saturar las urnas de votos, al viejo estilo priísta.
Al final de cuentas ganó Roberto Madrazo Pintado como presidente con Elba Esther Gordillo como secretaria general.Con Madrazo llegaron aires de renovación al partido y después del descalabro del 2000, tres años más tarde ganó mayoría en la Cámara de Diputados y reconquistó algunas gubernaturas como la de Nuevo León.
En 2004 le fue mejor, ya que conservaron las gubernaturas en juego y el PRI se posicionó en las preferencias electorales, por lo que se presentaba un futuro halagüeño para el 2006.Solamente que con la recuperación del partido se daba el crecimiento de Roberto Madrazo Pintado, algo que no querían los viejos cacicazgos, por lo que se formó el grupo conocido como el TUCOM, formado por los gobernadores del Estado de México, Arturo Montiel; Nuevo León, José Natividad González; Coahuila, Enrique Martínez; Tamaulipas, Tomás Yarrington, Sonora, Eduardo (Robinson) Bours y el coordinador de los senadores Enrique Jackson.
Cada uno de ellos sintió que con la fuerza electoral recuperada por su partido tenían posibilidades de convertirse en candidato presidencial.
Madrazo Pintado pensaba lo mismo, ya que consideraba que su liderazgo les había permitido recuperarse electoralmente.
Nuevamente los priístas como en 1999 y 2002 entraron en confrontación y los del TUCOM eligieron al mexiquense Montiel como su candidato que enfrentaría en una elección interna a Madrazo Pintado.
Dos posiciones de fuerza, donde nadie aflojaba, mientras se atizaban con todo y los panistas y perredistas velaban armas, seguro de aquello no acabaría bien.
Así sucedió, Arturo Montiel se tuvo que bajar de la candidatura del TUCOM; luego que fuese revelada su enorme fortuna, acumulada al amparo del poder público y Madrazo Pintado fue responsabilizado de filtrar la información.
Creció el encono entre los priístas y Elba Esther Gordillo ya para entonces distanciada de Madrazo Pintado jugó su última carta que le resultó favorable para frenar la candidatura presidencial de Roberto.
No lo pudo hacer, pero los varios gobernadores aliados a ella se prepararon para frenar las aspiraciones del tabasqueño y finalmente lo consiguieron.
Roberto nunca entendió que pudo pasar a la historia como el gran conciliador del partido y quien recuperó a la primera oportunidad la Presidencia de la República para su partido, se empecinó en encabezar él la reconquista de Los Pinos y fue marginado hasta el tercer lugar de los comicios, detrás del ganador, el panista Felipe Calderón Hinojosa y del perredista Andrés Manuel López Obrador. Sus adversarios internos, los que apoyaban al TUCOM y los aliados de la profesora Gordillo actuaron en su contra.
Así los priístas tiraron por la borda la reconquista inmediata de Los Pinos.
La moraleja está ahí, por si la quiere entender Ricardo Anaya Cortés, presidente nacional del PAN, quien se encuentra en los cuernos de la luna política por los resultados obtenidos por su partido en la elección del pasado cinco de junio.
Anaya Cortés aparece ranqueado como una de las principales cartas con que cuenta el PAN para la candidatura presidencial, aunque deberá entender que no deberá valerse de su posición y de los logros conseguidos en la elección pasada para fortalecerse y empecinarse en la candidatura presidencial.
La historia siempre será un abrevadero de la que pueden aprender los inexpertos o vanidosos.